Gabriel Garrido dirige una ¨®pera de Cavalli que no se representaba desde 1642
Rinaldo Alessandrini clausura el Festival franc¨¦s de Beaune con una serenata de Vivaldi
Beaune, con 25.000 habitantes, tiene un festival de m¨²sica barroca que se realiza desde 1983, aprovechando la belleza de sus espacios art¨ªsticos: si hace buen tiempo, las representaciones son al aire libre, en el patio de Los Hospicios, un edificio del siglo XV que conserva en su interior un imponente pol¨ªptico de Van der Weiden; si hay riesgo de tormenta, el espect¨¢culo se traslada a la bas¨ªlica de Notre Dame, cuya construcci¨®n comenz¨® en 1120. Las localidades contienen ya la informaci¨®n duplicada de las correspondientes ubicaciones. El festival funciona durante los fines de semana de julio y su programaci¨®n est¨¢ muy cuidada. De los grandes del barroco no falta nadie: Christie, Rousset, Savall, Scholl, sin salirnos de esta edici¨®n. El 20% de los asistentes es extranjero, de Suiza y los Pa¨ªses Bajos, fundamentalmente, pero tambi¨¦n de Jap¨®n y Canad¨¢. Pocos, muy pocos, espa?oles e italianos.
En el Festival de Beaune domina, sobre todo, la voz. As¨ª lo quiere su fundadora y actual directora art¨ªstica, Anne Blanchard. Las ¨®peras se ofrecen en versi¨®n de concierto. La voz es prioritaria, desde luego, pero si se puede sacar del olvido alguna obra interesante, mejor que mejor. Alrededor de 13.500 asistentes tiene cada a?o este festival, que cuenta con un presupuesto de seis millones de francos franceses (unos 150 millones de pesetas). Es una isla dentro de la programaci¨®n musical de Borgo?a. En Dijon, a 35 kil¨®metros, el conservatorio m¨¢s cercano, no existe especialidad de m¨²sica antigua. Pero el festival se mantiene con holgura aludiendo continuamente a la expresi¨®n tan francesa del arte de vivir, que en este caso agrupa m¨²sica, gastronom¨ªa, extraordinarios vinos, castillos, iglesias rom¨¢nicas y un paisaje civilizado de vi?edos y colinas. El arte de vivir: los gustos reunidos. Muy barroco y muy franc¨¦s.La recuperaci¨®n de I strali d'amore ha sido el hito cultural m¨¢s importante de la actual edici¨®n. Esta ¨®pera monteverdiana vio su estreno en Venecia en paralelo con el lanzamiento del g¨¦nero l¨ªrico como espect¨¢culo p¨²blico. De las 32 ¨®peras de Cavalli, I strali pertenece al periodo de juventud. En ella, como agudamente ha escrito Denis Morrier, 'el recitar cantando a lo florentino se hace cantar recitando a lo veneciano'. La ¨®pera es larga: algo m¨¢s de tres horas, y tiene un reparto muy extenso (m¨¢s de 20 solistas y peque?o coro), lo que permite una gran variedad de situaciones esc¨¦nicas y combinaciones musicales.
El libreto de Giovanni Faustini se presta tambi¨¦n a un espect¨¢culo imaginativo. A Garrido casi lo coge el toro ante la magnitud del empe?o. Son cosas que ocurren cuando uno se arrima. Las dificultades impl¨ªcitas habr¨ªan exigido un mayor n¨²mero de ensayos. Pero Garrido tiene una especial habilidad para moverse en el filo de la navaja y un sentido de la comunicaci¨®n inmediato, lo que, unido a la entrega de sus artistas, hizo que la ejecuci¨®n desembocase en una singular apoteosis, especialmente por el cl¨ªmax vocal e instrumental creado en un tercer acto (el m¨¢s largo) de f¨¢bula. En la responsabilidad directa del ¨¦xito hay que se?alar a varios de los cantantes, como la estupenda soprano Mar¨ªa Cristina Kiehr, que asumi¨® en un momento tirar de la representaci¨®n, el preciso tenor Fran?ois-Nicolas Geslot, el seguro bar¨ªtono Furio Zanasi, la vital soprano Bethsab¨¦e Haas y la irregular, pero muy interesante, mezzosoprano Gloria Banditelli. Por otra parte, el grupo instrumental de Garrido tiene un aire de compa?¨ªa alternativa y, tal vez por ello, se manifiesta con una alegr¨ªa y espontaneidad contagiosas.
Perfecci¨®n r¨ªtmica
Contrast¨® todo ello con esa m¨¢quina de perfecci¨®n r¨ªtmica que es el Concerto Italiano, dirigido por Alessandrini. La serenata La senna festeggiante, de Vivaldi, estrenada en 1726 en Venecia, fue un encargo del embajador de Francia a la Rep¨²blica de la Seren¨ªsima. Tiene algunas reminiscencias de m¨²sica francesa junto al inconfundible impulso del autor de Las cuatro estaciones. Cantaron con dignidad arias de extrema dificultad Juanita Lascarro, Sonia Prina y Nicola Olivieri, en los personajes aleg¨®ricos de La Edad del Oro, La Virtud y El Sena. Alessandrini dirigi¨® desde el clave con energ¨ªa, mucha energ¨ªa.
De un gusto exquisito fue el recorrido por la m¨²sica francesa que propuso el contratenor Jean Paul Fouch¨¦court, con acompa?amiento de la¨²d en las arias m¨¢s tempranas del siglo XVI y comienzos del XVII, y con un grupo instrumental de c¨¢mara a partir de Couperin hasta Lully, Charpentier y Lambert. El contraste de las arias de corte con los fragmentos de ¨®pera de Atys, de Lully, o El enfermo imaginario, de Charpentier, o con varias arias italianas de Couperin, puso una guinda did¨¢ctica a una velada simp¨¢tica y estimulante, con un marco muy especial, la Sala de los Pobres, del Hospicio renacentista de Beaune.
Babelia
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