El prestigio de la CNMV
La Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores debe dejar de ser el centro del debate pol¨ªtico y afrontar una profunda reforma
Se ha escrito, con motivo del nombramiento del nuevo presidente de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que una de las tareas descollantes que ¨¦ste tiene que afrontar sin demora es recuperar el prestigio del organismo p¨²blico que encabeza.
El prestigio es ingrato: cuesta enormidad ganarlo, se pierde como el agua entre los dedos de la mano. Forzoso es reconocer que, a pesar de esfuerzos y personas cabales que han estado y est¨¢n en ella, el prestigio de la entidad p¨²blica que nos ocupa se ha deshilachado a ra¨ªz de los acontecimientos que abruman desde el mes de julio; el poder que acumula la CNMV en forma de importantes competencias est¨¢ falto de la autoridad que facilita el ejercicio suave y el respeto espont¨¢neo por los administrados. Creo con firmeza, pues, que misi¨®n b¨¢sica de la nueva etapa que puede abrirse con el nombramiento de d¨ªas pasados es la de recomponer el prestigio herido de la CNMV.
Constituir¨ªa, sin embargo, un err¨®neo enfoque del problema si tan crucial labor se hiciera recaer exclusivamente sobre los hombros del nuevo presidente. Es de tanta complejidad el problema que tenemos delante que en su cumplimiento han de empe?arse tambi¨¦n instituciones distintas de la propia CNMV y han de ser hilvanados muchos hilos que escapan a las posibilidades directas del ahora situado al frente del organismo supervisor de los mercados financieros espa?oles.
A las Cortes Generales y al Gobierno de la naci¨®n incumbe una gran responsabilidad en la insoslayable recuperaci¨®n del prestigio del organismo supervisor. En los tres ¨²ltimos lustros hemos asistido al nacimiento de entidades p¨²blicas en forma de agencias funcionalmente independientes de la Administraci¨®n del Estado para regular ciertos sectores que, por sus especialidades, as¨ª lo requieran, sin que de este paso se hayan extra¨ªdo todas las consecuencias, por lo que el proceso ha quedado a medio camino; tal es el caso de la CNMV. En efecto, la experiencia me dice y los datos comparativos lo proclaman que, para la abrumadora misi¨®n que afronta (supervisi¨®n de los avanzados mercados financieros espa?oles), la CNMV carece a veces de los instrumentos jur¨ªdicos necesarios (procedimientos y facultades), de los medios personales proporcionados y de los materiales imprescindibles. En estos d¨ªas, un amigo, al que creo, me contaba que un fiscal norteamericano relacionado directamente con la actividad de un despuntante mercado financiero de este pa¨ªs le comentaba, tras conocer nuestra situaci¨®n, lo raqu¨ªticos que ¨¦ramos en los terrenos a los que me he referido. Ahora bien, la superaci¨®n de tales deficiencias es algo en lo que nuestro organismo supervisor no puede quedar solo, ya que de por s¨ª no tiene cauces para digerirlo. El encaramiento directo de los problemas jur¨ªdicos y presupuestarios a los que aludo es responsabilidad directa del Legislativo y del Ejecutivo, en cuyo desarrollo puede tener cabida un impulso inicial de la CNMV, pero sin que ¨¦sta tenga ni la ¨²ltima ni la definitiva palabra en ello.
En este sentido, la Administraci¨®n General del Estado, los ministerios competentes por debajo del Gobierno, ha de ser consciente y extraer de ello las consecuencias oportunas, en materia econ¨®mica y de personal, de las justificadas particularidades de la CNMV; ha de poner fin a que, como ha ocurrido en m¨¢s de una oportunidad, la cicater¨ªa y el tratamiento uniformizador desemboquen en una CNMV infradotada con respecto a lo que se le viene encima.
Pero lo que s¨ª es de directa incumbencia de la CNMV es la definici¨®n clara de la forma de organizaci¨®n interna y procedimientos de formaci¨®n de su voluntad. Aunque tambi¨¦n aqu¨ª disposiciones m¨¢s all¨¢ de las que puede dictar el organismo supervisor tienen que pronunciarse, la delimitaci¨®n precisa del papel del presidente con respecto a los consejeros, las relaciones entre ellos, el cometido de los consejeros de dedicaci¨®n completa, las relaciones de los anteriores con los elementos directivos profesionales, todo esto constituye una tela de ara?a donde alg¨²n que otro problema de los abrasivos hoy ha quedado prendido, que, al enturbiar, a mi juicio, el buen funcionamiento del organismo supervisor, ha de ser desenredada sin espera. Incumbencia exclusiva de la CNMV es, sin embargo, el aligeramiento y adaptaci¨®n proporcionada a las circunstancias reales de los distintos procedimientos de supervisi¨®n, que con m¨¢s frecuencia que la aconsejable atenazan de modo excesivo y perjudican el normal desenvolvimiento de las cosas.
Para alcanzar las metas apuntadas habr¨¢ que combinar adecuadamente cauces legislativos, otros exclusivos del Gobierno y, por fin, los internos de la propia CNMV. Como en muchos supuestos la primera piedra la tienen que poner las Cortes Generales, la premura y el inter¨¦s general, condensado aqu¨ª en la buena marcha de los mercados financieros espa?oles, aconsejan aprovechar la oportunidad que hasta fin de a?o brinda la llamada ley de Acompa?amiento de los Presupuestos Generales del Estado para 2002, la cual tiene que, seg¨²n veo el panorama, hacerse eco de los problemas que est¨¢n en la mente de todos y de las sugerencias que le puedan llegar desde otras fuentes parlamentarias actualmente en funcionamiento.
Con ser lo que esbozo trabajo casi cicl¨®peo, quiz¨¢ la medida m¨¢s decisiva para la imperiosa recuperaci¨®n del prestigio de la CNMV sea que lo relacionado con este organismo vaya abandonando paulatinamente el epicentro del debate pol¨ªtico donde ahora se encuentra zambullido. Nada m¨¢s contraproducente para una entidad que tiene que desplegar su labor acolchada por el silencio y la discreci¨®n que las circunstancias conduzcan a que se diluciden en su campo agudas diferencias pol¨ªticas. Pero el, me parece, imprescindible acalmamiento de la tensi¨®n pol¨ªtica recayente en la CNMV no puede ser fruto de la sordina impuesta, cosa que, por otro lado, tal como est¨¢n las cosas, se me antoja casi imposible, sino del acierto en las medidas legislativas y de otra naturaleza que se vayan adoptando, as¨ª como en el m¨¦todo con el que se vayan abordando. ?ste es, en efecto, un terreno donde, conforme vaya escampando la tormenta actual e incluso para ayudar a que escampe, el consenso entre los grandes partidos pol¨ªticos deber¨ªa ir cuajando. En suma, la recuperaci¨®n del prestigio de la CNMV es tarea insoslayable en el tiempo que se avecina. El intenso grado de desarrollo del sistema financiero espa?ol y de sus mercados reclama un organismo supervisor a su altura.Se ha escrito, con motivo del nombramiento del nuevo presidente de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que una de las tareas descollantes que ¨¦ste tiene que afrontar sin demora es recuperar el prestigio del organismo p¨²blico que encabeza.
El prestigio es ingrato: cuesta enormidad ganarlo, se pierde como el agua entre los dedos de la mano. Forzoso es reconocer que, a pesar de esfuerzos y personas cabales que han estado y est¨¢n en ella, el prestigio de la entidad p¨²blica que nos ocupa se ha deshilachado a ra¨ªz de los acontecimientos que abruman desde el mes de julio; el poder que acumula la CNMV en forma de importantes competencias est¨¢ falto de la autoridad que facilita el ejercicio suave y el respeto espont¨¢neo por los administrados. Creo con firmeza, pues, que misi¨®n b¨¢sica de la nueva etapa que puede abrirse con el nombramiento de d¨ªas pasados es la de recomponer el prestigio herido de la CNMV.
Constituir¨ªa, sin embargo, un err¨®neo enfoque del problema si tan crucial labor se hiciera recaer exclusivamente sobre los hombros del nuevo presidente. Es de tanta complejidad el problema que tenemos delante que en su cumplimiento han de empe?arse tambi¨¦n instituciones distintas de la propia CNMV y han de ser hilvanados muchos hilos que escapan a las posibilidades directas del ahora situado al frente del organismo supervisor de los mercados financieros espa?oles.
A las Cortes Generales y al Gobierno de la naci¨®n incumbe una gran responsabilidad en la insoslayable recuperaci¨®n del prestigio del organismo supervisor. En los tres ¨²ltimos lustros hemos asistido al nacimiento de entidades p¨²blicas en forma de agencias funcionalmente independientes de la Administraci¨®n del Estado para regular ciertos sectores que, por sus especialidades, as¨ª lo requieran, sin que de este paso se hayan extra¨ªdo todas las consecuencias, por lo que el proceso ha quedado a medio camino; tal es el caso de la CNMV. En efecto, la experiencia me dice y los datos comparativos lo proclaman que, para la abrumadora misi¨®n que afronta (supervisi¨®n de los avanzados mercados financieros espa?oles), la CNMV carece a veces de los instrumentos jur¨ªdicos necesarios (procedimientos y facultades), de los medios personales proporcionados y de los materiales imprescindibles. En estos d¨ªas, un amigo, al que creo, me contaba que un fiscal norteamericano relacionado directamente con la actividad de un despuntante mercado financiero de este pa¨ªs le comentaba, tras conocer nuestra situaci¨®n, lo raqu¨ªticos que ¨¦ramos en los terrenos a los que me he referido. Ahora bien, la superaci¨®n de tales deficiencias es algo en lo que nuestro organismo supervisor no puede quedar solo, ya que de por s¨ª no tiene cauces para digerirlo. El encaramiento directo de los problemas jur¨ªdicos y presupuestarios a los que aludo es responsabilidad directa del Legislativo y del Ejecutivo, en cuyo desarrollo puede tener cabida un impulso inicial de la CNMV, pero sin que ¨¦sta tenga ni la ¨²ltima ni la definitiva palabra en ello.
En este sentido, la Administraci¨®n General del Estado, los ministerios competentes por debajo del Gobierno, ha de ser consciente y extraer de ello las consecuencias oportunas, en materia econ¨®mica y de personal, de las justificadas particularidades de la CNMV; ha de poner fin a que, como ha ocurrido en m¨¢s de una oportunidad, la cicater¨ªa y el tratamiento uniformizador desemboquen en una CNMV infradotada con respecto a lo que se le viene encima.
Pero lo que s¨ª es de directa incumbencia de la CNMV es la definici¨®n clara de la forma de organizaci¨®n interna y procedimientos de formaci¨®n de su voluntad. Aunque tambi¨¦n aqu¨ª disposiciones m¨¢s all¨¢ de las que puede dictar el organismo supervisor tienen que pronunciarse, la delimitaci¨®n precisa del papel del presidente con respecto a los consejeros, las relaciones entre ellos, el cometido de los consejeros de dedicaci¨®n completa, las relaciones de los anteriores con los elementos directivos profesionales, todo esto constituye una tela de ara?a donde alg¨²n que otro problema de los abrasivos hoy ha quedado prendido, que, al enturbiar, a mi juicio, el buen funcionamiento del organismo supervisor, ha de ser desenredada sin espera. Incumbencia exclusiva de la CNMV es, sin embargo, el aligeramiento y adaptaci¨®n proporcionada a las circunstancias reales de los distintos procedimientos de supervisi¨®n, que con m¨¢s frecuencia que la aconsejable atenazan de modo excesivo y perjudican el normal desenvolvimiento de las cosas.
Para alcanzar las metas apuntadas habr¨¢ que combinar adecuadamente cauces legislativos, otros exclusivos del Gobierno y, por fin, los internos de la propia CNMV. Como en muchos supuestos la primera piedra la tienen que poner las Cortes Generales, la premura y el inter¨¦s general, condensado aqu¨ª en la buena marcha de los mercados financieros espa?oles, aconsejan aprovechar la oportunidad que hasta fin de a?o brinda la llamada ley de Acompa?amiento de los Presupuestos Generales del Estado para 2002, la cual tiene que, seg¨²n veo el panorama, hacerse eco de los problemas que est¨¢n en la mente de todos y de las sugerencias que le puedan llegar desde otras fuentes parlamentarias actualmente en funcionamiento.
Con ser lo que esbozo trabajo casi cicl¨®peo, quiz¨¢ la medida m¨¢s decisiva para la imperiosa recuperaci¨®n del prestigio de la CNMV sea que lo relacionado con este organismo vaya abandonando paulatinamente el epicentro del debate pol¨ªtico donde ahora se encuentra zambullido. Nada m¨¢s contraproducente para una entidad que tiene que desplegar su labor acolchada por el silencio y la discreci¨®n que las circunstancias conduzcan a que se diluciden en su campo agudas diferencias pol¨ªticas. Pero el, me parece, imprescindible acalmamiento de la tensi¨®n pol¨ªtica recayente en la CNMV no puede ser fruto de la sordina impuesta, cosa que, por otro lado, tal como est¨¢n las cosas, se me antoja casi imposible, sino del acierto en las medidas legislativas y de otra naturaleza que se vayan adoptando, as¨ª como en el m¨¦todo con el que se vayan abordando. ?ste es, en efecto, un terreno donde, conforme vaya escampando la tormenta actual e incluso para ayudar a que escampe, el consenso entre los grandes partidos pol¨ªticos deber¨ªa ir cuajando. En suma, la recuperaci¨®n del prestigio de la CNMV es tarea insoslayable en el tiempo que se avecina. El intenso grado de desarrollo del sistema financiero espa?ol y de sus mercados reclama un organismo supervisor a su altura.
Luis Mar¨ªa Cazorla Prieto es catedr¨¢tico de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Rey Juan Carlos.
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