De la artesan¨ªa al mapa conceptual: Par¨ªs demuestra que hay m¨¢s de una alta costura
El debut de Alessandro Michele en este exclusivo ¨¢mbito fue una declaraci¨®n de intenciones sobre las posibilidades no exploradas del hecho a mano. En Jean Paul Gaultier, Ludovic de Saint Sernin supo mezclar con acierto fetichismo y legado. Y el clasicismo habitual de Armani se tradujo esta vez en un homenaje a la luz y el movimiento
Lentejuelas, Walter Benjamin, Mar¨ªa Antonieta, bot¨¢nica, disco, terciopelo. Los asistentes al desfile de alta costura de Valentino encontraron en sus asientos 200 folios mecanografiados con palabras aparentemente inconexas, formando una largu¨ªsima lista. Vertigineux: la po¨¦tica de la lista: as¨ª titul¨® el director creativo de la firma romana, Alessandro Michele, su primera colecci¨®n de alta costura. Acostumbrado desde su etapa en Gucci a apoyar sus propuestas en las ideas de fil¨®sofos y soci¨®logos, esta vez cimentaba su proceso creativo en la obra de Umberto Eco, concretamente en el ensayo El v¨¦rtigo de las listas, donde el semi¨®logo italiano reflexiona sobre el valor de la enumeraci¨®n en el arte y la literatura, esa forma de ¡°establecer alg¨²n tipo de orden en el caos, de hacer encajar en un marco algo que tiene vocaci¨®n infinita¡±, explicaba Michele a un reducido grupo de periodistas tras el desfile. El cl¨¢sico ¡°una cosa lleva a la otra¡± o un signo remite a otro signo concretado en el proceso de creaci¨®n de casi 50 vestidos.
Una puesta en escena teatral, casi performativa, en la que las modelos aparec¨ªan sobre un escenario mientras las palabras que defin¨ªan cada dise?o que luc¨ªan circulaban a sus espaldas. Al leerlas, el traje cobraba sentido, como esa asociaci¨®n libre de ideas aparentemente inconexas que, sobre el papel, adquieren significado tras releerlas varias veces. Hab¨ªa vestidos de arlequ¨ªn, trajes victorianos y, gui?os a Sissi, al Hollywood dorado, a la est¨¦tica de los a?os ochenta, al orientalismo... un repaso heterodoxo a la historia de la moda (o m¨¢s bien del traje) como el que Eco hace de la literatura en su ensayo. Un recorrido peculiar cuajado de conceptos en el que el dise?o ten¨ªa m¨¢s de figurinismo de cine o teatro que de moda en sentido estricto, como si su intenci¨®n fuera crear una caricatura o un disfraz de los distintos periodos indumentarios: las amplias crinolinas, por ejemplo, no buscaban ser llevadas por nadie, sino ser una met¨¢fora del ¡°espacio que ocupaban ciertas prendas de las clases altas en el espacio p¨²blico¡±. A partir del archivo de Valentino (s¨ª, como contaba Michele posteriormente, casi todo estaba en el archivo de la casa) el dise?ador daba forma a una est¨¦tica en la que elementos muy dispares empiezan a resignificarse cuando se combinan.
Michele bati¨® r¨¦cords de ventas en Gucci por esa peculiar mirada en la que importan lo ecl¨¦ctico y lo pasado de moda (lo que, como dir¨ªa Barthes, no existe en la mentalidad del presente). Ha reiterado en varias ocasiones que le fascina lo que tiene una p¨¢tina de polvo, lo que huele a naftalina. Ahora que en Valentino dise?a por primera vez alta costura, esa visi¨®n se amplifica. ¡°Toda mi vida hab¨ªa trabajado en dos dimensiones, con ideas y patrones. En la costura se trabaja sobre el maniqu¨ª, sobre el cuerpo, y eso me ha abierto un mundo nuevo¡±, explicaba. Cada vestido iba tomando forma a partir de esas listas aparentemente ca¨®ticas que iba rellenando en su cabeza (¡°y que podr¨ªan haber sido infinitas, pero hab¨ªa que parar, hacer algo finito de lo que no tiene fin¡±, comenta). Se mezclaban conceptos con t¨¦cnicas de taller centenarias y hasta con tejidos no muy apreciados en este ¨¢mbito, como el crochet o el punto. En la colecci¨®n (o, m¨¢s bien, en su proceso) se confunden autores con artesanos, de ah¨ª que esa sensaci¨®n de amasijo de ideas y de superposici¨®n infinita de elementos se notara en las prendas de forma intencional: ¡°Al final la moda es eso, una forma de aglutinar distintas capas de significado y distintos elementos en un objeto que llevamos sobre el cuerpo¡±.
Muchos dir¨¢n que la alta costura es otra cosa, un oficio exclusivo pensado para glorificar la maestr¨ªa artesanal y ¡°hacer so?ar¡±, pero afortunadamente no hay ni una definici¨®n can¨®nica ni una sola forma de ejecutarla. Es habitual que en este tipo de desfiles la nota de prensa detalle no solo los materiales de cada prenda, sino tambi¨¦n las horas de confecci¨®n que esconde. Y si la alta costura es proceso, en la colecci¨®n de Valentino queda m¨¢s claro que nunca, porque precisamente va de eso: del devenir mental y manual que precede a una colecci¨®n de este tipo pero, sobre todo, de algo muy poco habitual en la moda, el paso del tiempo, concepto que a Michele le obsesiona, pero no para detenerlo o borrarlo, como har¨ªa la mayor¨ªa en este sector que glorifica la novedad y la juventud, sino para disfrutarlo: que todo coja polvo y que los cuerpos reflejen el devenir de la vida real.
Si Michele contaba que estaba en paz y emocionado por tener el privilegio de plasmar su visi¨®n de este negocio, algo similar narraba el joven Ludovic de Saint Sernin sobre la colecci¨®n de alta costura que ha realizado para Jean Paul Gaultier: ¡°Siempre ha sido mi ¨ªdolo, as¨ª que digamos que la inspiraci¨®n ha estado ah¨ª a lo largo de mi carrera, pero ahora he tenido el enorme privilegio de poder hacerlo en su taller¡±. ¡°Ludovic va a hacer lo que ya hace en su marca, pero para Gaultier¡±, contaba el fundador de la casa cuando se anunci¨® la colaboraci¨®n. Y eso hizo. Con una puesta en escena basada en un naufragio (un gui?o a los ya hist¨®ricos marineros de Gaultier) e inspirado por el videoclip de Les Mots, de Myl¨¨ne Farmer, musa (e ¨ªdolo) de ambos, De Saint Sernin se centr¨®, como era de esperar, en la corseter¨ªa, a la que a?adi¨® esa est¨¦tica fetichista que define su identidad. Pero el cors¨¦ y el cuero, pese a estar asociados con arquetipo femenino claro, estaban despojados de prejuicios; los llevaban hombres y mujeres, algunas de tallas diversas, de la misma forma, salvando las distancias temporales, en la que Gaultier reintrodujo esa prenda para resignificarla como un s¨ªmbolo ya no opresi¨®n del cuerpo, sino de apropiaci¨®n de la sexualidad femenina. Lo cierto es que tras el breve y fallido paso de Ludovic por la ense?a de culto Ann Demeulemeester, y de varias colecciones propias irregulares, en el taller de Jean Paul Gaultier ha encontrado un espacio para amplificar su imaginario: si bien esta octava no fue quiz¨¢ la mejor colaboraci¨®n de la marca, y no fue la m¨¢s visualmente espectacular, s¨ª fue una de las mejor ejecutadas. Tanto Michele como De Saint Sernin reiteraban tras sus desfiles qu¨¦ significaba para ellos acercarse por primera vez a un taller de alta costura, ese lugar ¨²nico donde casi cualquier cosa en materia de confecci¨®n es posible. Ambos hablaron de c¨®mo su aproximaci¨®n al dise?o se amplificaba gracias a estas manos expertas y a estos materiales ¨²nicos, pero ninguno de los dos se apart¨® de esa visi¨®n.
Tampoco lo hizo Giorgio Armani, que celebraba 20 a?os en la alta costura con su ense?a Priv¨¦. El desfile, que tuvo lugar en el nuevo Palazzo Armani en el acaudalado distrito 8 de Par¨ªs, rend¨ªa homenaje a las habituales inspiraciones que el dise?ador ha manejado en sus 50 a?os de creaci¨®n. Reminiscencias de la indumentaria oriental, pero tambi¨¦n de la del norte de ?frica o incluso de Polinesia se salpicaban esta vez de brillos en todos los pases. La colecci¨®n, llamada Lumier¨¨s, versaba sobre el reflejo de la luz en las prendas, adornadas con piedras, lentejuelas, sus cl¨¢sicos satinados y tejidos metalizados que evidenciaban ese juego de luces y destellos en movimiento. Introduc¨ªa esta vez grandes escotes y vestidos ce?idos que conviven con su legendaria silueta ligera y amplia. El desfile, de 98 pases, termin¨® en una cerrada ovaci¨®n al se?or Armani, que, para regocijo de los presentes, recorri¨® la pasarela al completo. El dise?ador, que cumplir¨¢ 91 a?os en julio, tiene muy claro que la alta costura es para ¨¦l un lugar de fantas¨ªa y creaci¨®n, pero tambi¨¦n ¡°un sue?o y un servicio¡±. La alta costura puede (y deber¨ªa) ser muchas cosas, no solo vestidos majestuosos en el sentido cl¨¢sico del t¨¦rmino para ser llevados en alfombras rojas o atesorados por clientas multimillonarias. La alta costura puede ser fetichista, diversa, unisex y cl¨¢sica, on¨ªrica y barroca, pero desde luego lo que deber¨ªa ser (y m¨¢s en 2025) es un reducto exclusivo desde el que experimentar y buscar otra forma de hacer las cosas, ya sea con un cors¨¦ de cuero o con un listado infinito de ideas inconexas.
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