Rompan filas
Por ¨²ltima vez, ?rompan filas! Quienes hicieron la mili recuerdan bien que ¨¦sa era la ¨²ltima orden procedente del mando al concluir la prestaci¨®n del servicio militar obligatorio. Son asuntos de la memoria que ser¨¢n considerados por las nuevas generaciones como parte de la arqueolog¨ªa social, acumulada en estratos anteriores a esta Espa?a del aznarismo, que aboli¨® sin previo aviso el sistema de conscripci¨®n militar. Tal propuesta para nada figuraba en los programas de los partidos que, por presentar candidatos al Congreso y al Senado en todas las circunscripciones, ten¨ªan alguna probabilidad de obtener responsabilidades de gobierno en las elecciones de marzo de 1995. Es m¨¢s, apenas cuatro a?os antes, en el Pleno del Congreso de los Diputados del 27 de junio de 1991, se hab¨ªa aprobado por 206 votos a favor, 25 en contra y 9 abstenciones el texto acordado en la ponencia encargada de hacer 'el estudio y seguimiento de los temas relacionados con el modelo de Fuerzas Armadas en su conexi¨®n con el servicio militar', y poco despu¨¦s, el proyecto de Ley Org¨¢nica del Servicio Militar.
La supresi¨®n del servicio militar fue, pues, un fen¨®meno sobrevenido, como dec¨ªan de sus convicciones los objetores de conciencia cuando optaban por invocarlas una vez incorporados a filas, y se produjo de modo casual, una vez escrutada la victoria electoral sin mayor¨ªa. Porque entre aquella noche, casi madrugada, de resultados exiguos y el posterior aseguramiento de los votos necesarios para la investidura del candidato del PP como presidente del Gobierno mediaron unas interesantes y fruct¨ªferas negociaciones con el grupo CiU celebradas en el hotel Majestic de Barcelona. All¨ª, Rodrigo Rato compareci¨® como plenipotenciario de Aznar y se fue cayendo de modo sucesivo de todos los caballos que fueron precisos y aceptando muchas acertadas propuestas de CiU, como, por ejemplo, la abolici¨®n del servicio militar obligatorio. Entretanto, aqu¨ª, en Madrid, el aspirante a La Moncloa, todav¨ªa carente de algunos carismas, se esforzaba hablando catal¨¢n en la intimidad.
Claro que el art¨ªculo 30 de la vigente Constituci¨®n establece que 'los espa?oles tienen el derecho y el deber de defender a Espa?a', y que su apartado segundo a?ade que 'la ley fijar¨¢ las obligaciones militares de los espa?oles y regular¨¢, con las debidas garant¨ªas, la objeci¨®n de conciencia, as¨ª como las dem¨¢s causas de exenci¨®n del servicio militar obligatorio, pudiendo imponer en su caso una prestaci¨®n social sustitutoria'. Pero la literalidad de la Constituci¨®n, como ya anticip¨® David Blanquer en su libro Ciudadano y soldado, para nada ha impedido eliminar esas prestaciones militares o sociales una vez tomada la decisi¨®n pol¨ªtica. En todo caso, conviene recordar que la composici¨®n de los ej¨¦rcitos distaba de ser el resultado de evaluaciones y an¨¢lisis de las amenazas exteriores o de los compromisos internacionales del pa¨ªs, que el servicio militar obligatorio, tal como se conceb¨ªa en tiempos del franquismo, m¨¢s que una respuesta a las necesidades de la defensa, constitu¨ªa un acto de sumisi¨®n de la sociedad civil ante sus salvadores militares y que los mozos de cada contingente anual quedaban entregados a los oficiales de carrera, retratados por Busquets en su libro, para ser devueltos despu¨¦s con todas las vacunas, tambi¨¦n las morales, plenamente habilitados para ser ciudadanos de provecho.
La argumentaci¨®n en pro de la defensa como tarea de todos y del servicio militar obligatorio como garant¨ªa de la conexi¨®n entre la sociedad y los ej¨¦rcitos ha sido abandonada. Ahora pareciera que la confianza se deposita en las capacidades tecnol¨®gicas de los sistemas de armas y en la profesionalidad de quienes las empu?an como si s¨®lo quedaran las armas y los t¨¦cnicos a su cargo. En pocos a?os, los cuadros de mando dieron un giro copernicano que les llev¨® desde la irrenunciabilidad a la desafecci¨®n por el servicio militar obligatorio, mientras observan c¨®mo han variado por completo las percepciones de la mayor¨ªa social en torno a sus deberes en este campo. Sucede, sin embargo, que todos estos dise?os indoloros deben pasar la prueba de la realidad.
Entonces es cuando se ha ca¨ªdo en la cuenta de que hay menos aspirantes que plazas en oferta de soldados y marineros profesionales y se ha intentado la b¨²squeda de soluciones. Primero, rebajando las condiciones m¨ªnimas para los solicitantes, incluido el cociente intelectual, que se ha situado en la frontera de la normalidad-anormalidad, y luego, con el lanzamiento de globos sonda para incorporar oriundos a filas, como hac¨ªan los clubes de f¨²tbol hace a?os, o para tantear el reclutamiento de inmigrantes. Habr¨¢ que examinar por qu¨¦ ahora, cuando las FF AA han dejado de formar parte de la amenaza y han pasado a ser parte de la defensa, cuando cumplen misiones honros¨ªsimas en el mantenimiento de la paz, es tambi¨¦n cuando carecen de atractivo.
Miguel ?ngel Aguilar es periodista.
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