'Las p¨¢ginas de este libro no son eruditas, son c¨®micas'
Veinte a?os despu¨¦s de El nombre de la rosa, el autor italiano publica su cuarta novela, Baudolino. Una especie de memorias que recrean un pasaje medieval, en tiempos de Barbarroja, lleno de aventuras y patra?as. Eco ha pasado del mundo mon¨¢stico al mundo laico, y dice que ha cambiado el estilo culto por el popular, con episodios que incluyen desde la b¨²squeda del Grial hasta reflexiones filos¨®ficas.
Estamos en plena Edad Media, en los tiempos de Barbarroja. 'He intentado imitar el dialecto de mi ciudad, Alejandr¨ªa'.
'Baudolino es un mentiroso. Pero, cada vez, todos le creen, y sus historias producen la gran historia'
Y aqu¨ª estamos, veinte a?os despu¨¦s, para hablar de nuevo con Umberto Eco de una novela suya. Hace veinte a?os se trataba de El nombre de la rosa, la primera e inesperada novela de un estudioso. Quiz¨¢ la ¨²nica, pensaron muchos estupefactos. ?l mismo estaba sorprendido. 'Me libr¨¦ de hacerlo todo all¨ª', me dijo entonces. Ahora se trata de Baudolino, novela n¨²mero cuatro, tras El p¨¦ndulo de Foucault (1988) y La isla del d¨ªa de antes (1994). Como siempre lo sac¨® en Italia en la editorial Bompiani, como siempre de casi quinientas p¨¢ginas.
PREGUNTA. Umberto Eco, han pasado siete a?os desde La isla del d¨ªa de antes, su tercera novela, mientras que entre la primera y la segunda pasaron ocho. Ha seguido un camino regular.
RESPUESTA. Puede que sean siete a?os, pero no es exactamente as¨ª, porque durante dos a?os he seguido otra pista que despu¨¦s abandon¨¦. Estaba parado en un punto intermedio. Hab¨ªa pensado todo el resto, pero no ese punto precisamente, y si no lo resolv¨ªa, los otros no encajar¨ªan en el mosaico. As¨ª que me hab¨ªa distanciado de ¨¦l. Despu¨¦s, el verano pasado estuve dos meses en el campo, lo volv¨ª a coger y lo acab¨¦ en un momento, con la misma anticipaci¨®n con que naci¨®, hace un a?o, mi primer nietecito. ?Habr¨¢ sido un parto gemelar?
P. Antes de meternos de lleno en Baudolino, me gustar¨ªa preguntarle si el ¨¦xito de El nombre de la rosa cambi¨® su vida, y de qu¨¦ forma.
R. Bueno, no creo que haya cambiado. O quiz¨¢ s¨ª, ha reducido un poco la longitud del radio de mi vida social: nada de festivales, porque se te echan encima para saber tu opini¨®n; veo s¨®lo a los amigos de confianza, en privado. Parad¨®jicamente, esto me ha empobrecido. Una persona cuyo nombre no puedo revelar me escribi¨® hace unos meses: 'Cuando no te veo en televisi¨®n, me entra una crisis de admiraci¨®n por ti'.
P. Pero los derechos de autor no le han empobrecido precisamente.
R. Desde luego que no. Pero en contra de las visiones angelicales del escritor, yo declaro mi leg¨ªtimo orgullo.
P. ?Se esperaba un ¨¦xito de estas dimensiones?
R. Incluso el m¨¢s ¨ªnfimo poetastro, mientras escribe, espera que millones de lectores reciten de memoria sus rimas de 'coraz¨®n' y 'emoci¨®n'. Pero la verdad es que hab¨ªa pensado d¨¢rselo a Franco Maria Ricci para su collana blu (colecci¨®n azul). Hacer de ¨¦l un objeto escogido. Pero despu¨¦s lo ley¨® el entonces director editorial de Bompiani, Di Giuro. Se qued¨® entusiasmado y declar¨®: '?Voy a hacer 30.000 copias!'. Yo pens¨¦ que estaba loco.
P. ?Qui¨¦n es Baudolino?
R. Es un chico que vive en el campo, en Marengo, m¨¢s o menos donde en 1168 nacer¨¢ la ciudad de Alejandr¨ªa, cuyo patrono ser¨¢ precisamente san Baudolino. Baudolino es un granuja, parecido a los que existen en muchas mitolog¨ªas aut¨®ctonas: en Alemania lo llaman Schelm, en Inglaterra Trikster God. El libro, que en este aspecto es una novela picaresca, cuenta sus aventuras por diversos territorios. El padre de Baudolino es el m¨ªtico Gagliaudo Aulari, que salva a Alejandr¨ªa del asedio de Federico Barbarroja, con la historia de su 'vaca'.
P. ?Qu¨¦ historia?
R. Ah, los alejandrinos la conocen y los dem¨¢s la leer¨¢n en mi novela.
P. Usted naci¨® en Alejandr¨ªa: ?vuelve con este libro a sus ra¨ªces?
R. Desde luego. Hablo sobre mi ciudad, intento imitar su dialecto, su forma de hablar. Me ha sorprendido encontrar en los documentos oficiales de la ¨¦poca los nombres de los alejandrinos que fundaron la ciudad: ?son los mismos que los de mis compa?eros de colegio! Con la lengua he tenido algunas dificultades, porque el primer cap¨ªtulo lo escribe directamente Baudolino, a los 14 a?os, sobre un pergamino. Estaba empezando a aprender lat¨ªn y escribe en un vulgar de su zona, sobre el que obviamente no tenemos ning¨²n documento. Me he divertido mucho.
P. ?Cree que se divertir¨¢n tambi¨¦n los lectores sicilianos?
R. Eso espero. No he pretendido hacer filolog¨ªa. Me he inventado un italiano imaginario. No son p¨¢ginas eruditas, son p¨¢ginas c¨®micas.
P. ?Y a la nacionalista Liga Norte le gustar¨¢ este libro?
R. No creo. He vuelto a leer sobre la batalla de Legnano, las irreductibles luchas entre los comunes, que estaban en contra de Barbarroja, pero en un perfecto desacuerdo rec¨ªproco, y cambiaban continuamente de alianzas con tal de fastidiarse mutuamente. Cuando Federico se retira de Alejandr¨ªa, a la que no ha conseguido conquistar, le permiten en cambio que llegue a Pav¨ªa. Se odiaban, pero necesitaban a un padre para pelearse y no se atrevieron a cometer el parricidio. Al estudiar aquella ¨¦poca he entendido muchas de las razones de la crisis pol¨ªtica italiana de hoy.
P. En todo caso, como en El nombre de la rosa, aqu¨ª cuenta otro hecho medieval.
R. S¨ª, pero con muchas diferencias. El nombre de la rosa hablaba del mundo mon¨¢stico, ¨¦ste habla del mundo laico, de la corte imperial de Federico Barbarroja. En efecto, Baudolino es adoptado por Federico a los 13 a?os, y vive con ¨¦l todos los enfrentamientos entre imperio y comunes: la batalla de Legnano, la Tercera Cruzada (a la que ¨¦l mismo le empuja) y as¨ª sucesivamente. El nombre de la rosa es culto, ¨¦ste es popular. El nombre de la rosa est¨¢ escrito en estilo elevado, ¨¦ste en estilo popular. El lenguaje es el de los campesinos de la ¨¦poca o el de los estudiantes parisienses que hablan como los ladrones. Nada de lat¨ªn, salvo alguna palabra. Es el t¨ªpico juego de alguna cita posterior escondida, pero con la idea de que sean frases inventadas precisamente por Baudolino, y que otros despu¨¦s podr¨ªan haber copiado.
P. Este Baudolino es un gran mentiroso.
R. Pues s¨ª. Se inventa siempre patra?as, pero cada vez, todos le creen, y sus historias producen la gran historia. En el fondo releo la historia de ese periodo como fruto de las invenciones de un muchachito que despu¨¦s crece y junto a una pandilla de amigos inventa la legitimaci¨®n del imperio por parte de los juristas bolo?eses, parte del epistolario de Abelardo y Elo¨ªsa, la leyenda del Grial, como la contar¨¢ m¨¢s tarde Wolfram von Eschenbach.
P. ?Por tanto, la historia habr¨ªa podido ser diferente sin Baudolino?
R. Eso es precisamente. Son ¨¦l y sus amigos los que se inventan la m¨ªtica carta del prete Gianni, que realmente circul¨® en aquella ¨¦poca, describiendo un legendario reino cristiano en Extremo Oriente (tambi¨¦n Marco Polo hablar¨¢ de ello).
P. Y al final todos se lo creen y Baudolino se va con Federico en busca de este reino remoto.
R. Pero despu¨¦s Federico muere en 1190 en circunstancias que yo hago que sean misteriosas, superponiendo un suceso del tipo de un homicidio en una habitaci¨®n cerrada.
P. No le pido que nos desvele qui¨¦n es el asesino, pero quiz¨¢ pueda decirnos qu¨¦ es de Baudolino sin Federico.
R. Despu¨¦s de la muerte de Federico, emprende un viaje fant¨¢stico con sus amigos hacia tierras misteriosas habitadas por monstruos, donde Baudolino tiene aventuras incre¨ªbles, incluso un amor que me gusta mucho. ?Yo dir¨ªa que al escribir me he enamorado de la protagonista femenina de la historia, cuando ten¨ªa que hacer que se enamorara Baudolino!
P. ?Y ¨¦l no se enamora?
R. Ah no, el resto no lo digo. Si no, no merecer¨ªa la pena escribir un libro de quinientas p¨¢ginas, habr¨ªa bastado esta entrevista. Le puedo decir que todo lo que se llega a saber es lo que le cuenta Baudolino, que es un mentiroso por definici¨®n, a un gran historiador bizantino, Niceta Coniate en 1204, mientras Constantinopla arde y es saqueada por los cruzados. Niceta escribi¨® sobre aquellos d¨ªas casi en directo, pero obviamente no nos dej¨® ning¨²n resto de la historia de Baudolino, porque (digo yo) no sab¨ªa si era verdad. Naturalmente, tampoco lo sabe el lector, sino tendr¨ªamos que revisar la historia de esos siglos.
P. ?Es este libro una apolog¨ªa de la mentira?
R. Si acaso, una apolog¨ªa de la utop¨ªa de esas invenciones que mueven el mundo. Col¨®n descubri¨® Am¨¦rica por equivocaci¨®n: cre¨ªa que la Tierra era mucho m¨¢s peque?a. No es cierto que fuese el ¨²nico que creyera que era redonda, como sigue diciendo la gente: ya antes de Plat¨®n sab¨ªan que era redonda. ?Y qu¨¦ decir de El Dorado? Se conquista un continente siguiendo un mito.
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