1.200 habitaciones
En esta enciclopedia, Rufus Camphausen muestra c¨®mo en la historia siempre ha estado unido el cuerpo y la religiosidad, el impulso er¨®tico y la espiritualidad.
DICCIONARIO DE LA SEXUALIDAD SAGRADA
Rufus Camphausen Jos¨¦ J. de Ola?eta (editor) Palma de Mallorca, 2001 412 p¨¢ginas. 4.900 pesetas
Es conocida la distinci¨®n que hiciera Umberto Eco entre diccionario y enciclopedia como paradigmas o estrategias de conocimiento representativos de dos ¨¦pocas, modernidad y posmodernidad. En efecto, el diccionario, que sigue el modelo del ¨¢rbol de Porfirio, ofrece determinaciones jer¨¢rquicamente ordenadas de lo particular a lo universal, en las que cada singularidad, pierde su autonom¨ªa; la enciclopedia, en cambio, acorde con un modelo de red, procede estableciendo relaciones: en vez de definir, describe; en vez de delimitar, circunscribe; en lugar, pues, de finitud (definici¨®n, l¨ªmite), ofrece escritura, ampliaci¨®n de los m¨¢rgenes que todo diccionario erradica; en lugar de decir lo que algo 'es' (como perteneciente a), nos dice lo que ocurre. La distinci¨®n es, pues, m¨¢s importante de lo que pudiera suponerse; no tiene que ver con el volumen de la obra, sino con el requerimiento cognitivo que viene sugerido por una determinada manera de entender el mundo.
Actualmente es frecuente encontrarse, en el panorama editorial, con diccionarios que son, en realidad, enciclopedias. El Diccionario de la sexualidad sagrada es uno de ellos. Para saberlo no hace falta ni tan siquiera percatarse de que el t¨ªtulo original fuese The Encyclopedia of Sacred Sexuality; basta considerar la compleja trama de relaciones que consiguen trazar, en cada voz, las constantes remisiones a otras entradas, brindando al lector curioso un sinf¨ªn de itinerarios posibles. ?ste no efect¨²a, as¨ª, una simple 'consulta' (la que el ignorante le hace al docto/r), sino que es un invitado, un hu¨¦sped. La enciclopedia ensancha, se?aliza, marca, indica, procura accesos y retrocesos, convergencias, ofrece estancias.
As¨ª ocurre en esta obra de
Camphausen que nos invita a pasar el verano en las 1.200 habitaciones de este sagrado territorio multicultural para mostrarnos hasta qu¨¦ punto estuvo unido lo que los hombres (digo bien) de nuestras tribus desunieron: el cuerpo y la religiosidad, el impulso er¨®tico y la espiritualidad.
En algunas de ellas podremos sorprendernos, por ejemplo, al descubrir que la piedra negra de la Kaaba de la Meca, considerada como la mano de Al¨¢, es un meteorito engarzado en un marco de plata con forma de mandorla y que el lugar de aquel santuario fuese, en tiempos preisl¨¢micos, el que ocupaban las sacerdotisas de la diosa lunar Al'Lat (lit. 'Diosa') y que tambi¨¦n Cibeles, la diosa frigia, 8.000 a?os antes de que su imagen antropom¨®rfica sirviese de referencia en la arteria madrile?a, se veneraba igualmente en la forma de una piedra negra. Comprenderemos c¨®mo los matriarcados y sus cultos a la fertilidad fueron sustituidos por el culto al poder de los distintos patriarcados, c¨®mo necesitaron del arma m¨¢s eficaz, lo que hoy conocemos como sentido de culpa, c¨®mo se degradaron entonces instituciones ancestrales como la prostituci¨®n sagrada y su mismo nombre, y c¨®mo el surgimiento de ciertos movimientos espirituales, tales como algunas ramas t¨¢ntricas en la India, por ejemplo, fueron reacciones contra poderes sacerdotales represores. El poder, ciertamente, gusta de la existencia de los m¨¢rgenes, esos calabozos en los que recluye todo lo que persigue para mantenerse a s¨ª mismo en el centro; y es que sin m¨¢rgenes, sin marginados, todo ser¨ªa centro. Imaginemos un mundo sin marginaci¨®n (tal vez sea cierto que el mundo es lo que imaginamos); quiz¨¢ todo fuese m¨¢s sencillo.
Detr¨¢s de las estancias de aquella casa de Camphausen, hay corredores: un ap¨¦ndice con 28 ¨ªndices tem¨¢ticos (de deidades, individuos, afrodisiacos, aromas, sustancias, rituales, costumbres, s¨ªmbolos, t¨¦cnicas, lugares sagrados, etc¨¦tera). Dependiendo del que elijamos, nos encaminaremos por las coordenadas geogr¨¢ficas y culturales de Europa o de ?frica, Egipto, India, Nepal, Persia, China, Corea, Jap¨®n, Ocean¨ªa, Am¨¦rica del Sur y otras m¨¢s. Cada una de ellas puede ser un centro y tambi¨¦n, y sobre todo, un punto de partida.
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