?tica en los negocios
Del 12 al 14 de septiembre se celebra en el Palau de la M¨²sica de Valencia el decimocuarto congreso anual de EBEN (European Business Ethics Network), bajo el t¨ªtulo ?tica de la empresa en la sociedad de la informaci¨®n y de las comunicaciones. En el evento participan intelectuales bien conocidos internacionalmente en el ¨¢mbito de la sociolog¨ªa -como Manuel Castells o Ignacio Ramonet-, de la empresa -como Juan Jos¨¦ Nieto, de Telef¨®nica Media-, de los medios de comunicaci¨®n -como Juan Luis Cebri¨¢n, grupo PRISA-, etc. Aunque por encima de todos ellos resplandecer¨¢ la presencia de Amartya Sen, un premio Nobel de Econom¨ªa que considera que la ¨¦tica puede y debe impregnar el mundo de los negocios, aunque son muchos los que consideran que ¨¦stas son dos facetas de la actividad humana condenadas a divergir.
La historia nos proporciona, al menos, dos ense?anzas cardinales en el tema que nos ocupa. La primera de ellas es que pocas cosas estimulan tanto las neuronas humanas como la posibilidad de lucro. M¨¢s, incluso, que la religi¨®n. Mucho m¨¢s que la solidaridad. Parece que ya ha quedado atr¨¢s el dilema del 'ser o no ser', y que el que ahora impera es el de 'tener o no tener'. La sociedad actual est¨¢ intensamente mediatizada por el dinero, lo que no produce beneficio no existe, o existe menos. Con s¨®lo pasear por las calles nos vemos invadidos de anuncios que nos incitan a un consumo innecesario, con s¨®lo conectar la televisi¨®n permitimos que un caudal de ofertas para comprar inunden nuestras casas, con s¨®lo introducirnos en Internet llenaremos la pantalla de nuestro ordenador de sugerentes anuncios cuyo ¨²nico objetivo es el n¨²mero de nuestra tarjeta de cr¨¦dito. Como si cada persona fuese poco m¨¢s que una pieza del mercado, mero homo economicus. Pertenecer a esa rara especie que tiene al dinero como Norte requiere que cada vez ganemos m¨¢s dinero para consumir m¨¢s, lo que sucesivamente requerir¨¢ a¨²n de m¨¢s dinero, para gastar a¨²n m¨¢s..., en una especie de espiral sin fin en la que supuestamente entramos para vivir mejor (?calidad de vida?) y en la que acabamos sin tiempo para vivir.
La segunda de las ense?anzas de la historia nos muestra que los mayores progresos de la humanidad han tenido lugar cuando se ha situado al ser humano como centro de las actividades sociales. El humanismo renacentista nos sac¨® de la caverna medieval. Las proclamas humanistas de las revoluciones inglesa, estadounidense y francesa nos adentraron por las alamedas de la modernidad. El pr¨®logo de la Declaraci¨®n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano ya afirmaba que 'la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las ¨²nicas causas de las calamidades p¨²blicas y de la corrupci¨®n de los gobiernos'. Culminaci¨®n de todas las manifestaciones anteriores a favor de la igual dignidad de todas las personas es la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. La Carta de Derechos Humanos proclama que los derechos inalienables de las personas deben constituir el punto de partida y el referente permanente de cualquier actividad social, y especialmente de la acci¨®n de gobierno. Esta Carta de Derechos fue redactada cuando la humanidad viv¨ªa a¨²n bajo el clima de desolaci¨®n generado por la II Guerra Mundial. Cincuenta y dos a?os despu¨¦s la Carta de Derechos Humanos sigue en el ba¨²l de los olvidos. Cierto es que ha inspirado la cultura jur¨ªdica de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, que generalmente la refieren como uno de los pilares sobre los que se sostienen sus respectivas constituciones. Aunque en esos mismos pa¨ªses desarrollados sigue habiendo grandes bolsas de pobreza y de discriminaci¨®n.
Para los pa¨ªses no desarrollados, que el mundo no haya tomado suficientemente en serio la Carta de Derechos Humanos tiene unas consecuencias que no admiten justificaci¨®n: 80.000 personas muertas a diario a consecuencia del hambre y la miseria (en una sociedad mundial que, globalmente, es m¨¢s rica que nunca), 250 millones de ni?os sometidos a esclavitud, millones de mujeres anuladas como personas en Afganist¨¢n. Ante estas cifras, parece incontestable que el principal objetivo de la Humanidad durante las pr¨®ximas d¨¦cadas debe ser el dar una soluci¨®n cabal y definitiva a todos estos problemas. En el nuevo escenario mundial de la sociedad de la informaci¨®n y de las nuevas tecnolog¨ªas nada urge m¨¢s que garantizar el respeto a la dignidad de todas las personas, todas sin excepci¨®n. Conseguirlo nos permitir¨ªa salir de una vez por todas de ese Paleol¨ªtico de la ¨¦tica en el que a¨²n estamos instalados.
En una sociedad que tenga como objetivo prioritario el cumplimiento de los Derechos Humanos la econom¨ªa tendr¨¢ que estar al servicio del hombre, y no al rev¨¦s. Humanizar la econom¨ªa, introducir la ¨¦tica en el mundo de los negocios, es por ello una de las urgencias m¨¢s importantes de la humanidad. Avanzar en este sentido requiere que los empresarios recuerden en todo momento que primero son personas -con la dignidad que ello inherentemente conlleva, y con las obligaciones que acarrea para con las dem¨¢s personas- y despu¨¦s hombres o mujeres de negocios. El propio Adam Smith, padre del liberalismo econ¨®mico, ya puso el dedo en la llaga: 'El sentir mucho por los dem¨¢s y menos por nosotros mismos, el frenar nuestro ego¨ªsmo y fomentar nuestras afecciones de benevolencia constituye la perfecci¨®n de la naturaleza humana'.
Los tiempos que estamos viviendo constituyen un punto de inflexi¨®n en el lento curso de la historia, las nuevas tecnolog¨ªas (como Internet o la telefon¨ªa m¨®vil), y, a consecuencia de ellas, el enorme caudal de informaci¨®n que circula por el mundo, est¨¢n cambiando r¨¢pidamente el escenario en el que el hombre vive. Aprovechar esos r¨¢pidos cambios para avanzar de forma decidida hacia el cumplimiento efectivo de los Derechos Humanos y, por ello, hacia la humanizaci¨®n de los negocios, es una tarea que las generaciones actuales no podemos soslayar.
Arturo Arnau es coordinador de la Plataforma Internacional por la Globalizaci¨®n de los Derechos Humanos. www.spglobal.org administracion@spglobal.org
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