Inoportuno 'banzai'
El primer ministro nip¨®n ha contentado a algunos dentro y se ha enajenado a muchos fuera con su visita al santuario sinto¨ªsta donde se honra a los japoneses ca¨ªdos en contiendas y reposan los restos de conspicuos criminales de la Segunda Guerra Mundial. Los pa¨ªses asi¨¢ticos m¨¢s castigados por el militarismo japon¨¦s, sobre todo China y Corea del Sur, han puesto el grito en el cielo por un gesto que les devuelve memorias atroces; pero la decisi¨®n de Junichiro Koizumi tampoco ha sido bien vista por alguno de sus aliados pol¨ªticos ni por una parte sustancial de la opini¨®n p¨²blica.
La eventualidad de una visita a Yasukuni, un memorial en el centro de Tokio, ha sido objeto de debate durante meses en Jap¨®n, y hasta el ¨²ltimo momento el jefe del Gobierno declar¨® estar d¨¢ndole vueltas al tema. Finalmente, en adem¨¢n conciliador hacia sus cr¨ªticos, Koizumi ha acudido antes del 15 de agosto, una fecha de alta carga pol¨ªtica porque en ella se conmemora la rendici¨®n japonesa; ha rechazado seguir los rituales religiosos asociados con el imperialismo nip¨®n, y ha hecho una declaraci¨®n pidiendo perd¨®n por la agresi¨®n de su pa¨ªs.
Pero sucede que Yasukuni es el s¨ªmbolo del nacionalismo japon¨¦s y alberga los restos del general Hideki Tojo y de una cohorte de destacados criminales de guerra, juzgados en Tokio entre 1946 y 1948. Con los a?os se ha convertido en lugar de culto para quienes creen que Jap¨®n no tiene que pedir perd¨®n por sus pasadas atrocidades coloniales, lo que significa que su mera evocaci¨®n levanta ampollas en buena parte de Asia.
Koizumi, el m¨¢s popular primer ministro en d¨¦cadas, seg¨²n las encuestas, tiene un acusado talante nacionalista que no se compadece con otros rasgos de su personalidad. Es seguro que su visita al lugar sagrado, aun rebajada por las precauciones tomadas, le otorga entre algunos de sus conciudadanos puntos suplementarios en su inmediata tarea de vender al pa¨ªs un doloroso programa de reforma econ¨®mica. Pero incluso a este endeble argumento puede d¨¢rsele la vuelta considerando que la delicada situaci¨®n econ¨®mica nipona hace m¨¢s necesarias que nunca relaciones de buena vecindad con China o Corea del Sur, los dos pa¨ªses del entorno que con m¨¢s energ¨ªa han expresado su condena.
Un pol¨ªtico serio no debe programar su agenda en funci¨®n de los sondeos, mucho menos en asunto tan espinoso. Hay maneras mejores de expresar un nacionalismo civilizado. En ¨²ltima instancia, Koizumi no ten¨ªa ninguna necesidad de acudir a un lugar que, no por casualidad, ninguno de sus antecesores ha querido visitar en los ¨²ltimos 16 a?os, y donde sus intenciones se prestan tanto a ser confundidas por quienes m¨¢s sufrieron en el siglo pasado la barbarie armada nipona.
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