Gil y Gil
Mientras el caso Gescartera se va adentrando en el proceloso territorio de los misterios teologales, con mucho obispo y militar por medio, a manera de nueva, gloriosa alianza de la cruz y de la espada, retorna en Marbella el caso Gil y Gil y Gil y Gil y Gil y Gil... apellido que se repite binario y se prolonga por la Vida y por la Historia con vocaci¨®n de dinast¨ªa. Despu¨¦s de los Borbones y los Botines, constituyen los Gil y Gil y Gil y Gil y Gil y Gil la dinast¨ªa m¨¢s trabada de Espa?a y con m¨¢s vocaci¨®n de futuro. No se sabe para qu¨¦ se han robado los documentos sumariales sobre los casos Gil, aunque inicialmente se supuso que el robo trataba de retrasar la acci¨®n de la justicia contra el correoso pospresidente del Atl¨¦tico de Madrid, tambi¨¦n cabe la explicaci¨®n de que los ladrones hayan querido acceder a la l¨®gica interna de las querellas contra el que pudo ser conde Don Juli¨¢n de la segunda Transici¨®n espa?ola.
Robo a favor o en contra de Gil y Gil, pero motivado por uno de los fen¨®menos m¨¢s misteriosos que jam¨¢s gener¨® sociedad abierta alguna, si exceptuamos aquella espl¨¦ndida promoci¨®n de esp¨ªas sovi¨¦ticos que apareci¨® en la Universidad inglesa de entreguerras, uno de los cuales lleg¨® incluso a perito art¨ªstico de la reina de Inglaterra. La irresistible ascensi¨®n del ciudadano Gil y Gil se debi¨® a la coincidencia de los medios de comunicaci¨®n ansiosos de convertir derecha biol¨®gica en mercanc¨ªa y a las cualidades del propio personaje como emisor de se?ales posmodernas. Har¨ªa falta el talento de un Jameson para descodificar a Gil como complejo mensaje de rico pero peligroso franquista constructor de obras, prestidigitador de clubes de futbol, ba?ista desnudo y sex symbol de los gordos de Espa?a, repartidor de hostias en las reuniones de presidentes de clubes de f¨²tbol, conjunto de contrastes que hacen de ¨¦l Las Vegas, a manera de producto popurr¨ª de la segunda transici¨®n.
Genio de la utilizaci¨®n de la paranoia, Gil consigui¨® convertir los acosos judiciales en la prueba de la maldad de las sociedades democr¨¢ticas, y los que tem¨ªamos que desapareciera como ¨²ltimo epifen¨®meno del siglo de Hiroshima y el sida vemos que no, que hay Gil y Gil y Gil y Gil y Gil para rato.
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