Tenedores
Un comensal pobre y muy t¨ªmido entr¨® por equivocaci¨®n en un restaurante de cinco tenedores y al instante qued¨® sobrecogido por el lujo desmesurado de maderas y alfombras, pero antes de que pudiera huir el portero uniformado ya le hab¨ªa cerrado la puerta a sus espaldas y la se?ora del guardarropa se hab¨ªa precipitado sobre ¨¦l con mucha decisi¨®n para arrebatarle el paraguas como si le desarmara. ?Ha reservado usted mesa?. No la hab¨ªa reservado y pens¨® que esa pod¨ªa ser la escapatoria, pero no fue as¨ª. Con una sonrisa despectiva un tipo con esmoquin le exigi¨® que lo acompa?ara hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del restaurante y lo dej¨® sentado a la mesa frente a una gran formaci¨®n de altas copas y cubiertos de alpaca, entre los cuales resaltaba sobre el mantel rojo un sexto tenedor muy largo, en forma de arp¨®n, que ¨¦l ignoraba para qu¨¦ serv¨ªa. El maitre le entreg¨® la carta con una expresi¨®n altiva y cuando el comensal comenz¨® a leerla no sab¨ªa qu¨¦ le causaba m¨¢s p¨¢nico, si los precios desorbitados, los platos que no entend¨ªa o aquella mirada del maitre que present¨ªa dura y helada en la nuca. Despu¨¦s de un angustioso silencio se atrevi¨® a murmurar: 'No tengo mucha hambre ?sabe?'. Al o¨ªr estas palabras el maitre baj¨® la mano y acarici¨® el sexto tenedor en forma de arp¨®n. Sobrecogido por este gesto, que tal vez era de amenaza, el comensal eligi¨® de entrada lo m¨¢s barato, una ensalada de puerros confitados, y con ojos de s¨²plica pregunt¨® si ser¨ªa bastante. 'Eso es muy poco', contest¨® con sumo rigor el maitre, que en ese momento ya ten¨ªa el sexto tenedor empu?ado. En medio de esta sensaci¨®n de peligro el comensal se?al¨® otro plato de precio asequible sin saber que consist¨ªa en un solo boquer¨®n y dos aceitunas. Entonces el maitre levant¨® el arp¨®n a considerable altura y simulando una inminente descarga pregunt¨®: '?Y tomar¨¢ vino?'. Aquel comensal era pobre y t¨ªmido, pero no cobarde, y al ver el cariz del asunto tambi¨¦n ¨¦l agarr¨® un cuchillo y elev¨¢ndolo en defensa propia exclam¨®: 'Tomar¨¦ s¨®lo agua del grifo'. El maitre replic¨® con el sexto tenedor tambi¨¦n alzado: '?C¨®mo, s¨®lo agua, ha dicho usted?'. Tanto el uno como el otro ya estaban de pie mir¨¢ndose de frente. En ese momento se estableci¨® un episodio confuso, pero despu¨¦s del primer grito los dem¨¢s clientes vieron que el maitre ca¨ªa abatido con el cuchillo de postre clavado en el pecho, mientras tambi¨¦n rodaba por el suelo el sexto tenedor, que esta vez no hab¨ªa servido para nada.
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