Casta morucha
Carlos Gallego, debutante, le instrument¨® al novillo que abri¨® plaza unos redondos de mano baja y gustoso corte torero, y esa fue una sorpresa animada por la esperanza de que podr¨ªamos estar en los proleg¨®menos del toreo bueno. Pero qui¨¢. Al novillo aqu¨¦l, que de salida hab¨ªa intentado saltar al callej¨®n, s¨®lo soport¨® los muletazos mencionados. El toreo bueno, incluso el malo, le deb¨ªan de sonar a chino.
No era toro para torear ese novillo ni ninguno. La novillada sac¨® una casta morucha ofensiva para los m¨¢s elementales valores de la lidia y de la fiesta.
Casta morucha: parecer¨¢ un contrasentido. Si a un toro se le atribuye casta no se le puede llamar morucho sin ofender a la l¨®gica. Y al rev¨¦s. Porque la moruchez es la ausencia total de casta. Sin embargo la licencia podr¨ªa pasar. Ocurre como con lo de 'falta de raza', que se suele expresar en similares casos, aunque uno cree que aqu¨ª se entra en terrenos m¨¢s discutibles. La raza es la especie animal que define y abarca al toro, sin dirimir si es de casta brava o lisa y llanamente descastado.
Trincherazo / Gallego, Quintana, Mar¨ªn
Novillos de El Trincherazo, serios y armados, descastados y deslucidos. Carlos Gallego, de Zaragoza: estocada corta, rueda de peones, descabello -aviso- y descabello (silencio); espadazo enhebrado, estocada ladeada -aviso- y tres descabellos (silencio). Mart¨ªn Quintana: pinchazo, estocada corta ladeada y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada desprendida (oreja con escasa petici¨®n, protestada). Seraf¨ªn Mar¨ªn, de Montcada (Barcelona: estocada ca¨ªda y rueda de peones (palmas y sale a saludar); pinchazo y estocada (silencio). Primero y tercero, nuevos en esta plaza. Plaza de Las Ventas, 30 de septiembre. Cerca de media entrada.
De lo que no pareci¨® caber duda, d¨ªgase como se quiera, es que la novillada de El Trincherazo, que cog¨ªa antiguedad en esta presentaci¨®n en Las ventas, sali¨® grande, seria y bien armada, pero descastada hasta la desesperaci¨®n.
La desesperaci¨®n mayor correspondi¨®, obviamente, a los toreros, que pelearon para sacar partido a semejante g¨¦nero. Los pases de Carlos Gallego al primero y tambi¨¦n al que hac¨ªa cuarto, acababan enganchados, o embarullados, y el espada esquivando los derrotes que sol¨ªan venir cada vez que los novillos, tardos de arrancada, se le paraban a mitad del viaje.
En una de estas escaramuzas en el cuarto de la tarde, Gallego perdi¨® pie y se le arranc¨® r¨¢pido el novillo al verlo ca¨ªdo, m¨¢s una s¨²bita brisa flame¨® levemente la muleta que estaba asimismo en el suelo y mud¨® el viaje para embestirla. Esto ocurre en Pamplona y lo llaman el quite de San Ferm¨ªn.
Mart¨ªn Quintana, que cort¨® oreja en esta misma plaza siete d¨ªas atr¨¢s, volvi¨® a destacar y a ser orejeado, aunque en la presente ocasi¨®n a la mayor¨ªa de los aficionados el premio le pareci¨® excesivo. La la petici¨®n hab¨ªa sido escasa, claramente minoritaria, mas el presidente quiso practicar la elegancia social del regalo (no se sabe con qu¨¦ derecho) y su desahogado proceder mereci¨® airadas protestas.
Lo cual no empece para se?alar la voluntariosa entrega, las valerosas porf¨ªas de Mart¨ªn Quintana, empe?ado en sacar partido a los descastados espec¨ªmenes que le correpondieron. El corrido en quinto lugar tuvo mejor comportamiento, sigui¨® con cierto recorrido los numerosos derechazos y diversos naturales que Mart¨ªn Quintana le aplic¨® abriendo excesivamente el comp¨¢s (y sin cargar la suerte). No obstante le dur¨® poco la codicia y al rato se hizo tan remiso, top¨®n y bobalic¨®n como sus compa?eros de camada.
El otro debutante, catal¨¢n de nacimiento, Seraf¨ªn Mar¨ªn, peg¨® el aldabonazo ci?endo un par de escalofriantes gaoneras en un quite, y desde entonces se le esper¨® con inter¨¦s. Con ganado tan infame tampoco pod¨ªa lucir, a pesar de lo cual se le apreciaron buenas maneras, un largo correr la mano en los naturales, con cierto aire a Jos¨¦ Tom¨¢s, que -por cierto- no es mal modelo. Ser¨ªa justo poder ver a estos interesantes novilleros, con ganado de casta. Pero -es de temer- no caer¨¢ esa breva.
Babelia
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