La Festa, el rito de la Dormici¨®n persiste
La palma que lleva San Juan se utilizaba como remedio de todo mal de alma y cuerpo y de tempestades
La Ro¨¢ -contracci¨®n del catal¨¢n rodada- prolonga a lo largo de toda la noche del 14 al 15 de agosto la liturgia asuncionista. Es una desfile en familia por el itinerario sagrado de la antigua villa con velas encendidas, una expresi¨®n del duelo comunitario por la madre de la ciudad en una noche de velatorio colectivo. Es un puente entre la primera jornada, la Vespra y sus momentos culminantes como el Ternari, primeriza y excelsa polifon¨ªa, la magrana o nube que anuncia la muerte de Mar¨ªa y el Araceli, con sus ¨¢ngeles cantando a 30 metros de altura, y la segunda jornada, la Festa, con su otro Ternari, la turba de la Judiada, las exequias, la asunci¨®n mediante la Ress¨¨lica y la coronaci¨®n de la Virgen desde la maquina de la Trinitat, un sobrecogedor alarde de tramoya a¨¦rea que maravilla, un reflejo de los vuelos de los dioses ol¨ªmpicos y de las apoteosis de las tragedias griegas, entre lluvias de oropel -quiz¨¢s un remoto recuerdo de las celestiales lluvias de oro con que Zeus embarazaba doncellas-, salvas, campanas, aplausos, vivas y la emoci¨®n desbordada.
Este segundo acto de la Festa d'Elx va precedido por la matutina process¨® del soterrar de la Mareded¨¦u, tan extendida por nuestro ¨¢mbito cultural e inspirada en la que organiz¨®, desde 1416, la Catedral de Valencia, un modelo a nivel europeo. El Misteri sale a la calle con los cantos del drama lit¨²rgico y la concurrencia de los actores y supone una pervivencia del rito m¨¢s antiguo de la festividad de la Dormici¨®n, ya que est¨¢ documentada en la Jerusal¨¦n del siglo IV. La Roma del siglo VII, mientras fijaba la fecha del 15 de agosto para la solemnidad mariana, le dio forma a la larga procesi¨®n del cuadro exeporita (no pintado por mano humana) del Salvador, rodeado por doce ediles y doce cl¨¦rigos, que recorr¨ªa las calles de Roma desde el anochecer del d¨ªa 14 hasta el alba del 15. A su paso se cre¨ªa que las hierbas medicinales quedaban bendecidas y aptas para alejar peligros y enfermedades de personas y haciendas. Como tantas otras veces cristianizaba una fiesta pagana anterior de acci¨®n de gracias por las cosechas. En el oriente hel¨¦nico se festejaba a Artemis, con santuario principal en ?feso, la virgen siempre joven -como Mar¨ªa, que repos¨® en ?feso a los setenta y dos a?os pero manteniendo la belleza de dieciocho primaveras-, diosa lunar de la naturaleza salvaje, los partos y la fecundidad de las mujeres, que la honraban con guirnaldas de perfumados vegetales. En el occidente romano empezaban las fiestas de Vulcano, el dios del fuego, cuya calor fertiliza la tierra, con la bendici¨®n de bienhechoras plantas arom¨¢ticas y sanadoras, que preservar¨ªan del amenazador invierno.
Un eco de aquellos cultos lo encontramos en la misma palma que porta san Juan a lo largo de la obra, utilizada como remedio de tempestades y de todo mal de cuerpo y alma, en las enramadas de espliego y salvia que hoy alfombran los templos valencianos, los grills o maigs de simientes de cereales que adornan la imagen yacente de la Mareded¨¦u d'Agost -igual que decoraron el monumento del Viernes Santo- o la divina, funeraria y er¨®tica albahaca que rodea los lechos de la virgen dormida, sublimes t¨¢lamos que cierran el ciclo sagrado del trigo, donde ya descansaron las diosas-madre mediterr¨¢neas despu¨¦s de los partos del est¨ªo fecundo, cuando la natura camina hacia su Dormici¨®n invernal.
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