Picarse en Ciutat Vella de Valencia

Las calles estrechas, el miedo de los vecinos, el abandono del barrio y la concentraci¨®n de poblaci¨®n marginal son la coartada perfecta para que en pleno centro de la ciudad de Valencia, en el coraz¨®n del barrio chino, la calle Torno del Hospital se convierta cada tarde en un dispensario al aire libre de hero¨ªna. M¨¢s de cien personas han llegado a congregarse sobre las 19.00 en el tramo encerrado entre la calle de Balmes y la calle de Viana. En los bordillos y soportales se concentran toxic¨®manos enganchados al caballo para compartir la liturgia del pico. A su alrededor, los camellos, en su mayor¨ªa subsaharianos, asisten al pinchazo continuo inmunes a la actuaci¨®n policial -al menos durante tres d¨ªas s¨®lo una patrulla ha hecho acto de presencia sin bajarse del coche-.

De lejos podr¨ªa parecer que hay un mercadillo. De cerca se comprueba como por un laberinto abandonado a su suerte de calles que desembocan en la plaza de las Escuelas P¨ªas se aproximan heroin¨®manos, que conviven con prostitutas de rancio abolengo o inmigrantes atrapadas en las mafias que venden placer a precio de saldo.

Pocos son ya los vecinos que han resistido en el barrio el deterioro, oculto por una circunferencia de nuevas construcciones que entierra buena parte del distrito a ese lado de Guillem de Castro. Quedan los mayores, los que tienen escasos recursos. Son vecinos de la destrucci¨®n y c¨®mplices por miedo de un escenario de tr¨¢fico de drogas dif¨ªcil de igualar en cualquier otro centro urbano.

Las asociaciones de vecinos del barrio llevan a?os ya denunciando la drogadicci¨®n, la prostituci¨®n y la delincuencia. Ni siquiera la presencia a poco menos de dos manzanas del lugar de la imagen de una comisaria de polic¨ªa es capaz de disuadir a los traficantes o a los consumidores. Los vecinos reconocen que las amenazas les hacen callar y hacer ver que no ven nada aunque encuentren en las puertas de sus casas a j¨®venes esquel¨¦ticos, la mayor¨ªa en la indigencia, pincharse colectivamente. Algunos de los que fueran bares de referencia en los buenos tiempos del Barrio Chino son ahora punto de encuentro entre traficantes sin ning¨²n tipo de disimulo. Y, d¨ªa tras otro, m¨¢s de un centenar de personas sabe que en Torno del Hospital el pico tiene bula.