EE UU busca a sus muertos y declara la guerra a los asesinos
Bush: 'Ha sido un acto de guerra'.- El presidente de EE UU dice que el pa¨ªs demostrar¨¢ al mundo 'que no puede ser derrotado'
"?ste es el comienzo de una monumental lucha entre el bien y el mal", afirma el presidente en su discurso
El 'Air Force One' era un objetivo
Franklin Roosevelt supo canalizar la ira provocada por el ataque japon¨¦s a Pearl Harbor; Jimmy Carter se hundi¨® por la crisis de los rehenes en Ir¨¢n, y Bill Clinton salv¨® una presidencia que naufragaba con su reacci¨®n tras el atentado de Oklahoma City. La devastaci¨®n del 11 de septiembre marca el punto cr¨ªtico del mandato de George W. Bush, a s¨®lo ocho meses de su juramento como presidente de EE UU. El ¨¦xito o el fracaso, y casi todas las posibilidades de reelecci¨®n, depender¨¢n de c¨®mo asuma Bush el liderazgo en una situaci¨®n de terrible emergencia nacional. La educaci¨®n y el escudo antimisiles han quedado olvidados en el caj¨®n. Incluso la econom¨ªa, absolutamente prioritaria hasta el lunes y que sufrir¨¢ sin duda un grave empeoramiento a consecuencia del ataque, es ya un asunto secundario. El momento pide inspiraci¨®n y reflejos para devolver a los estadounidenses la tranquilidad, la seguridad y el sentimiento de que se hace justicia. El reto, de dimensiones extraordinarias, marcar¨¢ la talla de Bush como estadista. La reacci¨®n inicial no result¨® prometedora. Bush desapareci¨® demasiado tiempo durante la jornada del desastre. Hab¨ªa que garantizar su seguridad personal, es cierto (ayer hubo confirmaci¨®n por parte de la Secretar¨ªa de Estado de que el avi¨®n que se estrell¨® contra el Pent¨¢gono pretend¨ªa impactar contra la Casa Blanca o el avi¨®n presidencial, el Air Force One), pero sus dos mensajes ante las c¨¢maras fueron planos y ligeramente dubitativos, y su solemne alocuci¨®n nocturna careci¨® de la profundidad emotiva que le habr¨ªan conferido sus antecesores Ronald Reagan o Bill Clinton. Roosevelt no trabajaba ante las c¨¢maras de televisi¨®n; Bush s¨ª lo hace, y el p¨²blico pide inmediatez; quiere sentir la presencia constante del jefe en momentos cr¨ªticos como los actuales. Ya concluidas las horas de m¨¢xima emergencia, el martes por la tarde, cuando el avi¨®n presidencial regresaba ya a Washington, Bush dej¨® pasar la oportunidad de aterrizar unos momentos en alg¨²n aeropuerto de Nueva York para ofrecer su apoyo a la ciudad m¨¢s afectada por el horror. Habr¨ªan bastado una parada de 10 minutos y unas palabras al pie del Air Force One; todos los neoyorquinos, y muchos estadounidenses, hubieran agradecido ese momento de cercan¨ªa.
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