Guer¨ªn en Donostia
La noticia no por conocida extraoficialmente nos dej¨® de sorprender hace escasos d¨ªas: En construcci¨®n, la ¨²ltima y esperada pel¨ªcula de Jos¨¦ Luis Guer¨ªn, concursar¨¢ por la Concha de Oro, el m¨¢ximo galard¨®n que concede el festival de cine de San Sebasti¨¢n. Hasta ah¨ª, nada extra?o, a pesar de que resulte raro que una cinematograf¨ªa tan depauperada como la catalana actual logre el mismo a?o nada menos que dos selecciones para concursar en festivales de clase A, es decir, aquellos -muy pocos- que, por decisici¨®n de la federaci¨®n internacional del ramo, deben presentar a competici¨®n pel¨ªculas rigurosamente no estrenadas fuera de su lugar de origen. O sea que al Pau i el seu germ¨¤ de Cannes le sigue ahora el filme de Guer¨ªn en Donostia.
Pero hay al menos tres cosas que hacen de esta elecci¨®n un suceso un punto menos que extraordinario. Una, su propia adscripci¨®n: En construcci¨®n no es un filme de ficci¨®n, sino la puntillosa documentaci¨®n de un proceso, tal vez con alguna preparaci¨®n de puesta en escena -a eso se refiere el t¨¦rmino contempor¨¢neo de 'documental de creaci¨®n'-, pero documental al fin y al cabo. Otra, que el proceso del cual naci¨® tiene poco que ver con el de una producci¨®n convencional: hijo de una maestr¨ªa que impulsa la Universidad Pompeu Fabra, aunque con la marca comercial de Ovideo detr¨¢s, en la pel¨ªcula trabajan los propios alumnos de la maestr¨ªa, lo que convierte el filme en una preciosa tarjeta de presentaci¨®n para varios aspirantes a profesionales.
Habr¨ªa que agregar, en fin, otra caracter¨ªstica que redunda a¨²n m¨¢s en la excepcionalidad del caso: En construcci¨®n es la primera pel¨ªcula de no ficci¨®n -con todas las salvedades que tal adscripci¨®n supone- que concursa en San Sebasti¨¢n en los ¨²ltimos 20 a?os, y s¨®lo lo han hecho tres en 49 a?os de densa historia. Y estas rarezas, se me antoja, se pueden resumir en una sentencia que es de temer que no gustar¨¢ a quienes defienden, bien es cierto que hoy en d¨ªa con mucho menos empecinamiento que hace una d¨¦cada, que el cine catal¨¢n ser¨ªa de g¨¦nero o no ser¨ªa: el cine del principado sigue fiel a sus constantes, que es como decir que sigue haciendo bien lo que sabe, el cine de autor, que a veces est¨¢ lejos de las taquillas, pero que es una apuesta segura de supervivencia m¨¢s all¨¢ de lo inmediato.
Porque tambi¨¦n es eso la bella e inteligente En construcci¨®n: la pel¨ªcula sobre un barrio, el Chino, en fuerte mutaci¨®n; un testimonio insoslayable no ya para contempor¨¢neos, sino para historiadores de un futuro que se avizora. Guer¨ªn, con franciscana paciencia y tres a?os de proceso creador, ha sido capaz de lograr lo que nadie supo hacer cuando, a finales de los ochenta, entre todos nos dimos entusi¨¢sticamente a enterrar esa parte de ciudad que muri¨® para dar a luz la Barcelona ol¨ªmpica y que ning¨²n cineasta catal¨¢n de fuste crey¨® interesante documentar para que alguien, vaya uno a saber cu¨¢ndo, se interesara por saber qu¨¦ fue y c¨®mo muri¨® la Barcelona industrial del XIX.
Documento sobre un barrio y una ciudad cuya fisonom¨ªa social vive un acelerado cambio, En construcci¨®n contiene tambi¨¦n, como todas las grandes pel¨ªculas, los g¨¦rmenes que la hacen imperecedera. Porque con su ingenuidad, su espontaneidad y falta de complejos, los hombres y mujeres de barrio que la pueblan dicen de nosotros y de nuestro tiempo mucho m¨¢s de lo que sospechamos; mucho m¨¢s, desde luego, de lo que tal vez seamos capaces de ver en nuestro atropellado presente. Y eso la hace, sencillamente, imprescindible. Y universal.
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