Un reloj para el presidente
A ver si alg¨²n aficionado se siente generoso y le regala un reloj a Pablo Colmenarejo, presidente de esta corrida. El que lleva a la plaza debe ser el que le regalaron de ni?o, cuando hizo la primera comuni¨®n y, claro est¨¢, semejante peluco se le parar¨¢ cada dos por tres y as¨ª no hay manera de que pueda saber si han pasado ya los minutos reglamentarios para el toque de clar¨ªn.
Con este viejo reloj de la infancia, las corridas que presida Colmenarejo llevan camino de terminar con las claras del d¨ªa. En la de ayer, Jesul¨ªn de Ubrique y Enrique Ponce oyeron sus correspondientes avisos con m¨¢s de tres minutos de retraso. Y como luego ambos se permitieron dar una vuelta al ruedo lenta, parsimoniosa y con mucha flema y cachaza, pues, lo dicho: pudimos haber salido de la plaza con el lucero del alba. Las corridas de este siglo XXI se caracterizan por la largu¨ªsima y pesada duraci¨®n del ¨²ltimo tercio.
Arauz / Ponce, Jesul¨ªn, Mill¨¢n
Toros de Arauz de Robles (tres rechazados en el reconocimiento), desiguales e inv¨¢lidos. 3?, 4? y 5?, de Aldeanueva: aceptables, floj¨ªsimos, aborregados. Enrique Ponce: estocada honda contraria y descabello. Le perdonaron un aviso (oreja protestada); estocada trasera desprendida -aviso con mucho retraso- y dobla el toro (dos orejas). Jesul¨ªn de Ubrique: estocada corta -aviso con retraso- y dobla el toro (algunas palmas); pinchazo y estocada honda atravesada -aviso con mucho retraso- y dobla el toro (oreja). Jes¨²s Mill¨¢n: pinchazo y estocada ladeada (oreja); estocada ca¨ªda (oreja). Ponce y Mill¨¢n salieron a hombros. Plaza de Colmenar Viejo, 27 de agosto, 3? de feria. Cerca del lleno.
Durante los dos primeros, s¨®lo podemos ver lances de compromiso a la ver¨®nica, todos con el paso atr¨¢s. Una varita simulada por parte de los picadores y un turno de banderillas acelerado y de tr¨¢mite, con alguna excepci¨®n de vez en cuando como la de Francisco Javier Rodr¨ªguez, subalterno de la cuadrilla de Jes¨²s Millan, que ayer salud¨®, desmonterado, despu¨¦s de dos magn¨ªficos pares.
Luego vinieron las interminables faenas de muleta. Como la de Enrique Ponce al cuarto toro. Faena t¨ªpicamente poncista, con mucho toreo en paralelo y superficial en la primera parte, aderezado con el uso del pico y despidiendo al morlaco hacia afuera. Con ese toreo se pueden dar hasta mil y un muletazos. Despu¨¦s vinieron cinco o seis pases toreando de verdad para que veamos que tambi¨¦n sabe hacerlo. Y, por ¨²ltimo, sus moner¨ªas con m¨¢s teatro que toreo. As¨ª no se extra?a su colecci¨®n de avisos por todas las plazas y sus indultos de algunos toros, porque los toros que torea Ponce vienen y van, vienen y van, sin castigo, como los de los rejoneadores y, claro est¨¢, que as¨ª no se agotan nunca. Con el que abri¨® plaza consigui¨® sacarle alg¨²n natural aceptable a base de pisarle el terreno y entregarse.
Jesul¨ªn de Ubrique tuvo que recurrir a las ma?as de sus tiempos fr¨ªvolos para conseguir los aplausos de un p¨²blico que estuvo muy cicatero con ¨¦l. La faena al quinto, al que se enfrent¨® espoleado por el triunfo de Ponce en el toro anterior, la empez¨® con frialdad y sin cruzarse, aunque bien es cierto que tore¨® con mando y largura. Como el p¨²blico no mostraba mucho ardor se decidi¨® por terminar con el pase de la tortilla, desplantes arrodillado de espaldas al toro y otras lindezas.
Jes¨²s Mill¨¢n tuvo un toro incierto y quedado y otro inv¨¢lido e imposible. En los dos super¨® los problemas a base de ¨¢nimo y decisi¨®n. En el tercero empez¨® bien y acoplado. Le aplaudieron mucho los banderazos por alto con que remataba las series. El ¨²ltimo de la tarde no permit¨ªa el lucimiento y, a pesar de ello, Mill¨¢n lo busc¨® con el recurso del arrim¨®n y los rodillazos. Algunos pases tuvieron m¨¦rito por la prolongaci¨®n que dio a la embestida de un burel que a duras penas se ten¨ªa en pie.
En la corrida se cortaron cinco orejas, la mayor¨ªa regaladas. Y es que el p¨²blico, cuando adquiere en taquilla su localidad, se cree con derecho a conceder los trofeos a todos los toreros y, si no lo consigue, piensa que lo est¨¢n estafando.
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