Agredano digital
Rafael Agredano presenta, en Valencia, una serie de obras que traspasan las fronteras de la pintura, la fotograf¨ªa y el dise?o por ordenador. Son todo eso y, a la vez, algo distinto. Salpicadas de enigm¨¢ticos fragmentos de textos de correo electr¨®nico, el artista cordob¨¦s considera este trabajo el 'diario de un screenager en celo'.
JE T'EMAILE... MOI NON PLUS
Rafael Agredano Pintura Galer¨ªa Tom¨¢s March Aparisi y Guijarro, 7. Valencia Hasta el 29 de septiembre
Cerca de veinte a?os han transcurrido ya desde la aparici¨®n en Sevilla del primer n¨²mero de la revista Figura, en torno a cuyos postulados se organiz¨® transitoriamente aquel dispar grupo de j¨®venes andaluces (Romero, Guzm¨¢n, Espaliu, Paneque, Gonz¨¢lez, Cabrera, Cadenas, Lacalle...) que acabar¨ªa por revelarse como uno de los planteles m¨¢s fecundos y significativos del arte espa?ol de las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado. Entretanto, como es l¨®gico, cada uno ha seguido su propio camino con mayor o menor fortuna y coherencia. Unos han optado por el concepto o la acci¨®n, otros han perseverado en la pintura.
En este marco, el caso de Rafael Agredano (C¨®rdoba, 1955) ha resultado ser, tal vez, uno de los m¨¢s curiosos. De hecho, puede decirse que su trayectoria ha discurrido hasta ahora bajo el designio de una extra?a y bastante parad¨®jica fidelidad a la pintura, cristalizada en una obra repleta de im¨¢genes problem¨¢ticas en donde esa vieja tradici¨®n se prosigue a t¨ªtulo de examen autocr¨ªtico permanente.
Esto se percib¨ªa ya con toda claridad, por ejemplo, en sus oblicuos e ir¨®nicos trabajos de finales de los ochenta y principios de los noventa, en sus sarc¨¢sticas versiones de las Se?oritas de Avignon, de 1994, o en su serie de autorretratos fotogr¨¢ficos (Hard Light Opera) de 1997, en donde el artista se nos ofrec¨ªa transfigurado en los m¨¢s inopinados y extravagantes personajes humanos e inhumanos.
Esta actitud vuelve a reconocerse ahora en esta muestra que nos ocupa. Se trata de pintura, si se quiere, en un sentido figurado, al menos en la medida en que su eventual significado deriva, en buena parte, de una reflexi¨®n sobre la dif¨ªcil situaci¨®n en que se encuentra la pintura en un enclave hist¨®rico como el nuestro, un mundo de representaciones dominadas por las nuevas tecnolog¨ªas.
Lo cierto es que estas pinturas han sido producidas con la ayuda del ordenador, vali¨¦ndose el artista de un reciente programa inform¨¢tico merced al cual se hace posible dise?ar las im¨¢genes en la pantalla a tama?o real, con todo detalle, para luego transferirlas con la m¨¢xima nitidez a papel fotogr¨¢fico. Sin embargo, ni el recurso a este soporte confiere a las obras el car¨¢cter de aut¨¦nticas fotograf¨ªas, ni tampoco el hecho de que hayan sido elaboradas por ordenador, ni siquiera el de que en ellas aparezcan mensajes (unos textos enigm¨¢ticos, por privados y fragmentarios) extra¨ªdos de los flujos de los e-mail franceses, las convierte en absoluto en una variante del llamado net-art.
Presentadas como el 'diario de un screenager en celo', lo que se reconoce en ellas es, m¨¢s bien, una indicaci¨®n o una rememoraci¨®n de las incertidumbres de las que se alimenta la pintura en nuestros d¨ªas. Proveerla de refugio en una ficci¨®n digital de s¨ª misma forma parte plenamente de lo que hoy permiten las reglas del juego.
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