La ONU se implica
Con la aprobaci¨®n un¨¢nime y fulgurante por el Consejo de Seguridad de una ambiciosa resoluci¨®n que obliga a todos los miembros de la organizaci¨®n mundial a combatir sin cuartel pol¨ªtica, econ¨®mica y diplom¨¢ticamente al terrorismo, Estados Unidos ha conseguido un indirecto soporte legal de la ONU a su inminente campa?a militar contra el r¨¦gimen afgano. Los impensables acontecimientos del 11 de septiembre han abierto el camino en las Naciones Unidas a una en¨¦rgica decisi¨®n de gran calado que hace suyos pr¨¢cticamente en su literalidad los argumentos estadounidenses que consideran el terrorismo internacional como la mayor amenaza a la estabilidad mundial en el siglo que acaba de comenzar.
Bush ha logrado el apoyo de los 15 miembros del Consejo para que la resoluci¨®n 1.373 se aprobara el s¨¢bado, pero adem¨¢s ha puesto medios para evitar el peligro de que se convierta en papel mojado. El car¨¢cter imperativo del texto, adoptado invocando el cap¨ªtulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, le convierte en un elemento de derecho internacional, lo que exime a los miembros de la ONU de la ratificaci¨®n por sus respectivos Parlamentos. El propio Consejo ha adoptado un comit¨¦ de seguimiento que ser¨¢ el encargado de su aplicaci¨®n y vigilancia, de atar los inevitables flecos legales y zanjar los problemas de interpretaci¨®n que surjan. Pendiente de una definici¨®n por la Asamblea General de qu¨¦ se entiende por terrorismo, la resoluci¨®n permite al Consejo de Seguridad tomar represalias contra los pa¨ªses que se nieguen a colaborar.A diferencia de otras ocasiones en las que Washington ha reaccionado precipitadamente ante un ataque contra sus intereses, Bush se ha tomado ahora el tiempo necesario para cubrir todos los flancos antes de descargar su fuerza sobre Osama Bin Laden, el principal sospechoso, y el r¨¦gimen fundamentalista afgano que le protege. En este sentido, las relaciones entre la Casa Blanca y la ONU, deterioradas en los ¨²ltimos a?os y que hab¨ªan alcanzado su punto m¨¢s bajo durante los primeros meses del presidente republicano (recu¨¦rdese el Protocolo de Kioto sobre el cambio clim¨¢tico), se han recompuesto como por ensalmo a ra¨ªz de los atroces atentados de Nueva York y Washington. El Congreso estadounidense ha aprobado r¨¢pidamente la candidatura de John Negroponte como embajador ante la organizaci¨®n supranacional y ha adelantado casi 600 millones de d¨®lares de los m¨¢s de 1.000 de atrasos que la superpotencia adeuda todav¨ªa a la ONU.
La ofensiva de encanto de Bush sobre las Naciones Unidas forma parte del movimiento s¨ªsmico de la diplomacia estadounidense para acercarse a organizaciones o pa¨ªses previamente considerados como alejados u hostiles, en vista de las acciones militares en ciernes y la imprescindible consolidaci¨®n previa de una firme coalici¨®n antiterrorista. En los ¨²ltimos d¨ªas, Washington ha levantado las sanciones impuestas a India y Pakist¨¢n e incluso ha transmitido al Consejo de Seguridad su decisi¨®n de hacer lo propio con Sud¨¢n, castigado por sus conexiones con el radicalismo isl¨¢mico. En menos de una semana, el Consejo de Seguridad ha debatido y aprobado su resoluci¨®n antiterrorista, incluyendo el estudio del borrador por Londres, Mosc¨², Pek¨ªn y Par¨ªs, los otros cuatro miembros con derecho a veto en el m¨¢ximo ¨®rgano ejecutivo de la ONU.
La decisi¨®n de las Naciones Unidas puede marcar un antes y un despu¨¦s en la lucha que ahora se hace global para asfixiar el terror. No s¨®lo porque obliga legalmente a los Estados a cortar sus canales de financiaci¨®n, cooperar en las investigaciones y en materia de extradici¨®n, compartir informaci¨®n y perseguir judicialmente a los terroristas o sospechosos y a quienes les ayudan o cobijan. Tambi¨¦n porque -aunque concebida al hilo de los ataques contra Nueva York y Washington- su texto, significativamente, no refleja distinciones formales entre terrorismo con designios planetarios o de otros ¨¢mbitos m¨¢s localistas. Y por ah¨ª podr¨ªa abrirse la puerta para que pa¨ªses que sufren esta agresi¨®n dentro de sus fronteras invocaran a su amparo la cooperaci¨®n internacional.
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