Pura vida, pura muerte
Mi amigo iba conduciendo hacia el Mediterr¨¢neo, con el coche atestado de familia y de equipaje. El calor a las diez de la ma?ana empezaba a ser insoportable, y los ni?os eran lo mas parecido a un par de animalitos enjaulados. Al cabo de un par de cientos de kil¨®metros, divis¨® a lo lejos un tri¨¢ngulo de aver¨ªa, y pocos metros mas all¨¢, el vapor que se elevaba por encima de un veh¨ªculo. Al pasar a la altura del coche siniestrado, vio que ten¨ªa matr¨ªcula de San Sebasti¨¢n, y quiz¨¢s eso fue lo que, a pesar de la incomodidad, le hizo dar un brusco frenazo y acercarse, marcha atr¨¢s, hasta el coche de los paisanos; igual que el suyo.
Era una parejita muy joven, sobre los veinte a?os quiz¨¢s, y sus caras, en esos momentos, eran pura pesadumbre. Mi amigo les abri¨® una amplia sonrisa para tranquilizarlos, a la vez que abr¨ªa su caja de herramientas y de ella extra¨ªa un manguito. Mientras realizaba la reparaci¨®n, trataba de darles conversaci¨®n para que se fueran animando. El coche lo hab¨ªan comprado entre los dos, y el apartamento era de los padres de la chica. Poco m¨¢s les pudo sacar. O eran muy t¨ªmidos o eran muy reservados. Seguramente era la primera vez que sal¨ªan de viaje, juntos y solos -pens¨® mi amigo-, y ante ellos se abr¨ªan unos hermosos d¨ªas de 'pura vida'. Se despidi¨® de ellos, dese¨¢ndoles buen viaje y con un par de golpes amigos en la espalda del chico. Ellos lo hicieron de manera m¨¢s lac¨®nica.
Un par de d¨ªas despu¨¦s, mientras mi amigo tomaba el piskolabis en el chiringuito de la playa, ley¨® en primera plana del peri¨®dico, c¨®mo una joven qued¨® destrozada por la explosi¨®n de una bomba, que presuntamente manipulaba en un piso de una ciudad tur¨ªstica. Mir¨® la foto al margen del art¨ªculo, y la reconoci¨®. Y mi amigo se dio cuenta de que se hab¨ªa equivocado un par de d¨ªas antes en la cuneta de la autopista, al ver en ese rostro la 'pura vida', sin darse cuenta de que era la 'pura muerte', la que realmente se se?oreaba en su rostro.
Mi amigo no pudo evitar dos l¨¢grimas. Una l¨¢grima de rabia por el odio que alimenta a esos chicos, y la otra, de pena por tanta vida malgastada.
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