Cuatro orejas y sin 'Cagancho'
Pablo Hermoso de Mendoza sali¨® a hombros, despu¨¦s de cortar cuatro orejas, y eso que no sali¨® Cagancho. En su lugar, estuvieron en la arena cinco caballos llamados Tabasco, Albaic¨ªn, Danubio, Chicuelo y Mariachi. Semejaban esos cinco caballos que ten¨ªan alas. Alas parecidas a las del m¨ªtico caballo alado Pegaso, nacido de la sangre de Medusa.
En el primer toro, Hermoso de Mendoza hizo las cosas mucho mejor que en su segundo. M¨¢s acertado en la suerte de banderillas que en los rejones de salida. En el quinto de la tarde, su segundo, en banderillas altern¨® el quebrar bien, pero colocar mal, en tanto que otra de las banderillas la puso bien colocada, pero quebr¨® mal. Es posible que las cuatro orejas fueron conseguidas, podemos casi asegurarlo, por los alardes del caballo blanco, que miraba fijo a la cara del toro. Cuando iba a poner las banderillas era como si el caballo retara con la mirada al toro. Realmente eso llev¨® a los espectadores a emocionarse y entusiasmarse con ese juego de bravucona mirada entre animales. El que retaba y el que recib¨ªa el reto.
Tambi¨¦n es verdad que en el sexto toro los tres giros que el jinete hac¨ªa dar a su caballo, al tiempo que el toro le persegu¨ªa, hicieron delirar al p¨²blico. A un p¨²blico que quer¨ªa que le forzaran a ser delirado.
En el caso de esta figura del torero a caballo s¨ª que podemos decir que es de otra galaxia. Incluso por lo que hace adem¨¢s de torear, que lo hace de frente, que es como hay que torear, por el entusiasmo, la pasi¨®n, la entrega, que atesora en cada uno de sus movimientos. Es como si supiera que el p¨²blico le est¨¢ pidiendo que d¨¦ el m¨¢ximo de s¨ª. Y ¨¦l, con galanura, eficacia y una doma impecable, responde con creces a cuanto se le pide. Repetimos, ¨¦ste s¨ª es de otra galaxia.
Tal vez se convierte en t¨®pico tantas alabanzas ante un rejoneador como es el navarro. Sin embargo, el entusiasmo que genera, la chispa de conexi¨®n con el p¨²blico que adquiere su toreo, da impresi¨®n que surge de la verdad y de la obra de arte bien hecha.
Pero hay que hablar de los otros dos rejoneadores que actuaron junto a Hermoso de Mendoza. Jo?o Moura estuvo en su primero bastante ap¨¢tico. El toro no serv¨ªa, es verdad. Tuvo el desacierto de valerse demasiado de sus banderilleros. En su segundo, quiz¨¢ expoleado por la actuaci¨®n del primer toro de Hermoso de Mendoza, estuvo m¨¢s torero. Le vimos hacer una cosa muy extra?a. En banderillas citaba de lejos y se paraba de pronto para quebrar. Era como si apuntara ir con velocidad, pero sin que quisiera que fuera excesiva, y por eso paraba el toro a la hora de quebrar. No sabemos cu¨¢l es el m¨¦todo m¨¢s justo de imprimir una determinada velocidad a la hora de quebrar.
Javier Buend¨ªa rejone¨® a sus toros muy a la antigua. Muy despegado. Daba impresi¨®n que su rejoneo estaba construido con un esp¨ªritu demasiado funcionarial. En su segundo ejemplar tard¨® mucho en darse cuenta de que el toro no iba a herir al caballo. Y entonces expuso un poco m¨¢s a su caballo para que el toro se acercara m¨¢s a ¨¦l.
La evidencia del rejoneo entre Moura y Buend¨ªa con el de Hermoso de Mendoza es palpable. Incluso se puede pensar que los dos rejoneadores, tanto el portugu¨¦s como el sevillano, van de teloneros a la espera de que llegue el maestro de los caballos alados.

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