La OTAN se activa

A falta de los resultados concretos de la visita de su ministro de Defensa a varios pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo y Asia Central, EE UU parece haber cerrado el c¨ªrculo de compromisos previos al inicio de su ataque contra el r¨¦gimen talib¨¢n. El m¨¢s reciente eslab¨®n es su petici¨®n de ayuda a la Alianza Atl¨¢ntica menos de 24 horas despu¨¦s de que la OTAN activase la cl¨¢usula de su tratado que prev¨¦ la defensa mutua de un aliado en caso de ataque, y tras examinar pruebas que, a juicio de sus miembros, evidencian la conexi¨®n de Osama Bin Laden con los atentados del 11 de septiembre. A todos los efectos, EE UU ha sufrido una agresi¨®n exterior y sus socios militares se disponen a participar en la lista de la compra log¨ªstica estadounidense -espionaje, espacio a¨¦reo, bases, oleoductos- que desde ayer se examina en las capitales aliadas. En el caso espa?ol, el primer ministro Aznar ha dejado claro que el compromiso ser¨¢ sin fisuras, y no excluye a priori ninguna modalidad de colaboraci¨®n.

Con la implicaci¨®n operativa de la OTAN en el ataque en ciernes, la Alianza da un paso importante hacia el cambio interno que ven¨ªa anticip¨¢ndose. La invocaci¨®n del todos para uno del art¨ªculo 5 del Tratado significa que sus 19 miembros consideran que el terrorismo internacional es una amenaza para cada uno de ellos que justifica su intervenci¨®n. Estados Unidos, sin embargo, ha preferido no comprometer el dise?o de sus operaciones implicando a la OTAN de forma abiertamente ofensiva, ya que ello habr¨ªa exigido mandos compartidos. Desde el primer momento, Bush ha elegido como socio privilegiado al Reino Unido, el ¨²nico pa¨ªs aliado que desde el primer momento ha desplegado su flota en la zona del golfo P¨¦rsico y sus comandos especiales en territorios vecinos de Afganist¨¢n.

Que EE UU haya entregado a la Alianza la informaci¨®n que compromete a Bin Laden es corolario obligado entre aliados democr¨¢ticos que proyectan una acci¨®n conjunta. Mucho m¨¢s relevante es que parecida documentaci¨®n se haya trasladado a Rusia. Si el 11 de septiembre est¨¢ llamado a establecer un antes y un despu¨¦s en la geopol¨ªtica y las relaciones internacionales, en ning¨²n caso se hace tan patente como en el de Mosc¨².

Un Vladimir Putin partidario de acciones contundentes reiteraba ayer en Bruselas la reciente vocaci¨®n del Kremlin de anudar estrechos lazos con Occidente en general y la Uni¨®n Europea en particular; una actitud impensable hace meses y provocada por su convicci¨®n de que la concertaci¨®n internacional contra el terrorismo reportar¨¢ grandes r¨¦ditos a su larga y estancada guerra en Chechenia. Washington ya ha borrado la palabra Chechenia de sus relaciones con Putin, y la UE, en un movimiento sin duda precipitado, dulcificaba ayer su punto de vista sobre lo que ocurre en el C¨¢ucaso en aras de la colaboraci¨®n contra el reciente enemigo com¨²n.

M¨¢s all¨¢ de Chechenia, la nueva actitud de Putin, bien venida por igual en Washington y Bruselas, presagia un cambio de envergadura en la aproximaci¨®n del Kremlin al fen¨®meno OTAN, enmarcado en el idilio estrat¨¦gico transatl¨¢ntico en ciernes. Si hasta hace muy poco Mosc¨² no quer¨ªa o¨ªr hablar de la pr¨®xima expansi¨®n de la Alianza a las rep¨²blicas b¨¢lticas, Putin ya ha sugerido la posibilidad de repensarlo a cambio de un mayor papel de su pa¨ªs en el proceso. Afganist¨¢n va a poner a prueba todo un nuevo tinglado de contrapesos a escala planetaria.