Ocasi¨®n perdida para Padilla
Despu¨¦s de la incertidumbre que se cre¨® en torno a si Padilla pod¨ªa lidiar la corrida de ayer, al final, el torero gaditano acudi¨® a la plaza de Vitoria. Si bien en el primer toro lleg¨® a cortar una oreja, a su segundo lo dej¨® ir sin darle la faena que el toro estuvo pidiendo desde que pis¨® el albero. La ocasi¨®n era inmejorable para subsanar el petardo que peg¨® en Azpeitia hace ocho d¨ªas.
Si en la plaza guipuzcoana se inhibi¨® totalmente, argumentado que no estaba curado del todo. Ayer, que parec¨ªa que su cuerpo ya estaba en buenas condiciones, no aprovech¨® la embestida bonancible de ese quinto toro de la tarde. Un toro que era para haberle cortado las orejas y salir a hombros con un buen espaldarazo.
Clairac / Higares, Padilla, Mill¨¢n
Toros de Clairac: faltos de fuerzas en general, manejables, 1?, 2? y 4?, muy bueno el quinto. ?scar Higares: estocada atravesada, ca¨ªda (aplausos); estocada contraria -aviso- y siete descabellos (silencio). Juan Jos¨¦ Padilla: media estocada (oreja); media estocada -aviso- y descabellos (ovaci¨®n). Jes¨²s Mill¨¢n: tres pinchazos y estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Plaza de Vitoria, 8 de agosto, 4? corrida de feria. Menos de media entrada en el coso vitoriano.
Sin embargo, su faena estuvo fraguada a base de pases r¨¢pidos, sumamente movidos. En una serie de cinco naturales, uno s¨®lo de ellos tuvo calidad. El resto fue un torear sin torear. El ejemplar que le toc¨® ayer fue uno de esos toros con el que sue?an los toreros. Un animal que embiste con nobleza, que acude presto al toque, sin malicia, con lo que tiene un toro de bandera.
No puede enga?arse Padilla por el hecho de haber cortado una oreja a su primer toro, segundo de la tarde. A sus muletazos, tanto por la derecha como por la izquierda, les falt¨® mando. S¨®lo sirvieron algunos naturales ligados. Los tres molinetes de rodillas, m¨¢s el abaniqueo, m¨¢s el desplante, tirando la muleta y d¨¢ndole la cara al toro, eso fue lo que le hizo conseguir la oreja. Eso, y el a?adido de los bulliciosos pares de banderillas. Estuvo acertado con media estocada.
El primer espada de la tarde, ?scar Higares, tuvo una actuaci¨®n bastante gris. Le tocaron en suerte dos toros a los que ten¨ªa que haber cortado orejas. En su primero altern¨® los muletazos ligados con otros ejecutados de uno en uno, siempre con una falta de decisi¨®n notable o, si se quiere, con excesivas precauciones. A su segundo toro, que brind¨® a Padilla, sigui¨® con la misma falta de decisi¨®n que en su primero. El toro le estaba ense?ando que, si le pon¨ªa la muleta delante al dar un pase y se la pon¨ªa despu¨¦s, repet¨ªa con entusiasmo. Fue al final de la faena cuando se dio cuenta de que el toro embest¨ªa con nobleza y con calidad.Pero, por lo visto, no era la tarde de ?scar Higares. La ocasi¨®n era buena para el ¨¦xito, que siempre les hace falta a los toreros como ¨¦l, que tienen que pechar con las corridas duras. Si tuvo dos toros que no eran duros, ?por qu¨¦ no se estir¨® hasta alcanzar el triunfo con el que todo torero sue?a durante el mes de agosto?
El torero ma?o Jes¨²s Mill¨¢n tuvo la suerte de espaldas. Su primer toro era bastante complicado y no serv¨ªa. Trat¨® de torearlo por derechazos y naturales, sin ligar un pase, porque el toro no lo ten¨ªa. Ya parece que ning¨²n torero de la era moderna sabe que a los toros hay que lidiarlos, incluso sin pegar ning¨²n derechazo ni ning¨²n natural. Suficiente es con que se les domine. Y, despu¨¦s, matarlos por arriba, porque para eso se dicen toreros.
En el ¨²ltimo toro de la tarde, segundo de Mill¨¢n, no hay que atribuirle ninguna culpa al torero. La culpa la tuvo el presidente por no devolverlo a los corrales, ya que era un toro inv¨¢lido.
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