30.000 j¨®venes y un ¨¦xito de organizaci¨®n consagran el Festival de Benic¨¤ssim
Lleno hasta los topes y calor. El FIB lleva camino de convertirse en uno de los grandes de Europa. El viernes rindi¨® pleites¨ªa a su p¨²blico con un cartel en el que brill¨® Tim Booth. El festival se despide hoy con PJ Harvey y Pulp
Si nada se tuerce, todo lo que se puede decir del Festival Internacional de Benic¨¤ssim (FIB) se resume en una frase: cr¨®nica de un ¨¦xito anunciado. En su primera jornada completa el recinto se vio casi atestado por 28.000 personas -para la noche de ayer se esperaban 30.000-, lo que ya asegura que la s¨¦ptima edici¨®n del certamen se saldar¨¢ con un sonoro ¨¦xito. Al margen de los quebraderos de cabeza que la dimensi¨®n de este triunfo puede provocar en la organizaci¨®n, el FIB lleva camino de convertirse en uno de los grandes de Europa. En el cartel del viernes, a falta de sorpresas, destac¨® James, una banda que, sin atravesar su mejor momento, evidenci¨® que la veteran¨ªa es un grado.
Con el pop como ense?a, la jornada del viernes ofrec¨ªa la posibilidad de comparar a dos bandas que hacen de la melod¨ªa su h¨¢bitat natural. Una era The Divine Comedy, autores de un reciente disco en el que el lujo y los arreglos no ahogan a las canciones. La otra era James, un grupo de supervivientes de los ochenta que ya en el nuevo siglo luchan por mantener un rinc¨®n en la pecera del mercado discogr¨¢fico. El paso de ambas bandas por el escenario principal dict¨® sentencia a favor de los segundos, pese a que su ¨²ltimo disco es bastante espeso y a que su m¨²sica no se antoja la favorita de los asistentes al FIB.
Lo que determin¨® el sentido de esta sentencia fue algo tan prosaico como el oficio. Tim Booth, l¨ªder de James, sabe que sus momentos de gloria ya son historia, pero est¨¢ convencido de que su m¨²sica a¨²n tiene sentido. El m¨²sico aplic¨® veteran¨ªa y oficio para redondear un concierto que de buen seguro no disgust¨® a sus seguidores. Es probable que tampoco ganara ninguno nuevo, pero al menos James mostr¨® una eficiencia a la postre convincente.
Neil Hannon, l¨ªder de The Divine Comedy, todav¨ªa se siente un genio y piensa que lo mejor est¨¢ a¨²n por llegar. Es, como dec¨ªa Gil de Biedma, un jovencito que ha venido a llevarse la vida por delante. Se siente protagonista simplemente por ser quien es, y eso le llev¨® a patinar estrepitosamente en el escenario central del FIB. Con una melena lacia que recordaba a las orejas de Pluto y una pose esc¨¦nica tan desapasionada como el registro mercantil, The Divine Comedy dejaron a su p¨²blico m¨¢s fr¨ªo que un bacalao. Fue un concierto ¨¢tono, distante y casi rutinario.
Y fue tambi¨¦n lastimoso que el p¨²blico del FIB no respondiese al gui?o de inteligencia que la organizaci¨®n le hizo incorporando a The Flaming Lips en el cartel. La banda de Wayne Coyne es como un globo multicolor lleno de confeti que nunca sabes cu¨¢ndo explotar¨¢. Banda de fachada mel¨®dica, trasfondo de sinfonismo travieso y actitud colorista y vital. Su puesta en escena es un prodigio na?f. Globos, una pantalla con sonido e imagen sincronizados, cachivaches mil, un gong, sangre artificial y la actitud extravertida propia de un profesor chiflado de Coyne marcaron uno de los puntos ¨¢lgidos de la noche. Y, no se olvide, Flaming Lips tienen canciones sencillamente enormes y de una belleza cuya profundidad s¨®lo se percibe tras el paladeo. Lamentablemente, el p¨²blico no se uni¨® a la fiesta, protagonizada en buena medida por las canciones del ¨²ltimo ¨¢lbum, de forma que el grupo se acab¨® sintiendo tan extra?o como Fidel Castro en una cumbre del Fondo Monetario Internacional. ?Ah!, y quienes tampoco entienden a Flaming Lips son Bj?rk y el astrof¨ªsico Stephen Hawking, que han declinado participar en el pr¨®ximo ¨¢lbum de la banda.
Otro de los puntos de atenci¨®n de la jornada era seguir el directo de los australianos The Avalanches, una de las bandas revelaci¨®n de la temporada. Tras su nominaci¨®n a presidentes de la ONG Disc jockeys Sin Criterio, ganada a pulso en su sesi¨®n del jueves, quedaba saber c¨®mo era su directo, anunciado como rockero. Y lo fue, tanto que dio lugar a preguntarse por qu¨¦ era necesario. ?Por qu¨¦ una banda que usa la tecnolog¨ªa digital del cortar y pegar ha de hacer un directo con guitarras, bater¨ªa y dem¨¢s instrumentos al uso? Unos dicen que es para provocar, otros porque as¨ª los m¨²sicos electr¨®nicos se sacuden el complejo de inferioridad derivado de la consideraci¨®n de m¨²sico ligada a tocar instrumentos no digitales. El ej¨¦rcito de Emiliano Zapata resulta un prodigio de orden y uniformidad comparado con lo que los australianos parecieron en escena. As¨ª, rompiendo cosas como si fuesen unos punkis, dejaron la sensaci¨®n de ser en directo un grupo de gamberretes. Epatar es algo cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de conseguir.
El resto de la jornada tuvo dos v¨ªas principales. Por un lado, la excelente calidad de propuestas locales como las de Nacho Vegas, un meticuloso compositor de estupendas canciones; Fang, una pareja que deja de lado los t¨®picos del trip-hop; sideral, un disc jockey de verdad ecl¨¦ctico con una cara y un estilo para cada tipo de sesi¨®n; Chucho, prueba categ¨®rica de que lirismo y mesetario no son t¨¦rminos contrapuestos, o Sr. Chinarro, cuyos conciertos se siguen con la incertidumbre de si Antonio Luque se dormir¨¢ en pie tras entonar con desgana una estrofa. La otra pauta del d¨ªa la marc¨® la programaci¨®n electr¨®nica, dominada por la est¨¦tica gruesa aplicada por Freestylers y, especialmente, por Fat Boy Slim, el aut¨¦ntico rey de la electr¨®nica cazallera. Con esta electr¨®nica cazurra y de sal gorda, triunf¨® aparatosamente ante una audiencia muy nutrida de guiris que se dejaron la piel en la pista. En definitiva, una jornada llevadera y sin sorpresas.
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