Hablar de o¨ªdas
En su reciente entrevista con el periodista polaco Adam Michnik, Arzalluz atribuy¨® a Blair la firma del acuerdo de Downing Street (fue Major) y situ¨® 'hace 20 a?os' la firma de la declaraci¨®n sobre la autodeterminaci¨®n del Parlamento vasco (es de 1990). M¨¢s grave es que afirmase que la econom¨ªa vasca no depende tanto del mercado espa?ol porque exporta 'allende las fronteras de Espa?a' el 70% de lo que produce. Seg¨²n un informe del BBV de mayo de 1999, 'm¨¢s del 60% de las exportaciones vascas tiene como destino el resto de Espa?a'. La falsedad tiene su importancia porque forma parte de la argumentaci¨®n para demostrar que en una Euskadi independiente 'econ¨®micamente vivir¨ªamos mucho mejor'.
En su discurso de Zarautz desliz¨® otro par de falsedades: que en 'la Comunidad Aut¨®noma Vasca y Navarra s¨®lo el 30% se pronunci¨® por el s¨ª' en el refer¨¦ndum constitucional; y que est¨¢ sin cumplir 'el 40%' del Estatuto. En el refer¨¦ndum de 1978, el 68,8% de los votantes de Euskadi y el 75,7% de los de Navarra vot¨® s¨ª; es cierto que hubo una alta abstenci¨®n, pero no es leg¨ªtimo considerarla sin m¨¢s como abstenci¨®n pol¨ªtica, de rechazo a la Constituci¨®n. As¨ª lo argument¨® en su d¨ªa el PNV frente a los sectores centralistas que pretend¨ªan que el Estatuto de los a?os 30 hab¨ªa sido rechazado en ?lava porque la suma de abstenciones m¨¢s votos negativos superaba a los votos positivos.
Jos¨¦ Miguel de Azaola hizo un c¨¢lculo restando de la abstenci¨®n registrada en el refer¨¦ndum de 1978 la media de la contabilizada en las elecciones m¨¢s cercanas a la consulta (1977, 1979 y 1980). El resultado era que en Guip¨²zcoa el rechazo (votos negativos+abstenci¨®n pol¨ªtica+votos en blanco) superaba ampliamente a los votos positivos, mientras que en ?lava y Navarra ocurr¨ªa lo contrario y en Vizcaya se produc¨ªa una ligera ventaja del rechazo. Pero incluso contando toda la abstenci¨®n como voto de rechazo, saldr¨ªa el 34,9% y no el 30% que, seg¨²n Arzalluz, marca 'la legitimidad' con que cuenta la Constituci¨®n. Es un argumento de doble filo porque su partido lleva 21 a?os gobernando con porcentajes sobre el censo inferiores: en promedio, tras siete elecciones auton¨®micas, el 22%. Y seg¨²n el Euskobar¨®metro de mayo, la adhesi¨®n de los ciudadanos de Euskadi a la Constituci¨®n ser¨ªa ahora superior al rechazo: 40% frente a 32%.
El nacionalismo utiliz¨® el escaso respaldo a la Constituci¨®n para negociar un Estatuto superior al de otras comunidades, en el entendimiento de que era la forma de reenganche de Euskadi. As¨ª se dio por hecho hasta que hace algunos a?os volvi¨® a invocarse el resultado del refer¨¦ndum constitucional para reclamar la superaci¨®n del marco estatutario. No se sabe de d¨®nde saca Arzalluz esa milonga de que queda por desarrollar el 40% del Estatuto. Ya en 1994, Juan Mar¨ªa Ollora (el padre de Lizarra) hab¨ªa reconocido que de las 54 transferencias entonces pendientes (ahora son 38) hab¨ªa tres fundamentales, Seguridad Social, Inem y Formaci¨®n Ocupacional, y que el resto 'son aire'.
Es l¨®gico que los nacionalistas reclamen esas competencias, aunque carece de fundamento la pretensi¨®n de que la ¨²nica interpretaci¨®n v¨¢lida tenga que ser la suya. Lo que no es l¨®gico es plantear a la vez el cumplimiento ¨ªntegro del Estatuto y su superaci¨®n. Arzalluz estuvo ayer a su altura acostumbrada al declarar que el PNV s¨®lo se plantear¨¢ una consulta sobre la autodeterminaci¨®n 'si se da el caso, como se va a dar, de que Aznar, en vez de desarrollar el Estatuto, lo que hace es ir retirando transferencias'. La estrategia de reclamar con tanto ¨¦nfasis esas competencias ser¨ªa una astucia para cargarse de raz¨®n ante la primera divergencia y pasar a reclamar la superaci¨®n del marco auton¨®mico desde una perspectiva soberanista. Espera as¨ª evitar el debate interno entre autonomistas y soberanistas, que dividir¨ªa gravemente al PNV.
El lehendakari, m¨¢s directo, ha dicho que 'a la vista est¨¢ que el Estatuto ya no es punto de encuentro'. Se trata de un juicio performativo: que se cumple al ser enunciado. Pues si es el lehendakari quien lo dice, autom¨¢ticamente se convierte en un factor de divisi¨®n, aunque no haya indicios de que corresponda a cambios en la percepci¨®n de la gente o a un aumento de la temperatura nacionalista: en 1986, el nacionalismo agrupaba el 68,8% de los votos; el 13-M, al 52,5%.
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