Jospin y Tobin
Lionel Jospin, primer ministro socialista franc¨¦s, tomar¨¢ una 'iniciativa para que Europa act¨²e en favor de la tasa Tobin'. M¨¢s de un cuarto de siglo atr¨¢s, el economista que le dio su nombre propuso un impuesto para, en un mundo bien diferente del actual, gravar los movimientos especulativos de divisas, y que la recaudaci¨®n fuera a los pa¨ªses m¨¢s atrasados. A pocos meses de los comicios presidenciales y legislativos, la propuesta de Jospin tiene una evidente carga electoralista y constituye un gui?o a los movimientos antiglobalizaci¨®n, a los que en las ¨²ltimas semanas ha cortejado con la esperanza de atraer esa bolsa potencial de votos.
Aplicar esta tasa en un solo pa¨ªs es imposible. Europa podr¨ªa impulsarla, pero para tener posibilidades tiene que ser mundial, como propuso desde un principio el propio Tobin. Jospin alimenta as¨ª, desde un Gobierno de peso, el debate sobre una globalizaci¨®n a la que tanto el primer ministro como su rival, el actual presidente Jacques Chirac, quieren poner coto y regular.En su Conferencia Pol¨ªtica de julio, el PSOE comprometi¨® su 'adhesi¨®n' a 'la tasa Tobin y a los movimientos que la apoyan'. Varios son los partidos que avanzan en esa direcci¨®n, aunque los europeos est¨¢n divididos al respecto. Los gobiernos la debatir¨¢n en el pr¨®ximo Ecofin.
Hoy resulta harto dif¨ªcil definir qu¨¦ movimientos de capitales son esencialmente especulativos. Lo m¨¢s importante no es controlarlos, sino reducir las asimetr¨ªas que ha producido la globalizaci¨®n. Para ello, antes que la tasa Tobin, es necesario recuperar el debate sobre una nueva arquitectura financiera internacional, una gobernaci¨®n mundial en la que la UE actuara con una sola voz europea en el FMI o el Banco Mundial, frente a EE UU, reticente ante los organismos internacionales. Pero los europeos ni siquiera han sido capaces de ponerse de acuerdo entre ellos o con EE UU sobre el control de los para¨ªsos fiscales.
Algunos socios del Gobierno de la 'izquierda plural' en Francia han acogido bien la propuesta de Jospin, pero han criticado las concesiones que ha hecho el primer ministro para flexibilizar, y desvirtuar, la aplicaci¨®n de la semana laboral de 35 horas en la peque?a y mediana empresa, o su silencio sobre los despidos masivos que se preparan para el oto?o. El propio ministro de Finanzas, Laurent Fabius, considera impracticable una tasa Tobin, y prepara, como oferta alternativa, un impuesto sobre las ventas internacionales de armas, de las que en un 80% son responsables EE UU, el Reino Unido y la propia Francia.
Despu¨¦s de lo ocurrido en la cumbre del G-8 en G¨¦nova no s¨®lo es natural, sino recomendable, que Gobiernos, partidos o instituciones europeas o internacionales se percaten de lo que traen los vientos de protesta, dialoguen con esos movimientos y busquen respuestas a los problemas de la globalizaci¨®n. Lo que es absurdo es que, siguiendo el ejemplo de Berlusconi, el miedo a los manifestantes lleve a los ministros de la OTAN a reunirse protegidos en una base militar, o que la FAO (Organizaci¨®n de la ONU para la Agricultura y la Alimentaci¨®n) traslade su cumbre en el tiempo o en el espacio.
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