Acoso a los musulmanes uzbekos
Defensores de los derechos humanos denuncian una persecuci¨®n pol¨ªtica contra seguidores del islam
En las ¨²ltimas semanas, mientras los representantes de EE UU viajaban a Tashkent para negociar la participaci¨®n de Uzbekist¨¢n en la coalici¨®n antiterrorista, tribunales de este pa¨ªs centroasi¨¢tico fronterizo con Afganist¨¢n se dedicaban a juzgar a creyentes musulmanes, a los que incriminan delitos contra el orden constitucional y el Estado. As¨ª lo afirman en Tashkent activistas de derechos humanos, que denuncian la proliferaci¨®n de esos procesos como una persecuci¨®n pol¨ªtica.
Los juicios, se?alan, se basan a menudo en falsas pruebas y se realizan sin garant¨ªas para los acusados. Algunos, como Mija¨ªl Ardz¨ªnov, temen que el clima internacional reinante despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre provoque un endurecimiento de la represi¨®n a la que est¨¢n sometidos los opositores al presidente Islam Kar¨ªmov y especialmente los islamistas.
Varios imanes han desaparecido sin dejar rastro y podr¨ªan estar en Afganist¨¢n
A lo largo de los diez a?os transcurridos desde la independencia, el r¨¦gimen autoritario de Uzbekist¨¢n ha metido en la c¨¢rcel y ha forzado a la clandestinidad o al exilio a quienes ha percibido como una amenaza. Varios imanes han desaparecido sin dejar rastro.
'En Uzbekist¨¢n, como en la URSS, reina un gran miedo. Tan s¨®lo en la ciudad de Tashkent se est¨¢n celebrando seis juicios religiosos que afectan a 50 personas', afirmaba Ardz¨ªnov en v¨ªspera de la llegada del secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, a la capital uzbeka. Ardz¨ªnov es presidente de la Sociedad Independiente de Derechos Humanos de Uzbekist¨¢n y una de las personas a las que invita la Embajada estadounidense cuando quiere demostrar su apoyo a los defensores de la democracia en este entorno de tradiciones autoritarias. Junto al tel¨¦fono, Ardz¨ªnov tiene varias fotos. En una, se le ve con la ex secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright durante la visita de aquella a Tashkent. En otra, aparece con el rostro amoratado a consecuencia de la paliza que le propinaron en 1999 unos celosos guardianes del orden, cuando se atrevi¨® a poner en duda que los islamistas fueran los autores de los atentados ocurridos aquel a?o en Tashkent. De aquellos atentados, las autoridades uzbekas, culparon al Movimiento Isl¨¢mico de Uzbekist¨¢n (MIU), uno de los grupos que est¨¢n hoy en la lista negra de EE UU. Tohir Yuldashev y Jumaboy Khojiev fueron condenados a muerte en ausencia. Ahora, estos dos l¨ªderes islamistas podr¨ªan encontrarse con los talib¨¢n en Afganist¨¢n.
Ardz¨ªnov, un ingeniero procedente de Rusia, est¨¢ en contra de todo extremismo, pero cree tambi¨¦n que la actitud del r¨¦gimen de Kar¨ªmov radicaliza a la oposici¨®n isl¨¢mica y hace que ¨¦sta se propague de forma incontrolada en la clandestinidad y sin que nadie pueda ejercer influencia sobre ella. Ardz¨ªnov tiene la mesa llena de pilas de sentencias, que hace llegar a las organizaciones internacionales. Esta semana, el activista ha estado en uno de los juicios que denuncia. Seg¨²n dijo, se trataba de nueve personas a las que acusan de ser miembros de Hizb ut Tahir, el movimiento isl¨¢mico que hoy por hoy es el m¨¢s activo en Uzbekist¨¢n. Las autoridades uzbekas se toman muy en serio a los miembros de esta organizaci¨®n internacional procedente de Oriente Pr¨®ximo, que ha cobrado una gran popularidad desde 1998, cuando pas¨® a ocupar el hueco dejado por otras organizaciones isl¨¢micas perseguidas anteriormente. La represi¨®n contra el islam en Uzbekist¨¢n se ha dirigido contra tres tipos de musulmanes: contra los supuestos wahab¨ªes, incluido los seguidores de dos imanes desaparecidos, Nazarov, de Tashkent, y Mirzev, de Andijon, contra los supuestos autores de los atentados de Tashkent o sospechosos de colaboraci¨®n con el MIU, que tiene sus ra¨ªces en la ciudad de Namang¨¢n, y contra los miembros de Hizb ut Tahir.
En 1998, cuando comenz¨® a hacerse notar, Hizb ut Tahir ten¨ªa entre 5.000 y 6.000 miembros, seg¨²n calcula Ardz¨ªnov. 'Pero despu¨¦s de la campa?a de arrestos contra ellos, por lo menos tiene 10.000', se?ala. Adem¨¢s, si antes era posible hablar con los j¨®venes de la organizaci¨®n, ahora ya no lo es, porque el miedo se ha apoderado de ellos y han pasado a la clandestinidad. Ardz¨ªnov calcula que un total de 5.000 personas pertenecientes a Hizb ut Tahrir est¨¢n actualmente en las c¨¢rceles uzbekas. Seg¨²n los datos del grupo de derechos humanos Memorial, m¨¢s de 7.000 mil personas est¨¢n en prisi¨®n en Uzbekist¨¢n por motivos pol¨ªticos. Hizb ut Tahir no incita a la violencia, pero s¨ª a construir un 'califato isl¨¢mico' y, una vez logrado este prop¨®sito, a emprender una guerra santa. Seg¨²n Ardz¨ªnov, las octavillas de Hizb ut Tahir tienen ideas antisemitas 'de importaci¨®n' y acusan al presidente Kar¨ªmov de representar intereses jud¨ªos. Kar¨ªmov se declara a s¨ª mismo musulm¨¢n y reconoce que queda mucho por hacer en lo que se refiere a los derechos humanos. Ardz¨ªnov cree que las cosas van a peor. 'Desde hace cinco a?os vivimos en un sistema de vigilancia total', dice. 'Se han creado consejos de barrio que vigilan a todos los vecinos. Hay una intensa vigilancia de las mezquitas y los imanes, y en la c¨¢rcel se arrancan confesiones a base de torturas', se?ala. El activista conf¨ªa, sin embargo, en que EE UU no dejar¨¢n solos a los defensores de los derechos humanos en Uzbekist¨¢n y sabr¨¢n distinguir entre opositores pol¨ªticos y extremistas radicales.
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