M¨²sica envolvente

La calidad de la banda de m¨²sica de la Maestranza es incuestionable, tanto como la ac¨²stica de la plaza, y entre ambas convierten un pasodoble en una aut¨¦ntica delicia para los sentidos. El ¨²nico problema es que no se trata de un concierto de pasodobles. La m¨²sica debe acompa?ar a las grandes faenas para a?adir plasticidad y emoci¨®n a lo que se dirime en el ruedo. Pero eso, desgraciadamente, ya es historia. Ahora se ha convertido en un ant¨ªdoto contra el aburrimiento y en una expresi¨®n m¨¢s de la degradaci¨®n de la fiesta.

Ayer, en el primer novillo, y sin motivo alguno, la banda atacaba con un pasodoble envolvente y majestuoso mientras Corpas, novillero experimentado, serio y fr¨ªo, toreaba sin emoci¨®n a un animal soso. Se notaba m¨¢s la m¨²sica que el toreo, y la banda, sonrojada, se call¨®. Corpas pinch¨® tres veces y le ovacionaron con fuerza antes de cobrar una estocada. Si llega a dar cinco pinchazos, lo sacan a hombros. As¨ª est¨¢ esto. La m¨²sica, sin orden ni concierto, volvi¨® a tocar en el cuarto, un novillo descompuesto con el que Corpas se pele¨® con m¨¢s decisi¨®n y menos conformismo que en el anterior. Al fin, una actuaci¨®n aseada, de escaso fuste para la gloria.

Alejandro Amaya es un novillero mexicano que viene precedido de fama de artista y est¨¢ arropado por muchos partidarios. Es ceremonioso, de maneras reposadas, talante tranquilo y detallista. Quiere hacer las cosas bien y torear de acuerdo con la ortodoxia. Se preocupa mucho por su figura, pero no es torero batallador que busque el triunfo con ah¨ªnco. Son¨® la m¨²sica, signo inequ¨ªvoco de aburrimiento, no hubo toreo y s¨ª mucha frialdad, mucha compostura y s¨®lo un pase de pecho largo. Poca faena para tanta ceremonia.

Lo volvi¨® a intentar en el quinto, y c¨®mo ser¨ªa la cosa que ni siquiera son¨® la banda. La misma compostura y la misma frialdad de antes. Muchos medios pases, algunos enganches y poco toreo. Palmas al final de su actuaci¨®n, porque partidarios y turistas no entienden de objetividad.

Javier Valverde cort¨® una oreja a su primero a base de aguante y de valor. Su toreo no es exquisito, pero busca el triunfo con una encomiable decisi¨®n. Se queda quieto, muy cerca de los pitones, y, aunque tampoco consigui¨® pases largos y ajustados, se gan¨® el respeto por su derroche de casta. A pesar de todo, una vez m¨¢s sin motivo, son¨® la m¨²sica, como era de rigor en la tarde.

Volvi¨® a pelearse con el ¨²ltimo, un novillo soso y descompuesto como los dem¨¢s. La lidia result¨® menos vistosa porque el animal, muy parado, se neg¨® a colaborar. Esta vez, la m¨²sica guard¨® silencio y el sonrojo no lleg¨® al r¨ªo.