La trastienda sumergida
La inquietud por la econom¨ªa sumergida, que centr¨® una parte del debate econ¨®mico hace a?os, se perdi¨® en el silencio a partir de 1996. Sin embargo, las cifras recientemente conocidas muestran que en Espa?a una parte de la producci¨®n prefiere los circuitos paralelos al margen de la legalidad. La Comisi¨®n Europea indica que el volumen de actividades que no declaraban su rendimiento a Hacienda supon¨ªa el 22% del PIB, equivalente a una facturaci¨®n de 20 billones de pesetas, y que ese volumen hab¨ªa aumentado considerablemente desde 1998, fecha en la que la UE cifraba la econom¨ªa negra espa?ola en el 15% del PIB. Son cifras muy respetables, que convierten a la econom¨ªa espa?ola en una de las m¨¢s contaminadas por el fraude, al mismo nivel que B¨¦lgica o Portugal.
Una primera reflexi¨®n es que la hip¨®tesis, tan cara a los conservadores, de que la reducci¨®n de impuestos directos reducir¨ªa el fraude tributario, tiene muchos visos de resultar falsa. La Administraci¨®n de Aznar redujo desde 1999 la presi¨®n del impuesto sobre la renta sin que tal circunstancia se haya convertido en una mayor transparencia impositiva de la sociedad. M¨¢s bien al contrario. Los agentes econ¨®micos y los contribuyentes espa?oles han perdido conciencia de sus deberes fiscales y sociales y esa regresi¨®n es atribuible en parte a la inhibici¨®n del Ejecutivo en ofrecer incentivos al cumplimiento de los deberes tributarios.
Es muy significativa esta falta de atenci¨®n oficial hacia el grado de legalidad o de limpieza de la econom¨ªa. Al Gobierno parece importarle poco que los empresarios y los trabajadores cumplan con sus obligaciones en materia de Seguridad Social o de impuestos; ni se alarma, ni suscita un debate sobre un asunto tan grave. Esta indiferencia es concomitante con la falta de inter¨¦s por el fraude fiscal. Los ministerios econ¨®micos han suprimido la informaci¨®n sobre qui¨¦n paga impuestos, en qu¨¦ proporci¨®n y qui¨¦n no lo hace; la Agencia Tributaria no facilita informaci¨®n sobre la persecuci¨®n del fraude tributario. Desde 1996 ha desaparecido de los discursos oficiales la exigencia de una ¨¦tica fiscal que obligue a todos los ciudadanos, y se ha abandonado la aplicaci¨®n de medidas informativas y coercitivas para imponerla. Sin embargo, estas tareas son irrenunciables. Porque el grado de solidaridad de una sociedad es inversamente proporcional al porcentaje de econom¨ªa sumergida que soporta. Medida en esos t¨¦rminos, la modernidad de la econom¨ªa espa?ola est¨¢ entre las m¨¢s bajas de Europa... y sigue hundi¨¦ndose.
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