Noche en el alma
Hay una causa evidente de la superioridad de Los otros sobre Tesis y Abre los ojos, las dos pel¨ªculas precedentes dirigidas por Alejandro Amen¨¢bar. Se trata de su simplicidad, de la notable sencillez de su construcci¨®n, hecha con encuadres y movimientos de c¨¢mara n¨ªtidos y precisos, montados luego con ganas de obtener una secuencia transparente. Hay en aquellas dos pel¨ªculas un relato y un movimiento de personajes y situaciones curvo, con forma de meandro, a veces sobrecargado de ret¨®rica visual, considerada en el sentido noble de la palabra.
Pero aqu¨ª, en Los otros, esa ret¨®rica casi desaparece -quedan todav¨ªa restos de ella adheridos a algunas im¨¢genes sobrantes, o resultonas, o huecas- y deja paso a un ejercicio de cine asc¨¦tico y a un transcurso secuencial lleno de simplicidad, pero que no desarrolla un asunto simple, sino por el contrario complicado, muy complicado, de esos que se prestan a dar un patinazo que ciertamente aqu¨ª nunca llega a producirse, lo que da idea de la firmeza que ya ha adquirido el oficio de filmador de Alejandro Amen¨¢bar.
LOS OTROS
Director: Alejandro Amen¨¢bar. Director de fotograf¨ªa: Javier Aguirresarobe. Int¨¦rpretes: Nicole Kidman, Fionnula Flanagan, Christopher Eccleston, Alakina Mann, James Bentley, Eric Sykes, Elaine Cassidy, Ren¨¦e Asherson, Alexander Vince. Keith Allen, Michelle Fairley, Gordon Reid. G¨¦nero: Suspense. Espa?a-EE UU, 2001. Duraci¨®n: 109 minutos.
La pel¨ªcula funciona, se respira, divierte, cautiva, crea tensi¨®n, hace disfrutar -con un espect¨¢culo elegante, bien elaborado y de vieja noble estirpe- a la inmensa mayor¨ªa, y hay dentro de ella un trabajo de cine comercial minucioso e inteligente, sobre todo si se carga esta palabra en lo que tiene de expresi¨®n de astucia y de capacidad de c¨¢lculo. Y hay r¨¢fagas de cine vivo, adem¨¢s de cine comercial, en el sagaz dispositivo dram¨¢tico, en los contrapuntos y choques de luz -que proceden de una fotograf¨ªa muy hermosa, de un tenebrismo n¨ªtido y de gran refinamiento- y, sobre todo, en el juego interpretativo del excelente reparto, excelentemente dirigido por Amen¨¢bar.
Tira de este reparto y lo galvaniza una Nicole Kidman convencida, atrapada por lo que hace, y que desde el arranque del filme, en el plano dur¨ªsimo e inquietante de su aterrado y aterrador alarido inicial, sostiene a su fr¨¢gil, delicado y funambulesco personaje en territorios movedizos, vidriosos y arriesgados, pero surcados por ella con pasi¨®n, oficio y gallard¨ªa, sin rozar nunca la resbaladiza rampa del rid¨ªculo. Por el contrario, irrumpe en la pantalla por todo lo alto y, pese a ello, sigue subiendo a¨²n m¨¢s arriba, a medida que el relato se adentra en los escondrijos del laberinto por donde se mueve, o se desliza, o flota la presencia de esta bell¨ªsima mujer de piel transparente, con la noche metida en el alma.
Secretismo
Logra poner en movimiento Amen¨¢bar una batalla hipn¨®tica que absorbe la mirada y la atenci¨®n de quien la mira y no puede apartar los ojos de ella. En el arranque del filme lo hace con limpieza, dando en dosis peque?as pero adecuadas suficiente informaci¨®n visual acerca de la verdad de lo que est¨¢ ocurriendo en la sombr¨ªa casona que es teatro del filme. Pero hacia la mitad del metraje, cuando aparece s¨²bitamente el s¨¦ptimo personaje y todo debiera entonces aclararse a trav¨¦s suyo, para as¨ª enfocar con las cartas boca arriba -es decir, dando libertad de criterio al espectador y huyendo de la imagen desp¨®tica- el desv¨ªo final hacia el desenlace, es precisamente cuando Amen¨¢bar se pone a jugar al secretismo. Con el agravante de que antes nos ha hecho caer en la tosca trampa de un par de h¨¢biles sustos que degradan la condici¨®n sugeridora de la imagen. Y Amen¨¢bar oculta con un par de veloces y habilidosos trucos esc¨¦nicos y visuales la perfecci¨®n abierta de lo que all¨ª, en la pantalla, est¨¢ ocurriendo.
As¨ª, al caer e insistir en las facilidades del secreto, renuncia Amen¨¢bar a las dificultades del misterio, quiz¨¢s porque las considere menos productivas, pero que en el caso de otros colegas suyos que abordaron tramas argumentales similares -por ejemplo, y entre otros, Jack Clayton en Suspense y M. Night Shymalan en El sexto sentido- fueron mucho m¨¢s productivas, tanto comercial como, y esto es lo que aqu¨ª importa, art¨ªsticamente. Y Los otros, que est¨¢ a punto de ser una obra intachable, baja algunos pelda?os en el term¨®metro de sus calidades ¨¦ticas y est¨¦ticas; que son indisociables. Y roza, s¨®lo roza, el misterio, cuando estaba en su mano alcanzarlo de lleno, por lo que resuelve con un c¨¢lculo de fr¨ªa y desalmada prosa lo que podr¨ªa f¨¢cilmente -bastaba un giro de ¨®ptica, un gesto n¨ªtido hacia la claridad y la generosidad- haber sido poema.

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