Un poeta del orden y la belleza

Con su siglo largo de experiencia y prestigio, la Real Orquesta del Concertgebouw de Asmterdam sigue siendo uno de los buques insignias del sinfonismo europeo. Formada y mantenida por una serie de batutas egregias -Mengelberg, Van Beinum, Haitink-, desde 1988 est¨¢ en manos del milan¨¦s Riccardo Chailly, con el que se ha presentado en la sala Argenta para ofrecer obras emblem¨¢ticas de dos autores del siglo XX.

De Stravinski sonaron con esplendidez individual y colectiva dos suites de ballet: Agon, de 1957 y El p¨¢jaro de fuego, de 1919. La primera supone una ascesis, una renuncia a la feria de colores y una austeridad desde la que el compositor se aproxima al sch?nbergismo imperante entonces, sin que se debilite la fuerza de su personalidad por encima de los estilos y procedimientos cultivados. Chailly, m¨²sico de s¨®lidos saberes, poetiza esta m¨²sica geom¨¦trica en vez de diseccionarla a la manera de Boulez. El p¨¢jaro de fuego se alza, en cambio, como creaci¨®n de m¨¢gica plasticidad, po¨¦tica diversificada -desde la sutileza al fuerte juego de los ritmos- y por supuesto impacta mucho m¨¢s a la audiencia.

De Ravel tuvimos La Valse, de 1920, gran homenaje a la Europa de ayer exactamente evocada por el escritor Stefan Zweig. Los a?os felices y el tiempo de la seguridad se desarrollan en el poema hasta el crujido final de su destrucci¨®n.

El maestro y su formidable orquesta ponen en todo momento orden y belleza, y as¨ª lo hicieron en El concierto en Sol, de comienzos de los a?os treinta, protagonizado por el excelente pianista lyon¨¦s Jean Yves Thibaudes, heredero directo de la hist¨®rica raveliana y fallesca Luciette Descaves, y due?o de un virtuosismo profundo que no cede nada al efectismo f¨¢cil. Fueron muchos los aplausos y la impresi¨®n producida por la gran sinf¨®nica visitante.