El poder¨ªo de Zimerman y la fuerza expresiva de V¨ªctor Pablo
La revista Scherzo, con cuyo nombre se ha creado ahora una fundaci¨®n con un patronato presidido por el escritor Javier Alfaya, ha querido festejar el acontecimiento con un concierto extraordinario en el Auditorio Nacional de Madrid. La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia, dirigida por su titular, V¨ªctor Pablo P¨¦rez, y un pianista de m¨¢s de cinco estrellas como es el polaco Krystian Zimerman (Zabrze, 1956), protagonizaron el evento.
Ante una sala pr¨¢cticamente al completo, los dos artistas y la valiosa formaci¨®n de A Coru?a desarrollaron un programa poco convencional, lo que siempre merece aplauso. Tras la Sinfon¨ªa n¨²mero 6 en si menor, Pat¨¦tica, de Chaikovski, dos maestros del siglo XX de diverso signo: Dimitri Shostak¨®vich (San Petersburgo, 1906), y Bela Bart¨®k (Transilvania, 1881), representados por p¨¢ginas de infrecuente audici¨®n: la Suite de jazz (1938), del ruso, y el Concierto para piano n¨²mero 1 (1926), del h¨²ngaro.
Posee la Sinf¨®nica de Galicia muchas cualidades que V¨ªctor Pablo cuida al m¨¢ximo: una sonoridad tan bella como transparente, lo que ata?e tanto a las cuerdas como a los vientos (excepcional la intervenci¨®n de los saxos), lo que, junto al dominio t¨¦cnico, permite largos fraseos y ancha gama din¨¢mica, tal como aplaudimos en la Pat¨¦tica, adjetivaci¨®n entendida moderadamente por el maestro burgal¨¦s. Su intensidad expresiva encuentra siempre un punto de equilibrio entre el ensimismamiento y la extroversi¨®n.
Humor
P¨¢gina marginal, la Suite para orquesta de jazz, en realidad podr¨ªamos verla como un Par¨ªs, a?os veinte. Revive un Shostakovich de La edad de oro, de 1929, desde un humor m¨¢s acibarado y m¨¢s corto de genio que el de Stravinski en la Circus Polca que escribiera para Barnum.
En fin, el Bart¨®k de mitad de los a?os veinte, en su Concierto para piano n¨²mero 1, que ¨¦l mismo como pianista estrenara en el Festival de la SIMC de Francfort, en julio de 1927, bajo la direcci¨®n de Wilhelm Furtw?ngler. P¨¢gina tan personal, en lo esencial, en lo formal y en lo instrumental, representa en grandes pasajes el sentido de un piano percutivo que, adem¨¢s, incluye en la plantilla orquestal buen n¨²mero de instrumentos de percusi¨®n, pero que en el movimiento central -andante- se sumerge en lo que, con tino, denominara Gentilucci 'estupefacci¨®n t¨ªmbrica' como sosiego de un tumultuoso y bien controlado virtuosismo del piano protagonista.
Krystian Zimerman, con un poder¨ªo sin l¨ªmites y un rigor musical que convierte en lecciones impagables cada una de sus actuaciones, asumi¨® y explic¨® con claridad los grandes trazos y los meandros de una partitura trascendente y llena de fascinaci¨®n. El ¨¦xito acompa?¨® a todos y en todas las obras en un concierto redondo.
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