Justicia Infinita

El tiempo es la mercanc¨ªa que el hombre no posee ni domina, es toda nuestra agitaci¨®n condenada a la pasividad terminal. Pasa igual el tiempo por un reloj que por un puchero de barro, por reloj en marcha que parado. Por las desfachateces del tiempo, el porvenir siempre es porvenir desconocido, y ser¨¢ igual vivir 200 a?os -o 7.000, con recambio de tejidos- porque con todo su poder, el tiempo es filtrado por la mente humana como el caf¨¦ por el colador, y el minuto es oro y el milenio paja.

Cuando el tiempo se acaba y las cosas no, se llama eternidad. Por eso es memo, de puro lev¨ªtico, el eslogan de la pr¨®xima matanza sin br¨²jula, 'justicia eterna'. Es la amenaza desaforada y oportunista de que los muertos no resucitan, y que piensan fabricarlos sin apelaci¨®n. Ley del mercado.

Quiz¨¢ Bush y sus bersolaris vienen del cielo, del futuro, retrocediendo hasta nos, para dar un toque de eternidad b¨ªblica a lo que misileen. Luminoso y divino fundamentalismo occidental, no cor¨¢nico.

Bush, con tanta teolog¨ªa y tras el atentado de las torres, va a lograr circos de sangre, hambre, despiste y devastaci¨®n que van a dejar muy cortos estos diez a?os de guerra contra Irak, las finezas colaterales en Kosovo y la propia audiencia mundial de las haza?as braguetarias de Clinton.