Los cien a?os de Altos Hornos
La avalancha de acontecimientos sociales, fiestas populares y publicaciones que han acompa?ado al 700? aniversario de Bilbao contrasta tristemente con el silencio que envuelve el pr¨®ximo centenario de Altos Hornos de Vizcaya. Parece que las instituciones p¨²blicas y tambi¨¦n los propios directivos de Aceralia han olvidado que fue en abril de 1902 cuando se creo esta macroempresa que aglutinaba a varias peque?as factor¨ªas del sector. Es dif¨ªcil creer que la moda del titanio y el cristal haya borrado de la cabeza a nuestros pol¨ªticos y empresarios los hornos que alumbraban todo Bilbao, pero as¨ª parece. La fundaci¨®n de esta siderurgia marc¨® la vida de todos los vizca¨ªnos y otras gentes que llegaron de fuera. De su mano el Pa¨ªs Vasco fue referencia para trabajadores y financieros. Hoy nadie parece acordarse de ello: ?habr¨¢ alg¨²n oscuro inter¨¦s que lo impida?
Los que no han olvidado la f¨¢brica son los jubilados. Mejor dicho, la Asociaci¨®n de Jubilados de AHV, presidida en la actualidad por Feliciano Rodr¨ªguez. Para recordarla, y adelant¨¢ndose al siglo de su fundaci¨®n, han organizado una exposici¨®n fotogr¨¢fica titulada Recuerdos y memoria que podr¨¢ verse hasta mediados de octubre en la sala municipal de Sestao. Son cerca de un centenar de im¨¢genes realizadas hasta mediados del siglo XX. Laboratorios, m¨¢quinas y trabajadores son los grandes protagonistas de esta muestra con mayor inter¨¦s did¨¢ctico que art¨ªstico.
Las fotograf¨ªas, de autores an¨®nimos, guardan en su mayor parte un tono de encargo realizado por la empresa. Se da preferencia a los lugares acondicionados y limpios para la foto. Los escasos obreros y empleados que aparecen siempre est¨¢n posando. Las im¨¢genes cuentan muy poco de las condiciones reales del trabajo en una f¨¢brica donde el fuego, el humo y el polvo curt¨ªa a los que no ten¨ªan alternativa de trabajo m¨¢s liviano.
El recorrido, a pesar de ser algo sesgado, no pierde su inter¨¦s. De esta manera vemos la fabrica, sus instalaciones m¨¢s relevantes, y una serie de elementos que contextualizan el sujeto principal. Las estampas pasan por el horno alto de fundici¨®n para el lingotillos, la sala o laboratorio para el estudio de los metales o las impactantes bater¨ªas de cock. Con estos detalles, ampliando la descripci¨®n se van alternando los pantanos del Regato, vistas de las hulleras de Asturias de donde llegaba el carb¨®n necesario para alimentar los hornos, los muelles de carga y descarga de Barakaldo o las hileras de vapores para transporte. Por otro lado, se recoge el momento de la colada de acero, el tren de alambre en plena actividad, el taller de hojalata, la forja y por fin van apareciendo los obreros ante el horno de laminaci¨®n. Completan estos aspectos interesantes de la exposici¨®n las l¨²gubres chabolas del barrio Simondrogas de Sestao y, con aire m¨¢s esperanzador, los grupos de ni?as y ni?os (cada cual por su lado) retratados en el patio de la escuela de Nuestra Se?ora del Carmen o de las escuelas Cristianas de La Salle, ambos centros financiados por AHV para la educaci¨®n de los hijos de sus empleados.
No cabe duda que esta exposici¨®n significa mucho m¨¢s de lo que en ella se refleja. Es un referente para la historia de la comarca e incluso de Euskadi entera. Se esboza como un grito desesperado para refrescar las memorias m¨¢s obtusas y a la vez recordar la importancia de un acontecimiento del que parte la construcci¨®n de un extraordinario patrimonio cultural. Una simiente industrial que ha germinado como elemento clave de la propia identidad vizca¨ªna. Por ello, la inevitable modernizaci¨®n no debe borrar los significados m¨¢s profundos de nuestra idiosincrasia ferrona, sino que debe ayudarnos a celebrar este centenario con orgullo, como ahora nos indican humildemente un grupo de entra?ables jubilados.
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