?Hacia la crisis infinita?
El mundo contiene el aliento a la espera del comienzo de la operaci¨®n Justicia Infinita. S¨®lo unos pocos elegidos saben en qu¨¦ consistir¨¢ la intervenci¨®n, c¨®mo se concretar¨¢ la infinitud de la justicia de Bush. El com¨²n de los mortales debe resignarse a permanecer en permanente vigilia, conectado a la radio o al televisor, para saber cu¨¢ndo y d¨®nde atacar¨¢n los justicieros. Poco a poco nos iremos enterando de cu¨¢les son los objetivos se?alados y, tambi¨¦n, de qui¨¦nes ser¨¢n las v¨ªctimas reales. Por ¨²ltimo, durante las pr¨®ximas semanas o meses comenzaremos a vislumbrar la influencia que haya de tener en nuestras vidas eso que algunos han bautizado ya como la guerra el siglo XXI.
Y es que, en apenas unas horas del martes 11 de septiembre, sucedieron muchas cosas, sobre todo en los EEUU. Primero fue el estupor, a la vista de unas im¨¢genes m¨¢s propias de un montaje cinematogr¨¢fico que de la vida real. Luego, la indignaci¨®n y la rabia provocadas por un acto criminal de esta naturaleza. Vendr¨ªan despu¨¦s los sentimientos de dolor y compasi¨®n hacia las v¨ªctimas. M¨¢s tarde, el descubrimiento de la propia inseguridad, la conciencia del miedo. E, inmediatamente, la necesidad de vengar el orgullo herido, la exaltaci¨®n patri¨®tica, y la b¨²squeda de objetivos concretos sobre los que aplicar la justicia infinita.
Paralelamente, en algunos medios de comunicaci¨®n escritos se ha ido reflejando poco a poco la toma de conciencia ante la gravedad y, sobre todo, la complejidad de la situaci¨®n. Tras unos primeros momentos en los que prevalecieron las reacciones emocionales, los an¨¢lisis m¨¢s rigurosos se van abriendo paso y las p¨¢ginas de opini¨®n van dando cabida a puntos de vista que llaman a la cautela y a la reflexi¨®n. Crece el miedo ante la posibilidad de que la 'justicia infinita' nos conduzca a un escenario a¨²n m¨¢s inestable e inseguro que el existente antes del 11 de septiembre, el temor a que la 'justicia infinita' nos conduzca a una 'crisis infinita'.
El mundo, efectivamente, contiene el aliento a la espera de acontecimientos, pero todo apunta a que en las pr¨®ximas semanas, o meses, vamos a asistir a dos tipos de confrontaciones de naturaleza bien diferente. Por un lado, estar¨¢ la confrontaci¨®n violenta, la que de manera tr¨¢gica y absurda provocar¨¢ la muerte de muchos inocentes m¨¢s, que se sumar¨¢n a la lista de tantos inocentes muertos en los ¨²ltimos a?os en los campos y ciudades de medio mundo -no deja de ser parad¨®jico que se hable de la guerra como una novedad que se avecina, cuando m¨¢s de 40 conflictos armados han causado la muerte de cientos de miles de personas en la ¨²ltima d¨¦cada-. Y, por otra parte, asistiremos, al menos en el mundo occidental, a un creciente debate sobre la manera de afrontar el futuro de la convivencia entre 6.000 millones de personas y cerca de 200 estados. Para unos se trata de lograr un nuevo consenso sobre la seguridad humana -econ¨®mica, cultural, medioambiental, pol¨ªtica, alimentaria,...- que ponga fin a la marginaci¨®n y la humillaci¨®n de la que se nutren diversas formas de fanatismo ¨¦tnico o religioso, de establecer unas reglas de juego capaces de garantizar los derechos pol¨ªticos, sociales y culturales de la gente en unas y otras partes del mundo. Para otros en cambio, todas esas cosas no son sino patra?as inventadas por trasnochados intelectuales que no quieren aceptar la sentencia -?qu¨¦ delirio!- que Fukuyama pronunci¨® hace m¨¢s de una d¨¦cada sobre 'el fin de la historia', tonter¨ªas esgrimidas por gentes est¨²pidas que act¨²an inconscientemente como quintacolumnistas del enemigo.
Cada conflicto humano -sea en el plano pol¨ªtico, econ¨®mico, cultural, u otro-, requiere de un an¨¢lisis concreto y de un tratamiento espec¨ªfico. Pero las intervenciones micro requieren de un consenso macro sobre aspectos fundamentales, incompatible con la visi¨®n lineal, reduccionista y prepotente del mundo que ha querido imponerse durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. El di¨¢logo cultural, pol¨ªtico y econ¨®mico que muchos vienen exigiendo desde hace a?os se hace ahora imprescindible si queremos evitar que la justicia infinita desemboque en la crisis y la inseguridad infinitas.
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