Faltan genocidas
El general serbio Radislav Krstic es el primer condenado por el crimen de genocidio desde la conclusi¨®n de los ¨²ltimos juicios contra el nazismo en N¨²remberg. Ha habido muchos otros genocidios. Pero ha tenido que producirse en Europa para que renazca la persecuci¨®n consecuente del mismo. Y abre puertas para juzgar los habidos en otras partes del mundo. Krstic no ser¨¢, previsiblemente, el ¨²nico genocida condenado en La Haya. Sus dos jefes inmediatos en la 'operaci¨®n' de ejecutar en los alrededores de la ciudad de Srebrenica a 7.000 prisioneros bosnios musulmanes, tienen cada vez m¨¢s cerca su primera aparici¨®n ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y dif¨ªcilmente escapar¨¢n a una sentencia similar. Con las declaraciones de Ratko Mladic y Radovan Karadzic, no es improbable que el propio Slobodan Milosevic acabe sus d¨ªas en prisi¨®n como responsable de genocidio. Los apoyos a Mladic en el Ej¨¦rcito y a Karadzic en grupos del nacionalismo religioso serbio disminuyen. Podr¨¢n vivir acosados en alg¨²n cuartel o monasterio, o en alguna cueva como se ha dicho de Karadzic, pero una vida as¨ª es muy poca vida, sobre todo para las personas de su entorno que nada habr¨ªan de temer salvo de su cercan¨ªa a estos dos pr¨®fugos. Y las lealtades quiebran a medio plazo en tales circunstancias.
El ritmo impuesto al TPIY de La Haya por la fiscal Carla del Ponte est¨¢ dando unos frutos insospechados hasta hace poco. La condena a Krstic de 46 a?os s¨®lo supera en uno a la impuesta al general croata Tihomir Blaskic por la limpieza ¨¦tnica contra bosnios musulmanes en el valle del Lasva. Pese a ello, el general croata de origen alban¨¦s Rami Hamdi se entreg¨® voluntariamente en La Haya. Y el lunes se anunci¨® en Sarajevo la detenci¨®n de dos generales y un coronel de las fuerzas bosnias musulmanas a instancias de La Haya. La Rep¨²blica Serbia de Bosnia ya se ha comprometido por escrito y por ley a perseguir a los buscados por La Haya. Habr¨¢ de cumplir. Serbia y Montengro tendr¨¢n que hacer otro tanto porque, pese a la entrega de Milosevic, la mayor¨ªa de los reclamados disfrutan a¨²n de una tranquilidad exasperante.
Sin duda habr¨¢ algunos que sigan insistiendo en que el Tribunal de La Haya es una perversa operaci¨®n pol¨ªtica contra el pueblo serbio y que a Krstic lo condenan por la misma raz¨®n que llev¨® a la OTAN a intervenir contra el r¨¦gimen de Milosevic, es decir, 'por ser de izquierdas' o 'luchar contra el Imperio'. En el otro extremo, las decenas de miles de viudas musulmanas en Bosnia consideran que, con 46 a?os de condena, a Krstic cada muerto -s¨®lo de Srebrenica- le sale a poco m¨¢s que a unas horas de c¨¢rcel. Ninguna de estas condenas paliar¨¢ el dolor generado por quienes han de cumplirlas. Pero son incalculables sus efectos sobre el incipiente imperio de la ley en una regi¨®n donde dej¨® de existir hace m¨¢s de diez a?os, la percepci¨®n en las sociedades de estos pa¨ªses de la voluntad de ejercer justicia por parte de la comunidad internacional y el fin de una impunidad que muchos consideraban ley natural.
Todos los Estados de la regi¨®n reconocen ya la plena autoridad del Tribunal de La Haya. Es una realidad inimaginable hace a¨²n un a?o. Se han comprometido a colaborar en la busca y captura de todos los pr¨®fugos acusados. En esta nueva situaci¨®n, tambi¨¦n las fuerzas internacionales de SFOR y KFOR est¨¢n obligadas a una ofensiva de detenciones con resultado. Su falta de celo se ha debido al temor a sufrir bajas y a la falta de fe de los mandos en el tribunal. Ambas razones son inaceptables. Krstic no debe estar mucho tiempo solo. Faltan genocidas en La Haya.
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