Mi ¨¢ngel custodio
Cuando yo era peque?o y estudiaba en los Maristas, el hermano ?ngel (supe desde el principio que se trataba de la reencarnaci¨®n de mi ¨¢ngel custodio) me advert¨ªa a diario que no me juntase con malas compa?¨ªas, pues son como la manzana podrida, que en el cesto agusana a las dem¨¢s, etc., etc.
Los presidentes del mundo, en cambio, no parecen hacer ascos a las malas compa?¨ªas. Nixon tuvo a su Kissinger, Fujimori a su Montesinos, Chirac a su Tiberi y Aznar a su Villalonga. Claro que cuando se descubre alg¨²n pastelazo, los repudian y a otra cosa.
Tambi¨¦n el presidente Zaplana, cuando no est¨¢ inmerso en alg¨²n megaproyecto, frecuenta malas compa?¨ªas. Como s¨®lo dirige la comunidad aut¨®noma valenciana, carece de la fuerza guerrera de Nixon o de la bomba at¨®mica de Chirac, pero el hecho de no tener que ocuparse de quemar vietnamitas con napalm, rastrear senderos luminosos o montar mascletaes en el atol¨®n de Mururoa es una ventaja para ¨¦l. Buen pol¨ªtico posmoderno, Zaplana domina el arte del espect¨¢culo: es ilusionista. Nada por aqu¨ª, nada por all¨¢, tatach¨ªn, tatach¨¢n, y cuando m¨¢s despistados estamos, saca un parque tem¨¢tico del sombrero.
Oigo de pronto a mis espaldas un aleteo y la voz de mi ¨¢ngel custodio, que susurra: 'Manolo, ?te das cuenta de que la amistad con Julio Iglesias podr¨ªa llevar alg¨²n d¨ªa a la ruina a Zaplana? Iglesias es una manzana podrida'.
La culpa es de la globalizaci¨®n. Con lo feliz que estaba nuestro presidente haciendo malabarismos neoliberales a escala local, tuvo que venir ese t¨ªo de Miami a convencerlo de practicar un truco que ni la mafia de Las Vegas.
'El dinero', contin¨²a musitando en off mi ¨¢ngel custodio, 'hay que blanquearlo, no ensuciarlo, y eso de que Zaplana le haya pagado a Iglesias por hacer de embajador 372 millones de fondos p¨²blicos -limpios como el jaspe- en una cuenta secreta de la sucursal del banco suizo UBS en Nassau es como derramar tinta china sobre un traje de primera comuni¨®n, porque los 372 millones nunca pasar¨¢n por Hacienda en ninguna parte'.
Caray con mi ¨¢ngel, me digo, sabe hasta de macroeconom¨ªa, e imagino los anuncios publicitarios televisivos del detergente del futuro: Zaplana lava m¨¢s negro.
'Y luego hablan de Gescartera', prosigue revoloteando a mi alrededor: 'Es posible que los 372 millones que Zaplana acaba de ennegrecer sean s¨®lo una Gescarterita comparados con el pufo de los 18.000 que han desaparecido en todo el pa¨ªs, pero no deja de ser pecado mortal' (mi ¨¢ngel, que s¨®lo jura por la clerigalla preconciliar, todav¨ªa califica de pecado lo que es ingenier¨ªa financiera).
'Zaplana deber¨ªa de confesarse con el arzobispo para que ¨¦ste le exija un poco m¨¢s de decoro', a?ade. Bien sabe mi ¨¢ngel (en el cielo est¨¢n al tanto de todo, hasta de los malos pensamientos) que los arzobispos, despu¨¦s de especular y perder unos cuantos kilos de billetes en Gescartera, desean m¨¢s que nunca perdonar a las ovejas descarriadas sus deslices secretos con malas compa?¨ªas, sean las que sean.
Luego, la figura de mi ¨¢ngel custodio se difumina poco a poco mientras lo veo alejarse zumbando por el ¨¦ter, de regreso a la vera de Dios. Despierto. Abro los ojos y me doy cuenta de que ha sido un mal sue?o. Espa?a va bien, Zaplana va bien. No se avistan garzones en el horizonte. Todav¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.