Visionarios
No hay so?ador que no se haya quedado corto ni inquisidor que no haya acabado haciendo el rid¨ªculo. La historia es igual de cruel con los alegres visionarios y con legisladores m¨¢s duros. Si a Carlos Marx le hubieran asegurado que un d¨ªa no lejano los obreros ingleses ir¨ªan de vacaciones a Capri conduciendo su propio autom¨®vil climatizado y pedir¨ªan el libro de reclamaciones en un restaurante para protestar porque la cerveza no estaba suficientemente fr¨ªa, ?acaso hubiera escrito El Capital? Tampoco Galileo pudo pensar que aquel telescopio que estuvo a punto de llevarlo a la hoguera ser¨ªa sustituido por un ingenio espacial tan elaborado como el Hubble capaz de divisar como unas galaxias se devoran entre ellas. Pronto lo que hoy es ciencia ficci¨®n, ma?ana ser¨¢ realismo social. La historia es esencialmente transgresi¨®n: as¨ª avanza el desbocado caballo de Atila aplastando a te¨®logos, a moralistas, a pol¨ªticos represores, a los esp¨ªritus pusil¨¢nimes y tambi¨¦n a los progresistas, a los iluminados, a los amantes de cualquier utop¨ªa. Ning¨²n potro de tortura ha sido capaz de detener el ciego camino de la ciencia. Ninguna ley podr¨¢ ordenar la conquista salvaje de los laboratorios ni la moral que se renueva cada d¨ªa. ?Qui¨¦n desear¨¢ pasar dentro de un siglo por el est¨²pido esbirro que trat¨® de parar in¨²tilmente la historia? ?Qui¨¦n desear¨¢ escribir cualquier viaje a la luna, como Julio Verne, para que despu¨¦s se r¨ªan de tu falta de imaginaci¨®n?. La religi¨®n todav¨ªa conserva hoy el monopolio de las puertas de entrada y salida de este mundo. Nuestra iglesia ya no quema herejes, apenas imparte anatemas, ha rebajado el nivel de confrontaci¨®n con la ciencia y las costumbres, pero se ha guardado las llaves de la vida y de la muerte. En ese peaje exige un tributo. La muerte es una neurosis humana todav¨ªa insalvable. Sobre ella se vierten salmos de tinieblas, cuentos de terror, f¨¢bulas de infiernos, para¨ªsos y reencarnaciones. Ni la ciencia ni la fortaleza moral tiene nada que hacer, solo que las c¨¦lulas madres pronto pondr¨¢n a la disposici¨®n de las personas un recauchutado de tejidos y ¨®rganos corporales y esa ser¨¢ de momento la verdadera reencarnaci¨®n. Pero la puerta de entrada a la vida est¨¢ a punto de ser violada. Ese monopolio religioso pronto ser¨¢ suprimido. La vida ser¨¢ fabricada con las propias manos del hombre y frente a esta conquista har¨¢n el mismo rid¨ªculo los represores y los visionarios.
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