Diferencias abismales
El encuentro de ayer en La Moncloa entre Aznar e Ibarretxe apenas ha permitido otra cosa que restablecer unas relaciones institucionales formalmente rotas desde hace m¨¢s de un a?o, aunque sea a costa de escenificar unas diferencias casi abismales. Ser¨ªa positivo, en todo caso, que, una vez superada la incomunicaci¨®n total, los dos interlocutores trataran de profundizar en aquello que pueden compartir -la lucha contra el terrorismo y la defensa de las libertades civiles- que en lo que les separa. Las versiones de la entrevista facilitadas por el lehendakari y el portavoz del Gobierno revelan, por el contrario, que las casi dos horas de di¨¢logo han ahondado la distancia.
Urge retomar unas relaciones institucionales que deber¨ªan estar a salvo de las divergencias pol¨ªticas. Y en esa aspiraci¨®n parecen estar de acuerdo Aznar e Ibarretxe. Pero, mientras el grueso de los planteamientos hechos por el presidente del Gobierno se refirieron a la prioridad de la lucha contra ETA, el lehendakari se encastill¨® en que ya defini¨® con claridad su posici¨®n a este respecto en el discurso de investidura y que no quiere establecer pol¨¦micas en esta materia. El Gobierno vasco ha hecho ¨²ltimamente algunos gestos significativos al respecto, como desautorizar las movilizaciones y homenajes programados por el entorno de ETA para exaltar la figura de la etarra que muri¨® en Torrevieja mientras manipulaba 10 kilos de dinamita. Pero no por ello est¨¢ dispuesto a aplazar sus reivindicaciones en materia de autogobierno. Y ¨¦sta fue la base de su exposici¨®n ante un presidente del Gobierno que en todo momento condicion¨® cualquier negociaci¨®n futura al marco del Estatuto de Gernika.
El ex lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza expuso, meses atr¨¢s, una propuesta cargada de sentido com¨²n en una situaci¨®n en la que s¨®lo ETA se beneficia de la divisi¨®n entre los partidos democr¨¢ticos: aparcar las reivindicaciones nacionalistas de fondo hasta tanto no se logre excluir de la vida pol¨ªtica vasca el factor de la violencia terrorista, que, entre otras cosas, impide a la mitad de su poblaci¨®n defender libremente sus ideas. A la vista de la trayectoria que sigue la organizaci¨®n terrorista, antes y despu¨¦s de las elecciones, no deja de ser un planteamiento a tener en cuenta.
Recuperar la confianza mutua entre los Gobiernos de Madrid y Vitoria, al menos para cooperar en la lucha contra ETA, es un objetivo m¨ªnimo al que deber¨ªan sumarse otros en los pr¨®ximos meses. La inminente renegociaci¨®n del concierto econ¨®mico tambi¨¦n obliga a una concordia institucional por encima de las diferencias l¨®gicas que puedan surgir. Ello tambi¨¦n obliga al Gobierrno nacionalista vasco a esforzarse por cicatrizar las profundas heridas que produjo en la pasada legislatura el Pacto de Lizarra. En este camino de entendimientos m¨ªnimos ser¨ªa positivo que las relaciones entre los dos Gobiernos se desarrollaran m¨¢s sobre temas concretos que sobre planteamientos de car¨¢cter general.
El lehendakari ha planteado a Aznar el desarrollo ¨ªntegro del Estatuto de Gernika. Reclama la transferencia de 37 competencias que, a su juicio, a¨²n quedan pendientes. Nadie puede reproch¨¢rselo. Pero esa reclamaci¨®n no significa la cesi¨®n inmediata y sin negociaci¨®n de tales competencias. Alguna de ellas, como la transferencia del r¨¦gimen econ¨®mico de la Seguridad Social, plantea serios inconvenientes: rompe el criterio de caja ¨²nica y puede tener efectos insolidarios en el sistema de pensiones. El traspaso de su gesti¨®n, siempre que se respete ese criterio, podr¨ªa abordarse, pero nuevamente se interpone el escollo de la falta de confianza mutua. El lehendakari y su Gobierno deben aclarar su propio proyecto de autogobierno para el Pa¨ªs Vasco y si el Estatuto de Gernika sigue siendo la piedra angular de ese proyecto.
A esa confianza no ayuda que el lehendakari plantee simult¨¢neamente la transferencia de las competencias pendientes seg¨²n el Estatuto de Gernika y la necesidad de modificar ese marco jur¨ªdico, que 'ya no es un punto de encuentro'. La ambig¨¹edad que destila su posici¨®n no es el mejor camino para normalizar unas relaciones que han estado congeladas, si no rotas, durante casi dos a?os. En ello se juegan mucho los vascos, pero tambi¨¦n todos los espa?oles.
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