Cardenal juega de 'libero'

Los portavoces del PP ya no se conforman con negar haber pecado; ahora pretenden que adem¨¢s se les reconozca como virtuosos. No s¨®lo niegan que sus dirigentes baleares cometieran los delitos electoral y de malversaci¨®n que investiga la justicia en relaci¨®n al caso Formentera, sino que proclaman que su iniciativa s¨®lo aspiraba a estimular entre los inmigrantes la virtud de ejercer el derecho al voto; aunque alguno de los votantes reclutados no tuviera relaci¨®n alguna con Formentera y confundiera esta isla con la de Mallorca, por ejemplo.

Un indicio complementario de que la cosa no est¨¢ tan clara como pretende Javier Arenas es que el libero del Gobierno, el fiscal general del Estado, Jes¨²s Cardenal, ha salido de nuevo al cruce. Lo hace siempre que alg¨²n miembro del Ejecutivo corre el riesgo de ser imputado por alg¨²n delito, aunque sea anterior a su desempe?o ministerial. Lo hizo en relaci¨®n a Piqu¨¦, investigado por el caso Ercros. No se conform¨® con que los fiscales penales del Supremo confirmaran por goleada los criterios del fiscal del caso, Bartolom¨¦ Vargas, y busc¨® un artificioso pronunciamiento de otro organismo. Ahora deja caer, como que no quiere la cosa, que la destituci¨®n del fiscal Vargas no es que la proponga, pero que 'posiblemente sea una medida que tengamos que tomar'. Jesuitismo se llama esa figura.

En el caso de Formentera, Cardenal ha impedido la inculpaci¨®n del ex presidente balear Jaume Matas con el argumento de que era preciso investigar m¨¢s, y concretamente a un ex consejero de ese Gobierno que tiene la desgracia de no ser ministro. No es Cardenal el primer fiscal general del Estado que act¨²a como abogado defensor (de oficio) del Ejecutivo, pero s¨ª el que combina mejor la mansedumbre de formas con la desfachatez de fondo. El argumento de que nadie le ha dado instrucciones suena tambi¨¦n algo jesu¨ªtico. Es el Gobierno quien nombra y puede cesar sin previo aviso al fiscal; el riesgo de que ese mecanismo favorezca la interferencia del Ejecutivo, v¨ªa fiscal general, en los asuntos judiciales que afecten al propio Ejecutivo s¨®lo tiene un freno en la actitud personal del designado para ese puesto. Y no parece Cardenal un h¨¦roe capaz de no adivinar lo que se espera de ¨¦l.