El regreso del hechicero
Escrita al final de su vida, ?Mira los arlequines! es una autobiograf¨ªa sentimental y literaria de Vlad¨ªmir Nabokov, llena de trampas y gui?os, con cuya edici¨®n cr¨ªtica se abre el ciclo de madurez en la recepci¨®n de uno de los grandes escritores del siglo XX.
?MIRA LOS ARLEQUINES!
Vlad¨ªmir Nabokov Edici¨®n de Javier Aparicio Maydeu Traducci¨®n de Enrique Pezzoni C¨¢tedra. Madrid, 2001 296 p¨¢ginas. 1.800 pesetas
Aparecida en Estados Unidos (McGraw-Hill) en 1974, tres a?os antes de la muerte de su autor, esta novela -esencial para comprender la magnitud del experimento literario nabokoviano- fue publicada en castellano por primera vez hace 25 a?os (Sudamericana) y en 1980 la edit¨® Edhasa en Espa?a. Javier Aparicio Maydeu ha recuperado esa versi¨®n de Enrique Pezzoni para establecer una excelente edici¨®n cr¨ªtica (a la que s¨®lo se puede reprochar la omisi¨®n de los traductores de Vlad¨ªmir Nabokov) que va m¨¢s all¨¢ de sus numerosos m¨¦ritos filol¨®gicos y marca el inicio de una nueva etapa, madura y documentada, en la recepci¨®n de Vlad¨ªmir Nabokov en lengua espa?ola. Es indiscutible que el ¨¦xito consagr¨® al autor de Lolita como un eficaz divulgador de fantas¨ªas de estrecho espectro, pero es igualmente evidente que ¨¦l nunca renunci¨® a su leg¨ªtimo puesto de privilegio entre los creadores m¨¢s complejos e ingeniosos del siglo XX y era hora ya de que las ediciones de sus textos permitieran adentrarse, tambi¨¦n, en su sofisticada y original manera de perge?ar el milagro de la literatura.
En las postrimer¨ªas de su vida
acad¨¦mica, el venerado Vadim Vladim¨ªrovich, llamado incluso McNab, decide rememorar su poli¨¦drica existencia a partir de su exilio franc¨¦s, en los a?os veinte: 'En estas memorias mis mujeres y mis libros se entrelazan como las letras de un monograma o los dibujos de una marca de agua o de un ex libris'. Con su cuarta musa -excluidas las sucesivas criadas y su propia hija- cierra su interpretaci¨®n sentimental y tramposa de ese medio siglo de invenci¨®n narrativa que le granjear¨ªa la gloria entre alumnos y lectores y la zozobra ante la soledad. Nabokov se parodia a s¨ª mismo y al hacerlo se lleva por delante a una legi¨®n de cr¨ªticos y editores, alumnos y figurantes de su propia biobibliograf¨ªa, tan llena de an¨¦cdotas y gags como la mejor inventada de las ficciones. Aparicio anota con precisi¨®n el rastro de este vidrioso artificio que emparenta a Vlad¨ªmir Nabokov con los escritores y artistas m¨¢s cabalmente posmodernos, convirtiendo la lectura de esta peculiar y tard¨ªa proclamaci¨®n del yo nabokoviano en un apasionante itinerario por las vanguardias y los hitos de la modernidad.
Del mismo modo que el descubrimiento de su intimidad abarca infinitos aspectos (desde el recuerdo infantil -Bendito sea mi primer, dulce amor, una ni?a en un huerto- con alusiones sexuales, inusualmente expl¨ªcitas), el universo que estructura la memoria de Nabokov demuestra estar irremediablemente ligado al humor y a la especulaci¨®n ling¨¹¨ªstica, dos facetas que adem¨¢s interact¨²an para rizar el rizo de la fabulaci¨®n perpetua. As¨ª sucede por ejemplo durante el delirante episodio en que Vadim regresa, disfrazado y con pasaporte falso, al 'sombr¨ªo Pa¨ªs de las Maravillas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica' en pos de su conflictiva y esquiva hija, casada con un acomodado hippy prosovi¨¦tico.
La coincidencia es 'un rufi¨¢n y un fullero en las novelas corrientes' pero tambi¨¦n 'un artista maravilloso en el dise?o que forman los hechos recordados por un ins¨®lito autor de memorias', dice Nabokov casi al final de este regreso al ruedo de los hechizos en el que los juegos de ideas y de palabras y los hechos (inventados o recordados) demostrando que fue uno de los verdaderos protagonistas de las artes exiliadas, por m¨¢s que su empe?o en relativizar sus triunfos muestre en cada pliegue su satisfecha y firme inocencia.
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