'Espa?a no puede permitirse carecer de un comit¨¦ asesor cient¨ªfico'
Pere Puigdom¨¨nech (Barcelona, 1948) es el ¨²nico representante espa?ol del Comit¨¦ Cient¨ªfico Director y en el Grupo de ?tica de la Comisi¨®n Europea. Como experto considera que el conocimiento cient¨ªfico, por m¨¢s fundamentado que est¨¦, no debe en ning¨²n caso sustituir al poder pol¨ªtico. Para Puigdomenech, que tambi¨¦n es director del Instituto de Biolog¨ªa Molecular de Barcelona (CSIC), su misi¨®n es poner en manos de la sociedad y en quien debe tomar las decisiones todo cuanto se sepa acerca de 'cuestiones sensibles'. Y hacerlo con la m¨¢xima transparencia, rigor e independencia. S¨®lo as¨ª, dice este experto en gen¨¦tica de plantas, las opiniones que emitan los cient¨ªficos ser¨¢n respetadas y podr¨¢n poner en evidencia, llegado el caso, a quienes utilicen argumentos sociales, econ¨®micos o ideol¨®gicos para obrar en direcci¨®n contraria.
'La comunidad cient¨ªfica espa?ola es peque?a, joven y poco estructurada'
Pregunda. Vista su experiencia en el Comit¨¦ Cient¨ªfico Director y en el Grupo de ?tica de la Comisi¨®n Europea, ?contin¨²a pensando que este tipo de comit¨¦s tienen alg¨²n tipo de utilidad?
Respuesta. Son imprescindibles. En un momento en el que la ciencia y la tecnolog¨ªa tienen una presencia tan grande en nuestras vidas y cambian a un ritmo tan r¨¢pido, el conocimiento es b¨¢sico para tomar las mejores decisiones.
P. Y ustedes aportan ese conocimiento.
R. Nuestra funci¨®n es recopilar cuanto se sepa de una cuesti¨®n concreta y emitir una opini¨®n que debe ser independiente, rigurosa y absolutamente transparente. En el caso del Comit¨¦ Cient¨ªfico Director se responden cuestiones a requerimiento de la direcci¨®n General de Salud y Consumo, mientras que el Grupo de ?tica depende directamente de la Presidencia de la Comisi¨®n Europea. Ante cualquier pregunta, se formalizan grupos de expertos que aportan su conocimiento. De ah¨ª surgen opiniones y recomendaciones.
P. Que no siempre se siguen.
R. Ning¨²n comit¨¦ puede sustituir al poder pol¨ªtico, que es en quien ha delegado la sociedad para tomar decisiones. El pol¨ªtico est¨¢ legitimado para decidir en sentido contrario. La econom¨ªa, las caracter¨ªsticas sociales o la ideolog¨ªa tambi¨¦n pesan a la hora de decidir.
P. Como en el caso de las c¨¦lulas madre de origen embrionario. La comunidad cient¨ªfica internacional parece estar de acuerdo en su uso para experimentaci¨®n.
R. Hay, en efecto, un cierto consenso entre los cient¨ªficos. Nadie habla de clonaci¨®n o de temas por el estilo. Simplemente se dice que existen decenas de miles de embriones congelados en todo el mundo cuyo destino ¨²ltimo por ahora es desconocido y que ser¨ªa interesante ver si son ¨²tiles para experimentaci¨®n. Entre otras razones, porque las expectativas que se han generado en salud humana son enormes.
P. ?Cu¨¢l es el papel de estos comit¨¦s en este caso?
R. Desde el Grupo de ?tica, en el que participamos cient¨ªficos y juristas, adem¨¢s de personas vinculadas a la bio¨¦tica, se ha recibido el encargo de emitir una opini¨®n sobre la patentabilidad de las c¨¦lulas madre, uno de los aspectos que m¨¢s preocupa en estos momentos. El tema es complejo y la respuesta no es obvia. La actual normativa europea que regula las patentes biol¨®gicas se aprob¨® en 1998 tras 8 a?os de dif¨ªcil y dura gestaci¨®n. Justo cuando se aprob¨® se publicaba el primer art¨ªculo cient¨ªfico sobre el tema. En s¨®lo tres a?os se ha generado un tejido industrial que ha superado por alto a la normativa. No vamos a reescribirla, pero s¨ª a emitir un juicio para que los pol¨ªticos tomen la decisi¨®n m¨¢s adecuada.
P. Estamos hablando siempre de recomendaciones.
R. Esto es b¨¢sico, se trata siempre de opiniones, y por tanto no son vinculantes. Por ejemplo, recientemente la CE nos pregunt¨® acerca de la posibilidad de que corderos y cabras desarrollen el mal de las vacas locas. Se ha creado una comisi¨®n con gente de toda Europa para elaborar un estudio sobre la cuesti¨®n y llegar a una respuesta. En este caso, que no hay novedad, es decir, que est¨¢ comprobado experimentalmente que la enfermedad se puede transmitir por el consumo de piensos contaminados pero que no hay datos que demuestren que se haya producido a¨²n.
P. ?Y si los hubiera? ?Qu¨¦ responder¨ªa el Comit¨¦?
R. La respuesta ya est¨¢ elaborada: aplicar los mismos criterios que con las vacas prestando mayor atenci¨®n a los materiales de riesgo, mucho mayores en este tipo de animales. Pero insisto, una cosa es informar y otra tomar la decisi¨®n. Eso compete a los pol¨ªticos.
P. ?Qu¨¦ otros temas tienen ahora mismo sobre la mesa?
R. Europa y EEUU disponen de una legislaci¨®n muy estricta en cuanto a condiciones de experimentaci¨®n, sobre todo en seres humanos. No ocurre lo mismo en otras ¨¢reas del planeta. Se trata de ver en qu¨¦ casos los resultados de experimentos realizados en pa¨ªses terceros pueden ser aceptados, especialmente los relativos a nuevos f¨¢rmacos. Otras cuestiones sobre las que se est¨¢ avanzando son la extensi¨®n de pandemias como la gripe, una enfermedad cuyos efectos son incomparablemente mayores que la de las vacas locas; los efectos de virus de origen tropical; las secuelas de vivir permanentemente en edificios cerrados o evaluar si realmente hay posibilidades de que el bioterrorismo prospere.
P. Pese al valor de sus opiniones, que nadie discute, admitir¨¢ una cierta frustraci¨®n cuando observa que a veces sirven de bien poco.
R. Ver¨¢. Un informe emitido por diversas academias cient¨ªficas se?ala que la actividad industrial influye de forma decisiva en el cambio clim¨¢tico. A pesar de lo que dice la ciencia, el presidente Bush ha decidido no hacer caso. Otro: 13 academias de ciencias de todo el mundo han dicho que los organismos modificados gen¨¦ticamente son una oportunidad interesante y que las actuales regulaciones son suficientes para asegurar que no hay efectos sobre la salud ni el medio ambiente. En EE UU se ha hecho caso y en Europa no. La informaci¨®n est¨¢ ah¨ª. Cada cual debe asumir sus responsabilidades. Puede ser frustrante, pero es as¨ª.
P. Traslademos la cuesti¨®n a nivel espa?ol. En Espa?a nadie representa la voz de la ciencia.
R. La comunidad cient¨ªfica espa?ola es peque?a, joven y poco estructurada, adem¨¢s de muy fragmentada. Se est¨¢ construyendo. Las sociedades cient¨ªficas y las academias deben encontrar su lugar.
P. Tampoco desde la Administraci¨®n parece que se est¨¦ por la labor.
R. Por ahora no hay, en efecto, un mecanismo consultivo en Espa?a, a pesar de que est¨¢ previsto por la ley. La situaci¨®n contrasta con el resto de Europa, donde cada pa¨ªs dispone de uno adaptado a su cultura, sensibilidad y problem¨¢tica.
P. ?Ser¨ªa interesante ponerlo en marcha en Espa?a?
R. Cada vez hay m¨¢s decisiones pol¨ªticas basadas en datos y opiniones cient¨ªficos. Lo est¨¢ siendo el caso de las vacas locas, como anteriormente lo fueron Do?ana, el uranio empobrecido, el Tireless, la fiebre aftosa, la peste porcina o ahora el aceite de orujo. Aunque es cierto que los pol¨ªticos no siempre entienden a los cient¨ªficos, porque a menudo el conocimiento sobre una materia es incompleto y respondemos con un 'no se sabe', la existencia de este tipo de comit¨¦s es imprescindible. En Espa?a no existe todav¨ªa un comit¨¦ de expertos capaz de responder a este tipo de preguntas, algo que no deber¨ªa permitirse ning¨²n pa¨ªs que aspire a ser moderno.
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