Recreaci¨®n de una leyenda

Cuando una persona tiene que ver a su pa¨ªs destrozado por guerras durante d¨¦cadas, cuando ve en ruinas las ciudades que llegaron a brillar en tiempos de paz, cuando el pasado lejano, el de los libros, leyendas y relatos familiares e incluso las memorias de la infancia dejan entrever retazos de otros tiempos, de una cultura que sobrevive a duras penas entre el dolor y el polvo, surge el deseo de poner orden en la memoria. Surge tambi¨¦n el deseo de compartir la memoria de ese orden perdido. La roca de Tanios le vali¨® al liban¨¦s Amin Maalouf el Premio Goncourt en 1993. Ya entonces ten¨ªa suficiente fama como novelista tras el ¨¦xito de Le¨®n el africano, las apasionantes aventuras de un viajero intelectual del siglo XVI. Gran cronista del mundo ¨¢rabe, Maalouf tiene la capacidad de llevar a la ficci¨®n aspectos de las costumbres y la mentalidad de la gente de esas culturas hasta acercarlas e involucrar al lector en ellas. Pero en La roca de Tanios, Maalouf juega con otros componentes hist¨®ricos. Ambientada en el siglo XIX, justo antes de que empezaran las guerras entre los pueblos del L¨ªbano, cuando persist¨ªa un orden feudal, con sus injusticias y abusos, sus odios y venganzas seculares, pero tambi¨¦n con el sentimiento de comunidad de los pobladores, con el orgullo y el sentido del honor es, en el fondo, una novela sobre el exilio y la fragilidad del presente. Es una especie de autobiograf¨ªa colectiva, la de un poblado, Kfaryabda, y un jeque dominado por las bajas pasiones, una mujer de m¨ªtica hermosura y su hijo, Tanios, un joven orgulloso y ¨¢vido de conocimientos que se convierte en h¨¦roe y se esfuma misteriosamente en el momento de su triunfo. Celos y traiciones, arreglos pol¨ªticos y enemistades religiosas, esp¨ªas extranjeros y el inicio del declive de una sociedad tradicional. Maalouf construye con cierta nostalgia la memoria de un pueblo de leyenda al que ¨¦l a¨²n pertenece.