Un a?o sin Juan Mari
Ya ha pasado un a?o desde que arrebataron la vida a Juan Mari. La soledad ma?ana del 29 de julio del 2000, la ola fan¨¢tica y asesina acab¨® con la vida de este ciudadano de Legorreta, en feliz expresi¨®n del tambi¨¦n asesinado Ernest Lluch. Sus familiares, sus amigos y los ciudadanos que en una u otra circunstancia tuvieron la buena fortuna de conocerlo, han acusado su p¨¦rdida.
En este a?o se han producido muchos actos de homenaje y de recuerdo al compa?ero y amigo inolvidable. En sus funerales, el 23 de septiembre con motivo del esparcimiento de sus cenizas, en Tolosa el 18 de marzo pasado...
Nosotros quedamos...sus amigos, acusamos la ausencia del amigo que reconfortaba, Maria la del aita al que quer¨ªa, Maixabel la del amigo y amor de su vida, los compa?eros del partido socialista, las buenas gentes de Legorreta, de Tolosa, de Beasain, de Zum¨¢rraga, de Donostia, de la R¨ªa bilba¨ªna...ya nunca volveremos a cantar con ¨¦l las bellas canciones Boga Boga, En el pozo Maria Luisa o los solemnes himnos religiosos que tambi¨¦n sab¨ªa entonar con sentimiento, porque en ¨¦l se pod¨ªa aplicar aquello de 'lo cort¨¦s no quita lo valiente'.
Valent¨ªa y cortes¨ªa que supo conjugar como nadie. Sobre todo cuando se refer¨ªa a compartir, a hablar con todo el mundo, sobre todo con los trabajadores, con los hombres y mujeres del pueblo...de ese pueblo mestizo y plural nuestro, como el muy bien entendi¨®, hecho de aut¨®ctonos y de inmigrantes, hechos circunstanciales a la persona, humana igual en dignidad y verdadero sujeto de los derechos humanos, econ¨®micos y pol¨ªticos.
A los largos a?os de lucha en la clandestinidad en los que conoci¨® la c¨¢rcel franquista, sucedieron los a?os de la esperanza en el ideal comunista, aquella fragua que forj¨®, antes de agotarse, a algunos de los m¨¢s tenaces y comprometidos militantes de la izquierda vasca. La construcci¨®n de una gran alternativa de izquierdas para Euskadi, fue su anhelo primordial como cargo p¨²blico socialista, en sus diferentes etapas de concejal, juntero y gobernador.
Juan Mari, siempre pretendi¨® un proyecto capaz de romper los clich¨¦s, los prejuicios y las r¨¦moras en las que se enquista la sociedad vasca, desde una actitud de amor a su gente y de beligerancia frente a los liberticidas. Nunca dio la espalda a sus responsabilidades pol¨ªticas, al contrario las asumi¨® con decisi¨®n, siendo un pol¨ªtico que no hizo de la pol¨ªtica su profesi¨®n aunque s¨ª su vida.
Para Juan Mari, el respeto a la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas era m¨¢s que una frase. Era un compromiso b¨¢sico con el pueblo vasco al que amaba y con el pueblo espa?ol al que tambi¨¦n amaba.
Estoy seguro de que lejos de rehuir el actual debate sobre la autodeterminaci¨®n, planteado de forma absurda, en forma de amenaza, para el PP y panacea id¨ªlica, para los nacionalismos, etiquetadas ambas, entrar¨ªa a fondo a discutir sobre las claves del mismo: ?Sirve la autodeterminaci¨®n planteada como la mitad m¨¢s uno, para ampliar los consensos en la sociedad vasca plural?, ?Qu¨¦ se preguntar¨¢ a los vascos?, ?qu¨¦ ¨¢mbito territorial tendr¨¢ el hipot¨¦tico refer¨¦ndum? ?los diferentes territorios, las ciudades, y, sobre todo, los ciudadanos, son sujetos del derecho de autodeterminaci¨®n? ?Puede basarse todo el sistema en unos 'derechos hist¨®ricos' que hacen abstracci¨®n de los derechos de ciudadan¨ªa?
La respuesta a estas preguntas, seguramente nos pondr¨ªa tras la pista de lo que queremos.
Lo que Juan Mari, seguramente no aceptar¨ªa ser¨ªa el juego de dimes y diretes que se ha instalado entre los pretendidos responsables pol¨ªticos de Espa?a y de Euskadi, mientras se suceden los asesinatos, las intimidaciones y la extorsi¨®n.
Juan Mari, a un a?o de su muerte, nos ofrece su testimonio de racionalidad, de Pol¨ªtica con may¨²sculas basada en la palabra, en el liderazgo pol¨ªtico, en la claridad de los objetivos y la transparencia en las formas de lograrlos y no en las amenazas, las intimidaciones, las mayor¨ªas insuficientes o las necesarias, para todo ello, p¨¦rdidas de la memoria hist¨®rica.
Ofrezcamos, quienes le conocimos, este testimonio a las generaciones presentes y futuras. Que el di¨¢logo, el de verdad, se abra paso. Que el di¨¢logo vuelva a ser protagonista de nuestras calles, de nuestras plazas y no las miradas vac¨ªas, huecas, dirigidas hacia otro lado, condescendientes con el fuerte frente al d¨¦bil, el susurro al o¨ªdo o el terrible estruendo de las bombas y de las pistolas.
Este sigue siendo nuestro mejor homenaje a la memoria de Juan Mari.
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