El violinista Isaac Stern muere en Nueva York a los 81 a?os
El m¨²sico grab¨® m¨¢s de 100 discos desde su deb¨² con 11 a?os
El viol¨ªn de Isaac Stern qued¨® en silencio el pasado s¨¢bado en Nueva York al morir su int¨¦rprete a los 81 a?os. Nacido en Kremenets (Ucrania) el 21 de julio de 1920, Stern desarroll¨® una carrera enorme que le llev¨® a grabar m¨¢s de 200 obras de repertorio de 63 compositores que quedaron registradas en m¨¢s de 100 discos. La imagen de un concierto que ofreci¨® en Jerusal¨¦n en la guerra del Golfo con espectadores que llevaban m¨¢scaras antig¨¢s vuelve a la memoria estos d¨ªas con m¨¢s fuerza que nunca.
Como Menuhin, como Grumiaux, como Victoria de los ?ngeles o Carlo Maria Giulini, fue Stern un artista no ya human¨ªstico sino simple y hondamente humano. Se incorpor¨® al grupo de personalidades musicales que hicieron el Festival de Prades desde el que Pau Casals sent¨ªa a Catalu?a, rend¨ªa homenaje a las obras eternas de los grandes cl¨¢sicos, desde Vivaldi a Stravinski y dictaba lecciones fundamentales no ya de bien hacer m¨²sica, sino de lo que la m¨²sica es, en s¨ª misma, como funci¨®n afectiva, expresi¨®n est¨¦tica y comunicaci¨®n trascendente. Y todo ello emanaba de su viol¨ªn con simplicidad aparente que escond¨ªa muchas horas de trabajo: las necesarias para dome?ar la elocuencia del virtuosismo.
No se piense, sin embargo, en Isaac Stern como figura alzada en su pedestal. Su mismo amor por la m¨²sica de c¨¢mara que conserv¨® a lo largo de su carrera debe insinuarnos todo lo contrario. En ese camino naci¨® un d¨ªa en Prades uno de los denominados 'tr¨ªos del mill¨®n', formado por Stern con el pianista Eugene Istomin y el violonchelista Leonard Rose, del que nos queda testimonio grabado (tr¨ªos de Haydn o Schubert) junto al legado de Stern sonatista, en uni¨®n del pianista Alexander Zakin, sobre la veracidad honda y pura de Faur¨¦ o Brahms. Del mismo modo que Menuhin, o ahora Barenboim, Isaac Stern hac¨ªa universalidad de la m¨²sica al tiempo que de la ¨¦tica y emprendi¨® campa?as como sus actuaciones en Jerusal¨¦n, en momentos m¨¢s cercanos a lo b¨¦lico que a lo sonoro o march¨®, con el arma del viol¨ªn, a China de donde naci¨® el filme De Mao a Mozart.
Entra?ado desde muy ni?o en la m¨²sica -ten¨ªa 11 a?os cuando se present¨® en p¨²blico- am¨® siempre el descubrimiento y estudio de nuevas posibilidades, en las partituras de Penderecki, Dutilleux, Peter Maxwell Davies o los estadounidenses William Schumann o Leonard Bernstein. La nobleza de su pensamiento sonoro y la gracia de su fraseo precisaban de instrumentos superiores, garantizados por la historia. Pose¨ªa as¨ª dos violines Guarnerius del Gesu, uno de 1737, y otro, de 1740.
Antes de cumplir los dos a?os se instal¨® en Estados Unidos con su familia, de talante musical que siguen sus hijos, directores de orquesta, Michael y David. A finales del a?o pasado, Sony edit¨® una obra necesaria para mejor saber qui¨¦n era Stern, Mis primeros 79 a?os, escrita por el violinista Chain Potok.
Babelia
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