Dorothy ha vuelto
Me parece fascinante que Camacho, el seleccionador nacional de inversiones, haya usado una sociedad fantasma precisamente en la isla de Jersey, que es donde Alejandro Amen¨¢bar ha situado la espectral tragedia de amor materno de su ¨²ltima pel¨ªcula. He visto Los otros en un pase de prensa y estoy deseando volver a verla con p¨²blico, un d¨ªa de fin de semana por la tarde. Ahora que s¨¦ el final, apreciar¨¦ con mayor profundidad el trabajo de nuestro joven talento. De entrada, les dir¨¦ que es su mejor pel¨ªcula, que carece de efectos especiales porque no los necesita: le sobra con la asfixiante atm¨®sfera y el excelente trabajo de los actores, liderados por una Nicole Kidman sencillamente grandiosa.
Desconcertado pero impasible el adem¨¢n, Aznar regresa al Pa¨ªs de Aqu¨ª No Pasa Nada, despu¨¦s de ba?arse en la beatitud de los monjes de Silos, aliviado porque, al mantener su voto de mudez, no le hayan preguntado por Gescartera Dorothy ha vuelto
Los fantasmas de Los otros no tienen nada que ver con las fantasmadas financieras de Jersey, que pertenecen m¨¢s bien al mundo de enso?aci¨®n que se nos ha querido vender, a la Espa?a del bienestar a cuya exhibici¨®n hemos asistido en los ¨²ltimos dos a?os, mientras Aznar y sus pitufos se sacaban visones de la chistera. Pero llega septiembre y la realidad pierde esa sofocante, enga?osa luz veraniega que la convierte en una masa aparentemente gaseosa, incolora, inodora e indolora.
El desconcertado pero impasible el adem¨¢n Aznar regresa al Pa¨ªs de Aqu¨ª No Pasa Nada, despu¨¦s de realizar sus conjuros milagrosos de fin / principio de temporada. Despu¨¦s de darse su acostumbrado ba?o de beatitud con los monjes de Silos, sin duda aliviado de que ellos no hayan invertido en Gescartera (y de que no le pregunten por el asunto: mantienen el voto de mudez); y despu¨¦s de pasar, tambi¨¦n, por las aguas milagrosas de una inmersi¨®n en lo suyo, los suyos y su Quintanilla de On¨¦simo.
Me encantar¨ªa, lo confieso, asistir a esos banquetes de natural castellano viejo, con sus recios alimentos y sus ardientes discursos de enderezamiento patrio. Ser¨ªa casi tan gratificante como ver desde una buena localidad de platea a Leticia Sabater convertida en la Dorothy de El mago de Oz, o sea, haciendo de Judy Garland, pero en plan La amenaza fantasma y sin que la metan en la trena. Tienen mucho en com¨²n, Aznar y el personaje de Dorothy, y no es por la envergadura f¨ªsica, no me interpreten mal: es que ambos buscan empecinadamente que salga el Arco Iris. Pero el de Judy Garland s¨ª sali¨®: era ella misma, su voz incomparable. Los arcoiris de Leticia y de nuestro presidente, en cambio, ofrecen un amplio cat¨¢logo de imprevisibles consecuencias entre letales y dantescas.
Observar¨¢n que, cuanto m¨¢s estremecedora resulta la realidad, m¨¢s jugamos en los medios con t¨¦rminos alusivos a lo del otro mundo. Ese buque que navega sin rumbo con sus cientos de refugiados, casi todos afganos, a quienes nadie quiere acoger. Vive Dios que si hay un lugar del que huir (aparte del teatro donde estrene Leticia Sabater) es Afganist¨¢n. Sin embargo, ah¨ª tienen a los gobiernos, los mismos que se tiraron de las vestiduras y se rasgaron los pelos cuando las estatuas aquellas de los cojones fueron reducidas a escombros; ah¨ª les tienen, dec¨ªa, sin que el menor rastro de compasi¨®n altere sus nobles pechos. ?Habr¨ªa sido distinto si en el barco hubieran huido 400 estatuas de Buda? C¨®mo molestan, en este mundo de fantas¨ªas y de dineros voladores, los seres humanos con su realidad cruda y dura.
Pero llega septiembre, ¨¦sta que lo es regresa a otros lugares de este peri¨®dico, y el trance de pasar de un sitio a otro, del forzoso regocijo del verano al cotidiano acontecer, ser¨¢ un verdadero trago fantasmal: y los mismos perros ladrar¨¢n con los mismos collares. Con perd¨®n, por supuesto, de los perros y de los collares en general.
Y quiz¨¢ en el oto?o que se avecina, melanc¨®licamente, durante una de sus noches po¨¦ticas, el presidente Aznar, enfermo de realidad y palp¨¢ndose la Gescartera, con los ojos perdidos en las fronteras y las alambradas que los otros tienen prohibido cruzar, invitar¨¢ a cenar a Leticia Sabater y juntos entonar¨¢n, con ese algo amenazante que subyace en toda mediocridad no digerida, el famoso estribillo: 'Somewhere, over the rainbow...'.
Leticia Sabater
'O c¨®mo convertir 'El mago de Oz' en 'La amenaza fantasma' sin que te metan en la trena'
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