'Siempre sufres, pero quieres m¨¢s'
60 tatuadores de todo el mundo se re¨²nen en Barcelona para intercambiar t¨¦cnicas
Dicen que quien se tat¨²a el cuerpo una vez repite. No importa ni el dolor ni el dinero porque, 'aunque se haya hecho popular ¨²ltimamente, el tatuaje lleva miles de a?os con el hombre', se?alan los organizadores de la Sexta Convenci¨®n Internacional de Tattoo Barcelona 2001, instalada en las cocheras de Sants desde el viernes y que concluye hoy. Las previsiones indican que, al final, habr¨¢n pasado por la exhibici¨®n 8.000 visitantes.
M¨¢s de 60 tatuadores de todo el mundo -excepto de Estados Unidos y de Israel por los atentados terroristas- est¨¢n reunidos en Barcelona para intercambiar ideas y t¨¦cnicas. 'Poco a poco se van quitando los miedos y se despierta el inter¨¦s de la gente. Antes se hac¨ªan tatuajes peque?os, ahora buscan dise?os m¨¢s grandes', cuenta Marcos de la Fuente, de la organizaci¨®n de la convenci¨®n.
La diversidad de p¨²blico se hizo notar. Desde un motociclista en su Harley Davidson que, con un gui?o a los organizadores, se salta la cola y entra al recinto con su imponente moto y con su imprescindible chica atr¨¢s, hasta la pe?a de Cerdanyola que espera entrar para ver a cu¨¢ntas pelas les sale hacerse un tatuaje guapo.
El sudor de los cuerpos impregna las cocheras. En el centro est¨¢ instalada la t¨¦cnica adorada por los tatuadores profesionales: la japonesa. Toshio Shimada, de 25 a?os, explica que 'en Jap¨®n el saber se traslada de maestro a disc¨ªpulo. Mi padre me ha ense?ado y yo les ense?o a mis hijos'. Las miradas apuntan tambi¨¦n a la t¨¦cnica del Samoa. Una primitiva forma basada en golpear el cuerpo con palos de bamb¨².
Pero si el tatuaje es el rey, el piercing es la princesa. 15 casetas est¨¢n dedicadas a esta t¨¦cnica cuyos precios oscilan entre los 3.000 y 16.000 pesetas. 'Los m¨¢s solicitados son los piercing en la nariz, ombligo, lengua y ceja, aunque el m¨¢s caro, a raz¨®n de 16.000 pesetas, es el de cl¨ªtoris, pero no es tan usual', explica Tito. '?Me muestras uno para ver c¨®mo se pone?', le pregunta una mujer de 39 a?os, que con su marido y su hijo se han acercado desde El Papiol para que a ella le agujerearan la nariz. Deseo cumplido.
Ivan, de 24 a?os, por 78.000 pesetas, tambi¨¦n ha cumplido el deseo de tatuarse una pierna. 'Cualquier tatuador de aqu¨ª da confianza', dice este joven que ya tiene tres tatuajes y promete que 'este ser¨¢ el ¨²ltimo porque le duelen hasta los dientes'. 'Los tatuajes son como una droga', comenta Ricky, un escoc¨¦s de 48 a?os que recorre las convenciones con otros cuatro colegas completamente tatuados. 'Siempre sufres y siempre dices que es el ¨²ltimo', remata el escoc¨¦s mientras Iv¨¢n aprieta sus dientes.
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