Nueva York, zona cero
El ¨¢rea que rodea el antiguo World Trade Center es conocida ahora como 'el agujero pestilente'
La zona cero no es Nueva York. El ¨¢rea congelada por las autoridades tras el ataque terrorista contra el World Trade Center es una sombra borrosa de lo que fue el coraz¨®n financiero de la ciudad, hoy convertido en algo muy parecido a una zona de guerra. D¨ªas atr¨¢s el fuerte olor a escombro que se adhiere a la piel como si fuera pegamento se sent¨ªa intensamente muchas calles m¨¢s al norte.
Ahora, al traspasar los r¨ªgidos controles militares que separan una ciudad de otra, los respiradores s¨®lo son obligatorios en lo que todos conocen como 'el agujero pestilente', un hoyo excavado en los subterr¨¢neos de las Torres Gemelas. 'Esta zona est¨¢ contaminada, hay que evitar que el amianto se propague', explica un hombre atrincherado tras una sofisticada escafandra que riega los veh¨ªculos que salen de los escombros.
En teor¨ªa, toda la comida que se reparte en los alrededores de las ruinas tiene que estar sellada y precintada. 'A algunos ya nos da igual y ni siquiera usamos mascarillas, pero el aire es t¨®xico, todos lo sabemos. Y la comida no deber¨ªa estar en contacto con el aire', afirma mientras devora un pollo asado una de las cerca de 3.000 personas que trabajan all¨ª.
Algunos bomberos polvorientos se acercan nerviosos a un grupo de polic¨ªas situados junto al Bankers Trust Company. La estructura mastod¨®ntica de unos cincuenta pisos situada frente a lo que era la torre sur amenaza con derrumbarse. 'Sus cimientos se tambalean. ?V¨¢yanse! S¨®lo nosotros deber¨ªamos estar aqu¨ª', grita un bombero que dice confiar en las sirenas de alerta que se han instalado para salir corriendo si fuera necesario.
Los rumores que circulan por la zona cero dicen que hay cien edificios da?ados y que probablemente todos tendr¨¢n que ser derrumbados. Sobre algunos se lee su futura defunci¨®n escrita con aerosol. Tambi¨¦n se ven otras pintadas: 'Morgue: 12/9/'. Tatuadas sobre el polvo blanco de cristales rotos se ven frases inauditas: 'Dios perdona, nosotros no'. 'Tom, soy Mary; si est¨¢s vivo, te espero en casa'.
Las aceras se han convertido en carreteras improvisadas por donde circulan desordenadamente gators, peque?os veh¨ªculos que transportan personas y v¨ªveres. Saludarse entre desconocidos es una de las leyes no escritas. Hordas de mujeres envueltas en monos de pl¨¢stico blanco y guantes de l¨¢tex salen de algunos edificios de apartamentos. 'Yo no volver¨ªa a vivir aqu¨ª. El veneno ha impregnado las paredes', dice una limpiadora ecuatoriana.
Pero el centro del espect¨¢culo son las monta?as de escombros humeantes que un d¨ªa fueron el World Trade Center. Seis gr¨²as mueven sus enormes brazos sobre decenas de soldadores que parten el hierro para que pueda ser transportado. Alrededor, los restos de cuatro edificios completamente quemados parecen montar guardia. Bomberos con uniformes de varios Estados marchan en procesi¨®n en todas direcciones. Algunos riegan peque?as monta?as de ruinas con olor a incendio. El FBI corre hacia adentro cuando alguien anuncia que han encontrado un pedazo de un avi¨®n. El ruido de los generadores es atronador. Las r¨¢fagas de olores hediondos que se condensan en el aire obligan a algunos a salir de all¨ª a respirar. Un polic¨ªa cuyo uniforme se adivina entre el polvo blanco explica cabizbajo: 'Hoy hemos llegado a las escaleras de una de las torres. Va a ser una noche llena de cad¨¢veres'.
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