Auditor¨ªa incongruente
Aunque el director general de la Agencia Tributaria, Salvador Ruiz Gallup, explic¨® ayer que no se han comprobado irregularidades en el trato fiscal a Gescartera y a las sociedades vinculadas a ella, lo cierto es que hay indicios suficientes de que si no hubo trato de favor, s¨ª se registraron irregularidades que no pueden explicarse suficientemente con el recurso f¨¢cil a la 'm¨ªnima ineficacia' existente en todo proceso administrativo. Resulta que Hacienda aparc¨® cuatro inspecciones abiertas a Gescartera -en lo que el director de la Agencia llam¨® cr¨ªpticamente nivel 1, es decir, la propia Gescartera, las empresas del grupo y los dos socios mayoritarios, Antonio Camacho y su padre- de las 11 que se abrieron a ese nivel. La explicaci¨®n autoexculpatoria que dio ayer el director de la Agencia Tributaria encaja mal en un contexto de connivencias, tratos de favor y conductas inexplicadas, como las que hasta ahora han salido a la luz en el comportamiento de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Las explicaciones ofrecidas por Ruiz Gallup no satisfacen los niveles que debe cumplir la informaci¨®n de los organismos p¨²blicos en una sociedad democr¨¢tica. Seg¨²n su exposici¨®n, 'hemos investigado todo y no hemos encontrado irregularidades', pues 'todos dicen no haber recibido instrucciones de hacer o de no hacer'. Pobre auditor¨ªa es aquella cuyas conclusiones parecen estar sustentadas ¨²nicamente en las declaraciones de la parte interrogada. Algo falla en los procedimientos de investigaci¨®n cuando de 11 inspecciones abiertas se aparcan o demoran cuatro y la ¨²nica interpretaci¨®n inteligible que ofrece el responsable de la instituci¨®n encargada de velar por la equidad fiscal es que 'no se ha constatado' que las cuatro inspecciones decayeran debido a 'conductas concertadas tendentes a favorecer' a Gescartera y a sus principales accionistas. La 'no constataci¨®n' no prueba que no existieran 'conductas concertadas' y no deber¨ªa bastar a la comisi¨®n parlamentaria.
El hecho de que este procedimiento tan peculiar de autoexculpaci¨®n se extienda a la investigaci¨®n realizada sobre el mandato de Enrique Gim¨¦nez-Reyna -una pieza separada en la investigaci¨®n- es m¨¢s preocupante si cabe. En este caso, la explicaci¨®n que se ofrece es que Hacienda no ha detectado 'actuaciones fuera de los par¨¢metros normales' de la Agencia Tributaria. Quiz¨¢, en un rasgo ins¨®lito de humor -que seguramente no compartir¨¢n los inspectores fiscales-, se est¨¦ diciendo que los par¨¢metros normales de la Agencia Tributaria son el caos, la desorganizaci¨®n y la negligencia profesional. As¨ª, dos inspecciones decayeron porque los expedientes no se adjudicaron a otros inspectores cuando los primeros que se hab¨ªan encargado de ellos 'cambiaron de trabajo' o tuvieron que soportar una tarea excesiva. En uno de estos casos, el expediente prescribi¨®. En otro, Hacienda dej¨® de actuar, pese a que la informaci¨®n y los indicios eran muy consistentes, porque el jefe de la dependencia crey¨® que se trataba 'de una empresa domiciliada en Madrid'.
Despu¨¦s de explicaciones tan incongruentes, es inevitable interpretar que la investigaci¨®n de los responsables de la Agencia Tributaria sobre su propia actuaci¨®n en el caso de Gescartera se ha resuelto con una faena de ali?o, para concluir con una exoneraci¨®n general de los responsables pol¨ªticos de la Hacienda p¨²blica. El valor de este informe o auditor¨ªa interna es escaso, no responde a las preguntas esenciales que plantea la total inoperancia de la Hacienda p¨²blica en la detecci¨®n del fraude fiscal impl¨ªcito en Gescartera y contribuye a mantener la idea de que ha existido connivencia entre una parte de las instituciones p¨²blicas y la gran estafa de Gescartera. Esta conexi¨®n es la que los responsables p¨²blicos estaban obligados a desmentir rotundamente. Pues bien, ni la CNMV antes ni la Agencia Tributaria ayer lo han conseguido.
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