'Tauromafia'
El que escribe ya ha encontrado carteles por la villa que aluden a la 'Tauromafia'. Parece que la intenci¨®n de los animalistas (sin ¨¢nimo de insultar) es denunciar de nuevo las corridas de toros que se desarrollan en fiestas.
A uno no le conmueve en exceso el espect¨¢culo taurino, y a¨²n menos en Bilbao, donde hay que sospechar que el verdadero aficionado es muy minoritario frente a los que acuden a la plaza s¨®lo a dejarse ver, seg¨²n es costumbre y tradici¨®n de nuestra jet local, pero de ah¨ª a armarla con el tema de los toros va alguna diferencia.
Si algo caracteriza a las fiestas populares es el buen ¨¢nimo, la intenci¨®n de dejar al margen las trifulcas pol¨ªticas o sociales que oscurecen la vida cotidiana durante el resto del a?o. Las fiestas est¨¢n, sobre todo, para no tomarse la vida en serio ni para tomarse uno en serio a s¨ª mismo. Por eso, en este pa¨ªs atormentado, donde tan en serio nos tomamos casi todo, convendr¨ªa al menos dejar la cruzada proanimal para otras fechas. Son muchos los meses adecuados para organizar manifestaciones y acampadas, muchos los meses propicios para movilizaciones, ruedas de prensa y manifiestos-denuncia. Pero los enemigos de la fiesta del toro parecen dispuestos a tomarse todo esto en serio precisamente ahora, cuando por unos cuantos d¨ªas los dem¨¢s nos hemos propuesto dejar de tirarnos los trastos (pol¨ªticos, sociales, sindicales) a la cabeza, que es donde m¨¢s duele.
Claro que este argumento, para los interesados en la lucha, puede pasar por una muestra de aut¨¦ntica frivolidad (los toros que van a lidiarse esta temporada, despu¨¦s de todo, no van a llegar al pr¨®ximo mes de septiembre). Pero se tratar¨ªa, en todo caso, de una frivolidad a la segunda potencia. Abordar la primera nos llevar¨ªa demasiado lejos: porqu¨¦ tomarla con el dolor animal cuando hay tanto dolor humano expandido en todas partes. Qui¨¦n es el culpable de semejante desorientaci¨®n ¨¦tica y moral. Eso por no hablar de la aberraci¨®n jur¨ªdica que supone adjudicar 'derechos' a los animales (lo cual no es contradictorio con evitar su tortura y sufrimiento gratuito, ya que lo que s¨ª pueden ser es 'beneficiarios' de determinadas disposiciones normativas).
Ocupar tanto tiempo en una disquisici¨®n ¨¦tica de semejante calado puede ser interesante y sin duda es posible que haya a¨²n muchas leyes por cambiar, mucha atenci¨®n que poner en que el sacrificio de animales no venga recorrido por sufrimientos gratuitos ni por pervertidos sentimientos de placer ante el dolor. Pero esto, como tantos otros temas (algunos mucho m¨¢s importantes) pueden tener buena cabida dial¨¦ctica dentro de unos cuantos d¨ªas, cuando los vascos volvamos a nuestra interminable y triste contienda cotidiana.
Convendr¨ªa cuidar como un tesoro estos d¨ªas festivos, los ¨²nicos en que todos podemos sobrellevarnos con relativo buen humor.El que escribe ya ha encontrado carteles por la villa que aluden a la 'Tauromafia'. Parece que la intenci¨®n de los animalistas (sin ¨¢nimo de insultar) es denunciar de nuevo las corridas de toros que se desarrollan en fiestas.
A uno no le conmueve en exceso el espect¨¢culo taurino, y a¨²n menos en Bilbao, donde hay que sospechar que el verdadero aficionado es muy minoritario frente a los que acuden a la plaza s¨®lo a dejarse ver, seg¨²n es costumbre y tradici¨®n de nuestra jet local, pero de ah¨ª a armarla con el tema de los toros va alguna diferencia.
Si algo caracteriza a las fiestas populares es el buen ¨¢nimo, la intenci¨®n de dejar al margen las trifulcas pol¨ªticas o sociales que oscurecen la vida cotidiana durante el resto del a?o. Las fiestas est¨¢n, sobre todo, para no tomarse la vida en serio ni para tomarse uno en serio a s¨ª mismo. Por eso, en este pa¨ªs atormentado, donde tan en serio nos tomamos casi todo, convendr¨ªa al menos dejar la cruzada proanimal para otras fechas. Son muchos los meses adecuados para organizar manifestaciones y acampadas, muchos los meses propicios para movilizaciones, ruedas de prensa y manifiestos-denuncia. Pero los enemigos de la fiesta del toro parecen dispuestos a tomarse todo esto en serio precisamente ahora, cuando por unos cuantos d¨ªas los dem¨¢s nos hemos propuesto dejar de tirarnos los trastos (pol¨ªticos, sociales, sindicales) a la cabeza, que es donde m¨¢s duele.
Claro que este argumento, para los interesados en la lucha, puede pasar por una muestra de aut¨¦ntica frivolidad (los toros que van a lidiarse esta temporada, despu¨¦s de todo, no van a llegar al pr¨®ximo mes de septiembre). Pero se tratar¨ªa, en todo caso, de una frivolidad a la segunda potencia. Abordar la primera nos llevar¨ªa demasiado lejos: porqu¨¦ tomarla con el dolor animal cuando hay tanto dolor humano expandido en todas partes. Qui¨¦n es el culpable de semejante desorientaci¨®n ¨¦tica y moral. Eso por no hablar de la aberraci¨®n jur¨ªdica que supone adjudicar 'derechos' a los animales (lo cual no es contradictorio con evitar su tortura y sufrimiento gratuito, ya que lo que s¨ª pueden ser es 'beneficiarios' de determinadas disposiciones normativas).
Ocupar tanto tiempo en una disquisici¨®n ¨¦tica de semejante calado puede ser interesante y sin duda es posible que haya a¨²n muchas leyes por cambiar, mucha atenci¨®n que poner en que el sacrificio de animales no venga recorrido por sufrimientos gratuitos ni por pervertidos sentimientos de placer ante el dolor. Pero esto, como tantos otros temas (algunos mucho m¨¢s importantes) pueden tener buena cabida dial¨¦ctica dentro de unos cuantos d¨ªas, cuando los vascos volvamos a nuestra interminable y triste contienda cotidiana.
Convendr¨ªa cuidar como un tesoro estos d¨ªas festivos, los ¨²nicos en que todos podemos sobrellevarnos con relativo buen humor.
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