Pol¨ªtica y melancol¨ªa
El se?or Ruiz Gallard¨®n, presidente de la comunidad aut¨®noma de Madrid, pronunci¨® una conferencia en Barcelona sobre La fuerza econ¨®mica de Madrid, de la que ayer se hac¨ªa amplio eco este peri¨®dico. Se mostr¨® optimista ante el futuro, orgulloso de los avances conseguidos, entre otros de su Feria de Muestras y de los 56 kil¨®metros de metro construidos desde 1995. Explic¨® tambi¨¦n Gallard¨®n algunos aspectos de la estrategia econ¨®mica de su Gobierno y propuso superar la rivalidad con Catalu?a mediante la cooperaci¨®n econ¨®mica en diversos campos. En definitiva, habl¨® de las tareas que realizaba como gobernante dentro de las atribuciones que le otorgaba su estatuto. Parece que los asistentes salieron bien impresionados: un hombre competente, inteligente, sensato, un buen profesional de la pol¨ªtica.
En Catalu?a las cosas discurren de un modo muy distinto: la pol¨ªtica suele moverse entre la ¨¦pica y el surrealismo, llegando en ocasiones a extremos que si no fueran penosos resultar¨ªan casi c¨®micos. Ello se traduce en estancamiento, p¨¦rdida de oportunidades, d¨¦ficit p¨²blico y malos servicios. Hablemos, por ejemplo, de esta extra?a exposici¨®n religiosa denominada Germinabit, financiada por la Generalitat, que se realiza nada menos que en el Vaticano y que inaugur¨® el presidente Pujol la semana pasada en Roma.
En su discurso de presentaci¨®n, Pujol dijo cosas realmente curiosas. Dijo, por ejemplo, algo tan obvio como que 'no existir¨ªa Catalu?a como pueblo sin la aportaci¨®n capital del cristianismo y de la Iglesia'. ?Hay alg¨²n pueblo europeo en cuyas ra¨ªces hist¨®ricas no encontremos -para bien y para mal- la aportaci¨®n del cristianismo y de la Iglesia? Me parece que, por lo menos en esto, no nos distinguimos del resto, aqu¨ª no encontramos hecho diferencial alguno y, por tanto, las palabras de Pujol no son m¨¢s que frases vac¨ªas, hablar por hablar, simplemente humo.
Tambi¨¦n dijo, por lo visto, que los valores 'que defiende la Iglesia' han contribuido a defender la 'identidad de Catalu?a', aunque tambi¨¦n 'la Iglesia debe mucho a Catalu?a'. Vamos a ver: ?a qu¨¦ Catalu?a y a qu¨¦ Iglesia se est¨¢ refiriendo? ?No fueron catalanes quienes quemaron iglesias y conventos en la Semana Tr¨¢gica o en la guerra civil? ?No entraron curas y obispos junto a las tropas franquistas a finales de enero de 1939? ?No se puso la Iglesia, con el papa P¨ªo XII a la cabeza, a defender a Franco ante el mundo, mientras aqu¨ª se prohib¨ªa el catal¨¢n como lengua oficial y se menospreciaba, para ser suaves, la cultura expresada en catal¨¢n? ?De qu¨¦ estamos hablando entonces, se?or presidente?
Tambi¨¦n me sorprendi¨® que hace unas semanas la Generalitat tuviera tan relevante papel en la reuni¨®n que celebr¨® en Barcelona una cofrad¨ªa romana que lleva por nombre San Egidio, cuyo l¨ªder espiritual es un tal Andrea Riccardi, al que la Generalitat ha concedido el ¨²ltimo Premio Internacional Catalunya y que parece tiene mucha mano en las altas esferas de la Santa Sede. Yo andaba hace unos d¨ªas, con ¨¦stos de San Egidio, m¨¢s extra?ado que Enrique Vila-Matas cuando le pasa una cosa normal.
Sin embargo parece que todo ello tiene una explicaci¨®n, una explicaci¨®n plausible, que liga la exposici¨®n Germinabit con los de San Egidio. Nos la suministraba Francesc Valls, enviado especial de EL PA?S a Roma, en el peri¨®dico del pasado s¨¢bado 15 de septiembre. Parece que se avecinan cambios en varias di¨®cesis catalanas por jubilaci¨®n de sus obispos respectivos. El Gobierno de la Generalitat quiere, por una parte, que el Vaticano nombre obispos que sean de su agrado y, por otra, aumentar su influencia en la Santa Sede. Es por ello que ha dado un trato preferente a los de San Egidio y ha montado la exposici¨®n Germinabit en el Vaticano.
No s¨¦ si ustedes, lectores, ya se estar¨¢n preguntando lo mismo que yo: ?Qu¨¦ inter¨¦s tenemos los catalanes, como conjunto, tanto por una cosa como por la otra? ?No estamos en un Estado laico y los poderes p¨²blicos deben respetar la autonom¨ªa de la sociedad civil, de la cual forma parte la Iglesia? ?En esto se gasta el dinero y las energ¨ªas el Gobierno y la Administraci¨®n de la Generalitat? Influir en el nombramiento de obispos y querer ser tenidos en cuenta en el Vaticano, ?entra dentro de las competencias auton¨®micas, responde al inter¨¦s general, que es a lo que debe dedicar su actuaci¨®n nuestro Gobierno aut¨®nomo? Son preguntas que creo se responden por s¨ª mismas. Y si no fueran ciertas estas intenciones del Gobierno catal¨¢n, ?por qu¨¦ se ha dado tanta ayuda a esta organizaci¨®n cat¨®lica y se ha organizado esta exposici¨®n en el Vaticano?
Ruiz Gallard¨®n recomend¨® en su conferencia que los catalanes deb¨ªamos 'olvidar los recuerdos melanc¨®licos'. Tiene toda la raz¨®n: desde hace 20 a?os la pol¨ªtica de la Generalitat va, en buena parte, dirigida a paliar la melancol¨ªa que a nuestros nacionalistas les produce no tener Estado propio y ser, simplemente, una comunidad aut¨®noma m¨¢s. 'Como Extremadura', suelen a?adir. Por ello necesitan aparentar, por lo menos en las formas, que somos un Estado. Ello ocasiona un despilfarro enorme de recursos, comporta el abandono de las competencias que nos otorga nuestro estatuto y, en definitiva, se hace un flaco servicio al ciudadano. Desde esta mentalidad, lo de menos son las infraestructuras de transporte, la educaci¨®n, la sanidad, la cultura, los servicios de todo tipo: lo importante es que 'Catalu?a sea conocida y respetada en el mundo'. Pura est¨¦tica, rid¨ªcula est¨¦tica.
Lo peor, adem¨¢s, es que esta ideolog¨ªa profunda, esta incomprensi¨®n de lo que es y debe hacer una comunidad aut¨®noma, no est¨¢ presente s¨®lo en el partido que nos gobierna sino tambi¨¦n en el principal partido de la oposici¨®n. ?A qu¨¦ viene si no que uno de los proyectos prioritarios de Maragall sea reformar nuestro estatuto de autonom¨ªa sin saber ni siquiera en qu¨¦ debe consistir esta reforma?
Mientras aqu¨ª, con dinero p¨²blico, fabricamos s¨®lo humo, en Madrid, con igual forma de financiaci¨®n, se han podido pagar 56 kil¨®metros de metro. Chapeau, Gallard¨®n.
Francesc de Carreras, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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